A bordo de su moto y con un iPhone en el casco, FreeJ0ta recorre y registra los pasillos más ocultos y castigados de la ciudad. Reinventarse a través de la música y las redes con perspectiva social y solidaria.

“Me faltan mil barrios, nunca ideas; la próxima vuelta entra el que sea. Ahora anda free el Jota, pa que veas que no era promesa, era precuela”, reza la letra del trap Rosario Tour, tema con el que Julio Darío Intorbida empezó a hacerse conocido en las redes sociales y que va enumerando las barriadas más populares de la ciudad desde Grandoli y Tablada hasta Acindar y Empalme Graneros pasando por La Lata y La Granada. Desde que anda free, el Jota encontró –en la música primero y en la creación de contenido después– una vía de escape. Hoy se ganó un lugar en las plataformas más visitadas, como Youtube, Instagram y Tik Tok, compartiendo videos de sus recorridas por los laberintos más estigmatizados de una Rosario de por sí estigmatizada –y asociada a las páginas de policiales y a canales de televisión que llenan horas y horas con informes relatados por cronistas con chalecos antibalas–, pero reflejando otra realidad: “Estoy ahí, poniendo mi música, haciendo recorridas por los barrios y tratando también de dejar un mensaje y ayudar al que puedo, cuando me lo encuentro. No es que ando haciendo eso sino que me nació y me hizo sentir bien, y también empecé a ayudar a través de los videos y está bueno que cuando llego a los barrios todos me quieran, todos me den su cariño, y que yo les retribuya algo de eso”.

El mensaje sos vos

“Todo empezó con la música. Empecé a incursionar desde muy chico y, en el transcurso que quise avanzar con eso me encontré con muchas trabas, muchos baches y quedé estancado”, confiesa Jota, y agita: “Lo mismo le pasa a muchos chicos que hoy no tienen cabida en la música, por eso es que Rosario está tan frenado, porque talento hay y de sobra, pero no están saliendo”. En cuanto a la temática de aquellas letras que le brotaban del cuerpo, repasa: “Al principio, cuando yo hacía mis temas, era todo muy bombo y caja, muy sentimental, muy crudo. Contaba las historias del barrio y dejaba mensajes como que el pibe que está en el barrio, que se droga, que un día roba, vuelve al pasillo y ya hay otro, y cuando vuelve otro le quiere robar y termina muerto por una cadena que no termina. Las enseñanzas que vamos dejando es lo que vamos creando para el futuro y yo pienso que si Rosario está como está es por las enseñanzas que nos dejaron y fuimos dejando. No me siento el más importante como para dejar una enseñanza pero la gente me está dando un lugar importante y trato de hacer lo que no hacen muchos: no importa lo que haya sido de mi pasado, yo voy a dejar una enseñanza igual”. 

Cuando sintió que la música le quedaba chica, Julio pegó un volantazo que le cambió la vida. “Sentía que no podía darme el gusto de perder el tiempo, entonces me tiré por el lado de crear contenido, vi que en Rosario no había o había pero estaba recién arrancando, y me mandé con lo del motovlog. Y lo que hice fue hacerlo en los barrios, lo que le dio el toque extra”, señala respecto de la aventura en la que se embarcó de registrar audiovisualmente el lado oculto de la ciudad. El click lo hizo después de anfitrionar a El Plug, un pibe porteño de Constitución que se filmaba recorriendo los “barrios más picantes de Buenos Aires”.

“Antes de empezar el motovlog yo ya tenía una parte de la materia prima que era la música, ya la tenía grabada, eran temas que tenía de antes. Había sacado un disco de seis temas, que no estaba teniendo mucha repercusión, pero me faltaba lo otro: el video”, repasa Jota, y acelera: “No tenía noción de lo que podía generar eso, porque hasta el día de hoy todavía me sorprenden los videos que hago, pero todo salió porque vi lo que estaban haciendo en Buenos Aires y en otros lados como Brasil, Italia. Yo me cebé por uno que tengo cerca, El Plug, que vino acá a hacer contenido a Rosario y lo llevé a recorrer los barrios. Él pegó como 100 K (mil) reproducciones en esos videos pero en los comentarios la gente decía «Qué grande el J, tiene futuro en esto». Yo solamente había ido a ayudarlo a él, pero en esa semana que se quedó el loco, como soy una persona que observo y escucho, aprendí un montón”, confiesa, y argumenta: “Perdí mucho tiempo de mi vida, entonces hoy todo momento es especial y siempre trato de sacar el mayor aprendizaje de la gente que me rodea. Cuando vi lo que el loco hacía, y que también hacía música, me dije quizás esto es para mí, porque si Buenos Aires tiene a El Plug… Rosario lo tiene al J, papá”. 

