El surgimiento del fútbol femenino en Rosario. El libro Semilleros, que rescata la historia de los clubes de barrio de los que salieron los campeones del mundo. Mónica Santino, el Patón Guzmán y el Trinche Carlovich.

Una piba lee Semilleros en un bondi. La foto llega a uno de los editores del libro. Está vestida con camiseta y medias de fútbol. Él la sube a redes. Ella la ve y le escribe.

Se abre una puerta. Rosario es un hervidero. Estamos en pleno febrero y todo el calor que no asomó en enero escaló de golpe. Me subo al 115 desde el centro. El aire acondicionado no da abasto y, mientras el bondi se mueve, los pasajeros se zarandean de un lado al otro y las gotas de transpiración caen en picada.

 —Gracias, no se puede respirar—, comenta una señora a la que cedo el asiento.

Me bajo y pregunto a un vecino, por si falla mi orientación:

—¿Por acá llego a Social Lux?

—Si caminás derecho por Pascual Rosas, la calle se convierte en la entrada del club.

Se abre otra puerta.

Foto: Jorge Contrera | El Eslabón/Redacción Rosario

Desde ahora, mucho de lo que aquí se diga estará de más, como dice Fito. A los hechos me remito: la calle Pascual Rosas termina (o empieza) en el Club Deportivo y Social Lux. Un poco más allá,  se encuentran las vías del ferrocarril. Y un poco más acá, sobre ese espacio de transición entre lo que es el club y lo que todavía es la calle: las casas son bajas, hay muchos árboles, corre una brisa aliviadora, y un montón de pibes y pibas entran y salen, sonrientes, vestidos con camisetas deportivas, mayoritariamente verdes. Me quedo un rato, observo extrañada. ¿Estoy en Rosario? Este lugar parece otra ciudad. ¿Cuántas puertas se abren cuando un club de barrio abre sus puertas?

La piba de la foto se llama Ayelén Simiani y juega al fútbol en la primera de Social Lux o Mercadito, como lo conocen en el barrio. Empezó a los 18 años en Villa Constitución, su ciudad natal, por invitación de Lara, su hermana, que jugaba desde chiquita. Villa Mitre era un equipo de amigas que se juntaban a practicar y, los fines de semana, viajaban a jugar a San Nicolás. Como la mayoría de los equipos de aquellas épocas, no tenían, tampoco, dónde entrenarse. Villa Mitre fue el primer club de la provincia de Santa Fe en constituirse, con personería jurídica, en Club de Fútbol Femenino Villa Mitre. Esa es la camiseta que luce Ayelén en la foto. El Semilleros se lo regaló Mónica Santino, referente indiscutida en el ambiente del fútbol femenino. Ayelén vino a Rosario a estudiar Ciencia Política. Militante desde siempre en su localidad, descubrió que el fútbol y la militancia tenían cosas en común. Jugó para Newell’s Old Boys y, cuando creía que estaba lista para dar un salto en su carrera, le comunicaron que permanecería en la liga rosarina.

—Sentí que el fútbol se había terminado.

Una vez más, fue su hermana Lara, que ya jugaba en Social Lux, quien le dio la mano y la acompañó, a pie, a conocer el equipo de la primera de Mercadito.

—Por la estructura del club y el lugar de la jugadora, sentí que todo lo que había soñado hasta ahora estaba frente a mis ojos.

Un cuarto propio

La escritora británica Virginia Woolf declaró: “Una mujer debe tener dinero y un cuarto propio para escribir novelas y cuentos”. Casi un siglo después y bastante más al sur, un grupo de rosarinas, narradoras de leyendas que se escriben con el rodar de una pelota, enfrentaban, todavía, el mismo problema: no había, en toda la ciudad, una cancha propia que las alojara. Desde el 2011 al 2013 las prácticas se desarrollaban donde podían: parques públicos o recovecos cedidos de reojo: Batallón y Gendarmería fueron algunos de ellos. En el año 2013, luego de que muchos clubes decidieran que no había lugar para mujeres futbolistas, por iniciativa de Castillo, su DT en ese momento y socio de Lux, se animaron a probar suerte. Tuvo que ser otra mujer, Adriana Lofiego, mamá del actual presidente, quien entendió, desde el principio, que ese club, con esa frontera abierta, difusa, inclusiva, entre la calle y el ingreso a la institución, estaba destinado a ser la tierra donde esas historias se sigan contando. 

Y se abrió una puerta más.

Pioneras

De esta manera empezaba a practicar el primer equipo de fútbol femenino de 11 de la ciudad de Rosario, en el Club Deportivo y Social Lux. Facha, Magalí Lucrecia Acosta, estuvo desde aquellos años. Empezó a jugar desde muy chica con sus vecinos de Barrio Parque. A los 17 fue el turno del fútbol 5 en el Complejo del Parque, con el profesor Claudio Santoro. Y de ahí no paró más hasta Mercadito:

—Desde que empezamos fuimos muy responsables. Y exigentes. Eso se percibía. En el club se dieron cuenta de que queríamos practicar en serio.

Comenzaron en la Primera División de las ligas vecinas: la cañadense, la santafesina, entre otras, porque Rosario no contaba con liga propia. Craneaban actividades para juntar dinero, contratar una traffic y viajar cada sábado. Con una impronta autogestiva, salían siempre entre los primeros puestos, aportando su granito de arena al desarrollo del club.

El equipo y la identidad de Social Lux crecieron de la mano. En 2017 se inició la Escuelita que cuenta con más de cien chicas. Se creó, también, la subcomisión de fútbol femenino, compuesta por jugadoras y referentes del club. Actualmente la primera está conformada por pibas que van desde los 20 hasta los 36 años y nunca percibieron una distinción deportiva respecto de la edad. A diferencia del fútbol de varones, las chicas no tienen límites para dejar el deporte. Los técnicos que trabajaron con el equipo cuentan, en su trayectoria, con el prestigio de haber sido parte.

De Social Lux salieron Eugenia Nardone (Racing) y Adriana Narváez (Boca). También el Patón Guzmán (ex arquero de Ñuls y de la Selección, y actual de Tigres de México). Y, por si esto fuera poco, tuvieron el honor de ver jugar al Trinche Carlovich entre sus veteranos.

En la actualidad, la Primera se entrena cuatro veces a la semana con un plantel de preparación física, dirección técnica y kinesióloga. Además de pioneras, son bicampeonas: obtuvieron los títulos de 2022 y 2023. En palabras de Ayelén:

—Nunca fui más feliz como ahora jugando en Social Lux.

El año pasado, como festejo del campeonato, el Patón participó de la fiesta y lo recibieron con orgullo: regaló camisetas con dos estrellas y un “Pioneras” en la espalda para cada una de las pibas. También camisetas con la insignia de “LGTB”, “Memoria, Verdad y Justicia” y homenajes a Pocho y al Trinche.

Puertas para todas

Hace poquito, las chicas de la sub 12 se acercaron a la subcomisión a plantear una situación en la que, según analizaron entre las compañeras del equipo, no estaban de acuerdo. Me explico: pibas de 12 animándose a exponer su disconformidad frente a mujeres adultas, referentes del club. Además de la convicción de que, a paso lento y sin perder el horizonte, el espacio se crea con pequeños movimientos, Facha y Ayelén se miraron y entendieron, desde ese momento, que cuando las puertas se abren para algunas, también se abren para todas. Y que, de ahora en adelante, todo lo que podrían decir, como ya lo expresó Fito, estaría de más:

—Nosotras ya ganamos—, cerraron.

Nota publicada en la edición impresa del semanario El Eslabón del 16/03/24

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