El ojo de Dios
Fue en el preciso momento en que Diego recibió el pase. Dios estaba clavándose una picada en la tribuna. Lo acompañaba el Diablo. Un ojo lo tenía en los quesitos y los fiambres. El otro, en la jugada. Recordemos que Dios tiene la
Fue en el preciso momento en que Diego recibió el pase. Dios estaba clavándose una picada en la tribuna. Lo acompañaba el Diablo. Un ojo lo tenía en los quesitos y los fiambres. El otro, en la jugada. Recordemos que Dios tiene la
Tenías cinco meses y entraste dormida en tu cochecito. Me costó un poco subirlo al umbral, negro y agrietado: era demasiado alto, como solían ser las casas y sus cosas hace unos cuantos años. Algo, ese día, nos hizo saber que era
La habitación era sencilla pero cómoda, a pesar de las modificaciones que la internación domiciliaria provocó en la arquitectura del hogar. Los retratos de la familia adornaban las paredes blancas y el rosario en la cabecera de la
¿Y qué le va a decir? ¿Que le apreté un granito? ¿Que le arañé el cuello? ¿Que la tiré al piso? Todavía estoy en la cama, escondido bajo la frazada. Habrán sido las siete y cuarto cuando mamá abrió la puerta de la pieza como si se
La gente llama al médico a domicilio por un montón de cosas, pero a veces esas cosas son las más insólitas del mundo. Una vez una señora de unos cincuenta años me llamó espantada porque creía tener dengue.
Salgo a caminar o esa cosa que siempre hace Mamá cuando quiere tomar aire. No sé cómo logra estar tanto tiempo sin respirar. Aunque eso me preguntaba antes cuando no sabía que era una forma de decir que en realidad lo que hace es
Una sola vez intenté, Lauri. No sé, se me mezcla un poco ahora, pero ponele que fue a mediados de los noventa. Yo había trabajado en el supermercado el año anterior. Era cajera para los fines de semana, ¿sabés?
Eduardo y Jimena mastican. Sus bocas se abren y se cierran a un ritmo monótono, vacío, mecánico. Están sentados arriba del auto, con las ventanillas levantadas, frente al muelle.
El calor parecía aumentar en el local, lleno de ansiosos, humo y voces. Le dije que por eso me gusta este antro, aunque no fumo. Tenía la mirada perdida. No creo que él haya estado borracho, sí, filosófico. Por lo visto, la cosa i
Vergüenza es robar y no llevar nada a la casa. A los 9 años tenía una amiga. Yo la amaba, creo que ella a mí también. Éramos traviesas, como la mayoría de los pibes, pero siempre queríamos hacer una de más. Teníamos mucho en común