Un hombre que espera el alba

En una de sus tantas recorridas, FreeJ0ta se cruzó con Alba, una mujer encargada de un comedor comunitario en Empalme Graneros, y otra vez sintió que la vida le cambiaba: “No sabés lo que es para mí, cuando recorro los barrios, ver situaciones de personas que la están pasando muy mal. No puedo pasar por alto eso. Lo que me pasó fue que con Alba aprendí mucho, no es solamente que yo la ayudé a ella, ella me ayudó un montón a mí. Me dejó una enseñanza que no voy a poder olvidarla nunca. Llegó hasta mi casa la enseñanza que ella me dejó, llegó hasta mi mamá, hasta mi papá. Todos aprendimos de Alba. Yo me encontré con Alba, porque la verdad nos encontramos haciendo un video en el que yo no sabía quién era ella y cuando empecé a conocer la historia de esta señora por acercarme a ella, por quererla escuchar, me di cuenta que era una señora que tenía toda una trayectoria, una carrera de ayudar en los comedores, de tener comedores, y en este momento se encontraba en una situación que no estaba buena. Después empecé a pensar, porque cuando llego a mi casa y pongo la cabeza en frío, analizo lo que hago, el contenido que generé, los miro, hago muchas cosas, pensé que de alguna manera estamos dando una enseñanza. Con un poquito que ayuden a la gente, a un particular, que es algo que cualquiera puede hacer porque no hace falta hacer un video –yo hice un video porque realmente quería que esto se difundiera, que se hiciera viral– pero la onda es dejar una enseñanza y aprender a ayudar. A mucha gente se le cerró el corazón por muchas cosas que vienen pasando y que yo las entiendo, que el trabajador trabaja y paga los impuestos y no le alcanza, y encima tenés que dar, pero te puedo asegurar que lo que sentís adentro tuyo no se compra con dinero”. Ante la cámara casco de Jota, Alba cuenta que necesita una cocina para seguir dándole un plato de comida a quienes más lo necesitan y se conmueve hasta las lágrimas cuando recuerda que años atrás asistía a más de 500 personas en Villa Banana. Un par de semanas después, gracias a la solidaridad de sus seguidores y la colaboración de El Plug, el cartel con el nombre del comedor, “Pancitas Vacías”, ya no está tirado en el piso como en la publicación anterior sino que luce colgado en las paredes de la casa de Alba que luce muy diferente, con cocina y heladera nuevas y con alimentos que recibieron por donaciones. Misión cumplida y, en realidad, puntapié inicial porque el pedido de ayuda se renueva en este nuevo vídeo que ya tiene más de 500 reproducciones.

De barrio en barrio

“Mi familia es de Barrio Hospitales, que se llama así porque estaba rodeado de hospitales como el Clemente Álvarez que ya no está ahí y el Italiano”, se identifica Julio, y detalla: “Ahí nació mi papá pero en un momento nos fuimos, no me acuerdo bien dónde porque yo era muy chico pero terminamos volviendo cuando mi abuela falleció y nos quedamos ahí. Igual, yo siempre fui de irme mucho para Tablada y es como que Tablada me adoptó, fue mi casa, mi barrio, mis amigos, me crié prácticamente ahí”. A la hora de elegir el escenario para su primer motovlog, ni la pensó: “Todavía no me conocía, no tenía cabida como para decir voy a tal barrio con la moto, entonces fui a Tablada y en esa zona se me hizo fácil grabar. Pero yo tenía que buscar más contenido y quería irme a otros lados porque sino habría sentido que sólo había ido a un sector, por más que era mi primer contenido y ya con eso hubiera bastado, entonces me aventuré a lugares donde no conocía, donde no tenía amigos, y me metí. Y cuando te metés a un barrio que no conocés, sos visitante y pasaron cosas feas y una de esas salió filmada. Lo que traté de hacer fue no exponer a nadie, les pixelé la cara con mi editor y mostré la secuencia, pero no los rostros. Eso hizo que ese video tuviera mucha repercusión. Por más que mucha gente busca esos videos, bizarros, morbosos, yo preferí preservar a esas personas. La idea fue agarrar la industria de motovlog en Rosario, que al principio nadie entendía qué era, y para que no cualquiera pudiera venir a ponerse a la par mía hice diez motovlogs en todos los barrios. Hoy en día está difícil copiar el contenido que hago, porque vos no te vas a poner la camarita a ir a La Lagunita, o a Tablada”. 

Foto: Jorge Contrera | El Eslabón/Redacción Rosario

“Lo bueno de todo esto es que no lo hice yo, lo hizo la gente –sigue por su ruta FreeJ0ta–. Me empezaron a llamar de los barrios, a pedirme que vaya a filmar sus lugares y contar sus historias. No estoy haciendo como muchos dicen apología del delito, yo estoy corriendo mi sueño buscándole el lado bueno a la ciudad”. En cuanto a los ingresos que le genera la producción de contenidos en redes sociales, Jota explica que “trabajo mucho con lo que es la publicidad, canjes, y gente que quiere acercarse a dar una mano”, y detalla: “Incluso me contactan de agrupaciones y yo escucho. Lo que busco es tratar de mantener a mi familia y de dar alguna ayuda al barrio. Si es para ayudar, y puedo hacer algo para que la ayuda llegue a algún lugar, lo voy a hacer”. Para subsistir, el influencer necesita acumular reproducciones y likes (me gusta), por eso pide que lo sigan sobre todo en la plataforma madre de lo videos: “La verdad que yo le pido a todo el público rosarino que me ayude porque soy de Rosario, y no hablo cuando digo «soy» de la ciudad, digo que soy de todos los rosarinos, soy un artista, un creador, que vino a instalarse, que tengo una historia que cambié mi vida, pero les pido su ayuda para que esto no se apague, porque si se apaga o menguan ellos, mengua también mi trabajo y no lo puedo seguir creando. Instagram y Tik Tok pagan por reproducciones, pero yo necesito que se suscriban a mi canal de Youtube porque es el que más ganancias te da”. A modo de despedida, Julio, Jota, FreeJ0ta o como quieran llamarlo, sentencia: “Estamos creando un movimiento, algo grande, yo ya demostré y creo que les voy a seguir demostrando que detrás de todo esto hay una persona responsable, que cuida la integridad de cada barrio, que cuida las imágenes sensibles, y que necesito hacer esto porque soy una persona grande que necesita trabajar para mantener a su familia”.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 10/02/24

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