Este domingo 26, buena parte de los portales de medios santafesinos sorprendieron con la misma noticia: “Asistencia Perfecta” de la maestra que pone su canoa para ir todos los días a la escuela. Igual texto, fotos y video. Nadie la firma. No hay una fuente que indique quién la escribió. Igual, con un mínimo de ejercicio en la lectura, era fácil darse cuenta cuál era el origen: el Ministerio de Educación del gobierno de Maximiliano Pullaro.

El artículo cuenta la historia de una maestra que cruza todos los días el río en una canoa con motor fuera de borda para ir a dar clases. Es docente y directora de la Escuela N°1139 Marcos Sastre de la isla El Espinillo (ya que estamos, la nombran como Escuela Pedro Miguel Romano Ahumada, y ese es el nombre de quien la fundó). Relata que por lo general tienen que llevar agua porque “la escuela no tiene agua potable” y algunos días “la mercadería o donaciones”.

El artículo oficial resalta que la docente y su esposo “debieron adquirir una embarcación” y que “para poder comprarla” tuvieron que “sacar dos créditos, uno cada uno”. La educadora entrevistada explica que “la escuela es un lugar muy atesorado por toda la comunidad porque es la presencia del Estado en la isla”. “Somos como una oficina pequeña de Ansés”, describe.

Lo que dice es una realidad que se repite en diferentes experiencias escolares, en las que hay que reunir fondos para hacer un paseo, comprar útiles con plata personal o juntar ropa para pasar el frío, entre muchas otras tareas que se asumen con compromiso. Cosas que en lugar de naturalizarse debieran ser razones para problematizar en qué condiciones se enseña y se aprende.

Luego de contar los detalles de su trayectoria cotidiana para ir a trabajar, la docente y directiva, con 20 años de antigüedad en su labor, asegura: “Nunca fue una opción faltar, ni acá, ni antes”. Y comparte su opinión sobre el Premio a la Asistencia Perfecta: “No me parece mal que se reconozca el trabajo o el proceso que tiene un docente dentro de una escuela y que se esmera por lo que hace. Sé que hay complicaciones que a veces no nos permiten ir. No lo entiendo como un presentismo, eso sería otra cosa. No nos van a descontar por no venir o por faltar, sino que es un reconocimiento a aquellas personas que venimos todos los días y trabajamos. Es sentir un poco el apoyo de parte del gobierno”.

Esta nota que apareció de manera simultánea y como una especie de magia periodística en los principales medios de Santa Fe este domingo, se publicó luego, el lunes 27, en la sección noticias del portal oficial del Gobierno de Santa Fe. Mismo texto, mismas fotos e igual video.

La práctica de “mandar notas hechas” a las patronales de los medios no es nueva en la provincia. Son operaciones de prensa para instalar una idea, un debate y también ciertos estereotipos que impacten en beneficio de las políticas que se proponen aplicar. Algunas veces estas publinotas son más sutiles, otras más bestiales, como la de este caso.

¿El Estado provincial paga con fondos públicos la difusión de estas publicaciones? Porque los medios de mayor alcance no son nada generosos con sus trabajadoras y trabajadores a la hora de pagar salarios, menos para replicar la historia que manda el gobierno de Pullaro de una maestra que viaja en su propia canoa a dar clases y nunca falta.

Como sea, el artículo en cuestión deja a la vista el perfil de docente al que pretende el gobierno de Pullaro. Y lo hace sin tapujos.

Ya cuando se discutía la última paritaria con el magisterio, en una entrevista radial (LT8, 21 de mayo) el ministro de Educación de la provincia, José Goity, explicaba los alcances de la propuesta salarial y ponía como ejemplo que “aproximadamente un docente que recién se inicia con dos cargos gana 900 mil pesos”. Dos cargos significa trabajar doble turno en una misma escuela o repartirse en más para alcanzar ese “buen salario” del que habla Goity. Vale advertir a quienes desconocen cómo es una jornada laboral en el sistema educativo que eso se llama trabajo a destajo.

El Premio a la Asistencia Perfecta (plus salarial por no faltar nunca en el mes) se inscribe en la época del pre surgimiento de los sindicatos docentes, cuando se pensaba que la maestra era la segunda mamá, que a las mujeres que se dedicaban a enseñar les sobraba el tiempo (luego de cumplir con las tareas del hogar, claro) y que lo que ganaban era complementario de los ingresos que aportaba el varón (para qué más!). Pero no. Las maestras se organizaron y fundaron sus gremios.  Se reconocen trabajadoras y saben que mejores salarios y condiciones laborales redundan en mejores aprendizajes, y que así también se sostiene la educación pública.

Llama la atención que quien más defiende el Premio a la Asistencia Perfecta, esta versión del presentismo de los 90, sea el titular de la cartera educativa: cientista de la educación, quien estuvo (entre 2011 y 2019) al frente de la Facultad de Humanidades y Artes de la universidad pública (UNR) y hasta participó en la Escuela Itinerante de la Ctera (2017), en reclamo para que Macri abra las paritarias federales que había clausurado.

No es todo sobre este perfil docente al que ambiciona el gobierno de Santa Fe, también está la meta de poner a maestras y maestros siempre bajo sospecha. Además de los informes que los denuncian como “faltadores”, desde este año quienes adhieran a un paro están llamados a completar una declaración jurada para admitir la culpa de semejante falta, como si se tratara de un pecado en el confesionario, y en vez de rezar varios Padres Nuestros salven la penitencia con un descuento en sus salarios. Y por si no alcanzara, que sepan que participar de cualquier acción gremial va a significar caer aún más en la desconfianza pública (eso sí: no importa cuál, cuándo, dónde y cómo sea, según los funcionarios provinciales, siempre a esa protesta la conducirá Baradel).

Debiera darles un poco de vergüenza al gobierno de la provincia, a su ministro de Educación, difundir una nota en la que una docente cuenta que tuvo que comprarse la canoa para ir a dar clases. Historias que tendrían que servir para denunciar lo que está mal, en este caso la ausencia del Estado (que aquí parece celebrarse) y no para potenciar un imaginario de maestra casi ángel que trabaja solo por vocación y para quien el salario es “lo que hay” y “el máximo esfuerzo que la provincia puede ofrecer”.

 

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