Una investigadora de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) desarrolló una planta transgénica que es menos atacada por los insectos, lo que permitirá disminuir las pérdidas de cantidad y calidad en la producción, y reducir el uso de insecticidas en las plantaciones. Se trata de la doctora Raquel Chan, cuyo proyecto "Generación de plantas transgénicas tolerantes al ataque de Insectos herbívoros" ganó el Concurso Nacional de Innovaciones "Innovar 2008", organizado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación.
 

Al incorporar un gen de girasol en una planta de experimentación, investigadores del Laboratorio de Biología Celular y Molecular desarrollaron un transgénico que recibe menos ataques de todo tipo de insectos.

Se trata de un desarrollo biotecnológico que aún se encuentra en estudio, pero los beneficios potenciales son importantes. Actualmente se están haciendo ensayos en maíz, trigo y soja con resultados alentadores.

Estas ventajas se desprenden de un gen que originalmente se estudió y patentó por su capacidad de conferir tolerancia a la sequía.

Voceros académicos dijeron que "todo comenzó de forma casual, cuando los expertos en Biología Celular y Molecular de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas sufrieron una invasión de mosquitas en su cámara de cultivo", donde experimentaban sobre plantas genéticamente modificadas para su estudio.

Los investigadores notaron que de las plantas modificadas genéticamente, las arabidopsis, fueron atacadas en un grado mucho menor por las mosquitas que las plantas no modificadas genéticamente.

Esas plantas modificadas tenían en su estructura un gen extraído del ADN del girasol, que el grupo ya patentó como el HaHb4, que confiere una alta capacidad de resistencia a la sequía.

La observación casual disparó un nuevo estudio por el que los científicos comprobaron que el gen agregado también mantiene activos y alertas, constantemente, los mecanismos de defensa de las plantas.

El transgén HaHb4 fue patentado en 2004 por la UNL, el CONICET y la empresa Bioceres. El grupo de trabajo está integrado por los investigadores Pablo Manavella y Carlos Dezar, bajo la dirección de la doctora Raquel Chan.

Luego de la observación inicial, los investigadores se dieron a la tarea de descubrir por qué las plantas transgénicas no eran comidas por las moscas.

Pablo Manavella explicó que para la experimentación pusieron larvas sólo con plantas modificadas, las dejaron que coman y las fueron pesando diariamente.

"Las larvas que se alimentaban de plantas salvajes en paralelo tuvieron un desarrollo de peso normal, mientras que las que se alimentaban de las transgénicas no aumentaron de peso. Es decir que su desarrollo se detuvo", indicó.

El fenómeno fue observado en plantas de experimentación que no tienen interés comercial, pero sirven para ensayar las respuestas del desarrollo vegetal a las condiciones medioambientales.

En una segunda etapa los investigadores estudian si estas respuestas se repiten en especies diferentes.

"Para eso transformamos maíz y al comparar los datos de las áreas de hojas comidas, se ve que los insectos comían alrededor de un 30 por ciento menos las plantas transgénicas que las salvajes", contó Chan.

"Entre el 90 y 100 por ciento de las larvas de oruga que poníamos a que comieran llegaban al estadío adulto en las plantas salvajes. Mientras que en las transgénicas sólo entre el 10 y 20 por ciento de las orugas llegaron a adultas", detalló.

"Estos valores hay que tomarlos con cuidado porque fue una instancia de experimentación donde el insecto no tenía otras alternativas para comer. Es probable que si uno tuviese las plantas transgénicas y el vecino no, el insecto vaya a comer las
plantas del vecino", aclaró Manavella.

Actualmente se están haciendo ensayos en maíz, trigo y soja con resultados alentadores. La fase de reproducción de semillas está a cargo de la empresa Bioceres. (Télam)
 

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