Sacar el daño
Voy de Burzaco a Capital. El tren tiene un aire de desconsuelo por las noches. Todos llevamos el día desarmado en el corazón. Ya son las nueve.
Voy de Burzaco a Capital. El tren tiene un aire de desconsuelo por las noches. Todos llevamos el día desarmado en el corazón. Ya son las nueve.
La mantis religiosa se detuvo. Llevaba horas caminando en el desierto y ya no tenía fuerzas en sus patas traseras para continuar. Un cartel de neón, que parpadeaba del otro lado de la ruta, le indicaba que se trataba de un motel.
La piedra de afilar está girando. Toto impulsa con el pie la tabla conectada a las poleas. Afila el machete. Se resiste a los motores eléctricos. Dice que la energía de las personas es el motor de todas las cosas.
Cuando el patovica quiso sacar a Emilio a las patadas, él le dijo que era un invitado. Encogido de hombros, le mostró la tarjeta y el vigilante corroboró que estuviera en la lista. El vestidor de Mariana tenía una ventana que daba
Una noche de tantas, ablandada por el vino tinto y un ambiente cálido, me encontraba en casa de un amigo hablando de unos cuántos sinsentidos, cuando su novia sacó un muñeco de una caja que había en la repisa y me lo mostró. Era u
Dos noches sin dormir, meta café y tabaco; anhelando/acariciando la idea de descansar al fin y recuperar energías gastadas al pedo, soñando con tener un trampolín al pie de la cama, mandarme un clavado para, ya en el aire, desmaya
Le había extirpado las alas a sus sueños por decreto, con fuerza de Ley. Había instaurado la dictadura con aquella frase que alguna vez no supo escuchar: “El que se enamora pierde”, le dijeron un instante antes de que su corazón s
Angelito se había caravaneado esa noche. Y las dos anteriores también. Mientras se bañaba, pensaba en quién podía ser tan hijo de puta como para hacer coincidir las finales del Papi, el torneo más importante de todo Gualeguaychú,
Bola ocho le empezaron a decir a Caren. Por lo petisa, negra y gorda. El miedo a engordar era constante entre las gimnastas que dejábamos el alto rendimiento. A los varones también les pasaba, pero menos. Aunque después nos dimos
Soy una criatura, es la escuela, es la clase de matemáticas, es la chica que siempre está gritando, grita y chilla. Me mira, dice que le hice algo que no le hice, lo dice y lo repite. Me mira, me señala con el dedo y yo no sé move