En la década del 80, las maestras y maestros santafesinos protagonizaban largas huelgas para cobrar al quinto día hábil del mes. En ese entonces, ni siquiera había una fecha certera del cobro de los salarios. Ni hablar de las condiciones de enseñanza y aprendizaje. Eran tiempos de los “turnos intermedios” en las escuelas de los barrios populares por la falta de aulas. Hubo que esperar mucho para sentarse en una mesa paritaria a discutir salarios y condiciones de trabajo. Mucho.

Los males eran compartidos por igual entre docentes “de la pública” y “la privada”. Pero todavía los prejuicios pesaban entre unas y otras. La afirmación que recorría los pasillos y las salas de maestras de que “las de privada ganaban más” y “la pasaban mejor” era una certeza.

Con sus conquistas y desafíos cotidianos, la vida democrática demostró otra cosa: las y los docentes de privada no eran más ángeles y apóstoles que las maestras de la pública. Había un común denominador que las unía: ser trabajadoras de la educación. Una identidad de clase que se celebra.

Nada de eso se conquistó en soledad, nada se construyó sin estar en la calle,  siempre fue con la fuerza de los sindicatos docentes. Aprendimos, hicimos cuerpo la idea de que nadie se salva solo.

El libro editado por Carpe Literaria. Foto: Sadop Rosario

Hay muchas maneras de contar estos recorridos sobre cómo se organizan las y los trabajadores en defensa de sus derechos, que en definitiva son los de la propia comunidad. El libro De sindicalismos y docencias. Docentes, derechos y educación privada. Reflexiones en tiempos libertarios” (Editorial Carpe Literaria) es una, y muy bienvenida para este momento de la historia. Su autor es Martín Lucero, el secretario general del Sadop Rosario; pero las voces que le dan cuerpo y escritura son más.

La secretaria general del Sadop Nación, Marina Jaureguiberry, define al libro como “una experiencia colectiva” en la que se analizan “temas nodales” sobre los que la organización sindical “ha construido doctrina y jurisprudencia” con la novedad de hacerlo desde “la perspectiva del presente”.

De sindicalismos y docencias “invita, interpela, convoca, exige de nosotras y nosotros respuestas militantes” escribió en esa introducción Jaureguiberry. Una idea en la que insistieron el periodista Matías Loja y la dirigenta del Sadop, Patricia Mounier, al presentar el libro de Lucero en la última Feria Internacional del Libro realizada en Rosario.

Desde esa mirada histórica, colectiva y convocante, la obra es una herramienta más para darle pelea a quienes también hoy discuten el sentido de los sindicatos, los desconocen como organizaciones de la democracia, ponen en duda la autoridad ética de sus decisiones y hasta descaradamente señalan lo que debieran hacer. Esto es una constante a nivel nacional y en la provincia de Santa Fe.

Para apropiarse de esa herramienta, el libro se organiza en ocho reflexiones que, a manera de capítulos, hablan de por qué un sindicato y no un colegio profesional, la inscripción en el movimiento obrero organizado, el derecho a huelga y la discusión por la “esencialidad”, la comunicación en la lucha gremial, las condiciones en las que las y los docentes enseñan, la cuestión jurídica del empleo, los salarios y la vuelta al presentismo de los 90 y el rol de las familias en la educación privada.

Sobre la identidad

«De sindicalismos y docencias», en la Feria del Libro. Foto: Sadop Rosario

Las voces de Claudia Solís, Raquel Moya y Fabián Ciampechini -militantes del Sadop Rosario- ponen el acento en la identidad y en las fortalezas del gremio de la docencia privada. “En el fondo, y en el frente también, los gremios actúan como un vínculo emocional entre los trabajadores quienes al unirse en una causa común desarrollan el sentido de pertenencia, la solidaridad y el apoyo mutuo”, escribe Ciampechini.

Es inevitable, al leer estas expresiones, no recordar aquella escena en la que Pedro Saborido (guionista, escritor) describe de manera ilustrativa qué es un sindicato: saca un fósforo, se lo da a su interlocutor y lo invita a que lo rompa, cosa que hace sin mayor dificultad: lo parte en dos. Enseguida le da muchos fósforos, todos juntos, enlazados y le pide: “Ahora rompé todos estos”. Y no lo puede hacer por más que intente varias veces. “Eso es un sindicato”, señala Saborido la respuesta que el interlocutor tiene entre sus manos.

Al final del libro más voces de delegadas y delegados, de integrantes de la Comisión Directiva del Sadop y congresales refuerzan este sentido de unidad, lo describen cómo lo viven y transitan:  “Recuerdo estar estudiando el profesorado y observar cómo Sadop se transformaba en un sindicato más cercano y representativo de la lucha docente. Desde entonces encontré en Sadop un espacio del que quería formar parte…” (Marina Chiaverano, delegada). “(…) Este camino de crecimiento me enseñó también que en épocas de crisis, como lo son estos tiempos libertarios, donde golpean duras las injusticias, los gobiernos ausentes, los silencios cómplices, la vulneración de los derechos…la mejor manera de enfrentarlos es trabajar unidos, con los mismos ideales” (María del Carmen Valdéz, CD Sadop Rosario).

Y como relata desde lo vivencial Agustina Díaz Gualtieri (delegada), el gremio es también “la ronda de mate de cada curso de formación, el abrazo de la compañera al llegar, el grito presente de cada marcha…”.

De interés municipal

Lucero, en el acto de declaración de interés municipal. Foto: Concejo Municipal

A propuesta de la concejala Caren Tepp, de Ciudad Futura, el libro De sindicalismos y docencias. Docentes, derechos y educación privada. Reflexiones en tiempos libertarios, de Martín Lucero, fue declarado de interés municipal. 

El acto de reconocimiento se realizó el viernes 4 de octubre pasado en el recinto del Concejo Municipal de Rosario.

 

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