La aprobación por parte del Senado del proyecto que elimina las jubilaciones privadas y crea el Sistema Integrado Previsional Argentino (Sipa) significa un paso en desmedro de la especulación financiera con los ahorros de los trabajadores y en favor de un sistema solidario intergeneracional en el que los que aportan hoy lo hacen para sostener los haberes de los actuales jubilados.

La medida beneficia, en mayor medida, a quienes están en condiciones de jubilarse y perciben salarios más bajos: un empleados casado con esposa tres años menor y salario de 2.700 pesos percibiría un haber jubilatorio estatal de 516 pesos y uno de AFJP de 231. El final abrupto de un negocio en el que por cada 100 pesos de salario 7 iban a jubilación pero 2 quedaban en manos de las administradores hace comprensible el malestar de las entidades perjudicadas.

Hasta hoy, el 77 por ciento de los jubilados argentinos pertenecientes a las AFJP reciben un haber complementario que paga el Estado. Es decir, las administradoras captan el dinero de los aportantes, se quedan con una buena tajada en concepto de comisiones, especulan con el resto y a la hora de pagar los haberes acuden al Estado, que financia una parte de ellos.

Según datos difundidos por la Ansés, existen 52 mil beneficiarios de las AFJP cuyas cuentas están totalmente consumida, por lo que el Estado paga íntegramente su jubilación.

Para que todos los jubilados de las AFJP tengan garantizado su haber, la Ansés debe
subsidiar actualmente con 4 mil millones anuales el régimen de capitalización, lo cual no es un disparate sino un negocio impresionante para unos pocos sobre las espaldas de .3millones de trabajadores argentinos.

Para comprender mejor 1la cuestión van algunos ejemplos: un aportante soltero que en 1994 cobraba 1.000 pesos de salario, y que actualizados a 2008 serían unos 2.700 pesos, está en condiciones de percibir un haber jubilatorio de 516 pesos en el Estado y de 299 en las AFJP.

Para una trabajadora casada con esposo tres años mayor y el mismo salario del caso anterior, la jubilación estatal sería también de 516 pesos pero la del régimen de capitalización de 233. Las AFJP son misóginas.

Las diferencias persisten aun en franjas de trabajadores con mejores retribuciones. Según datos oficiales, aquel que en 1994 tenía un salario de 2 mil pesos que actualizado a 2008 treparía a 5.300, percibiría un haber jubilatorio, si fuera soltero, de 1.033 pesos en el estado de 599 en el régimen privado.

La brecha se amplía en el caso de un hombre casado con una mujer tres años menor e igual salario que el caso anterior. La Ansés le pagaría también una jubilación de 1.033 pesos pero la AFJP de apenas 432.

La medida, como puede apreciarse a través de estos ejemplos, beneficia al conjunto de los aportantes sin perjuicio del legítimo debate sobre el destino de los fondos que se traspasan al Estado. Vale recordar que en la última década la dirigencia política no exhibió tanto empeño en salvaguardar con controles el destino de los fondos que los trabajadores dejaban en manos de las administradoras privadas.

El sistema de AFJP –utilizado en muy pocos países, y en ninguno con las características económicas de Argentina– nació en 1994 en pleno auge de las políticas liberales que nos depositarían en el Primer Mundo. Falleció ayer en una nación que sigue pujando por mantenerse en el Tercero.
 

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