La reunión del presidente del Concejo con el opositor Héctor Cavallero –quien pidió una auditoría de las cuentas municipales y aseguró que la Intendencia “está fundida”– reavivó la interna del partido del gobierno local. El secretario político de la Municipalidad, Horacio Ghirardi, sostuvo sobre Zamarini que “o de alguna manera se ha abusado de su buena fe, o Miguel está en un momento de confusión política”. No es la primera vez que se producen cortocircuitos entre el Ejecutivo y el concejal socialista que preside el parlamento rosarino.

“Todos sabemos quién es Héctor Cavallero en nuestro partido, cómo ha jugado desde que se convirtió al Partido Justicialista, permanentemente en contra de nuestra gestión, con denuncias permanentes, todas ellas falaces. Es una actitud permanente, cada seis meses se repite este tipo de denuncia”, dijo Ghirardi este miércoles a Radio Dos en relación al encuentro, producido el martes, entre Zamarini y el Tigre Cavallero.

No exento de una ostensible bronca, el secretario de Gobierno agregó que Cavallero “ha encontrado ayer el escenario del Concejo para seguir haciendo un poco de su show”. También dijo respecto del encuentro que desconocía si Lifschitz estaba al tanto, y agregó que “en particular a mí me ha sorprendido, y creo que a todo nuestro equipo”.

Cavallero fue uno de los fundadores del Partido Socialista Popular (PSP) junto al difunto Guillermo Estévez Boero. Durante la primera presidencia de Carlos Menem tomó la decisión política de convertirse en oficialista, lo cual le valió que lo echaran de su partido. Desde entonces, la relación con sus viejos camaradas ha sido estrepitosa.

“No entiendo el cariz de la reunión, ni en qué marco se ha dado, pero bueno, indudablemente la actitud de Cavallero es absolutamente intencional en el sentido de dañar la gestión del intendente Lifschitz”, interpretó Ghiradi, con lo cual se explica su enojo con Zamarini.

El funcionario municipal también atacó al Tigre, de quien dijo no tenerle “respeto” y apuntó que “Cavallero es una persona que oportunamente se convirtió al peronismo y como todo converso tiene que hacer los deberes, cada tanto hacer una denuncia, tratando de atacar la gestión de Lifschitz, tratando de deteriorar la imagen de la gestión, por suerte sin éxito”. Seguramente, el culebrón continuará. Pero es de esperar que el entuerto se arregle antes de llegar a los modos que se vieron en la interna del socialismo en la provincia de Buenos Aires, con palazos y con intervención del distrito.
 

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