Por Daniela Moscariello. En la línea del 007 de Casino Royal, Quantum of solace intenta repetir la fórmula, pero sin éxito, a causa de un guión fallido, absurdo, que ni siquiera sirve para dar sustento a las vertiginosas coreografías de la violencia.

El nuevo James Bond, el de Daniel Craig, que se inaugura con Casino Royal (2006), es un espía menos glamoroso, más brutal, sin las marcas de las tradicionales producciones de la saga, muchas de ellas ya anacrónicas para estos tiempos. Pero este nuevo modelo de 007 se acerca, por momentos demasiado, a los actuales y adocenados tics de las películas de acción, y entonces el personaje pierde ciertos rasgos de estilo que lo hicieron famoso, y se empasta en los más modernos y tecnificados lugares comunes de las producciones de acción, con sus infinitos saltos y sus piruetas, coreografías que estetizan la violencia.

La sobredosis de estos ingredientes nos conduce directamente a la estética de videogame, e inscribe a Quantum of solance en la categoría de película para Play Station. Y obviamente, el estreno del film y el lanzamiento del videogame del mismo nombre fueron simultáneos. Sus escenas de persecuciones en autos, a pie, por los techos, rebotando en paredes traen a la mente, por su parecido, las secuencias que popularizó la saga de Jason Bourne, el espía creado por el novelista Robert Ludlum que fue llevado a la pantalla con el protagónico de Matt Damon. Más de un crítico marcó la influencia de Jason Bourne sobre James Bond, además de la cercanía fonética de sus nombres y la sugerente identidad de sus iniciales.

A Quantum of solance(título que significa algo así como “la cantidad del consuelo”) le va mucho mejor con los códigos gestuales y corporales que con los lingüísticos. En los momentos en que no se disparan contra la platea las abrumadoras escenas Play Station, en los breves intervalos en que el film tiene que desarrollarse a partir de algunos mínimos diálogos, cae en la inverosimilitud y en los lugares comunes más torpes.

Está claro que en este tipo de producciones sólo se puede esperar que los diálogos sirvan de mínimo sostén, de excusa para apuntalar una trama que descansa en las escenas de violencia. Pero en Quantum of solace no encontramos ni siquiera eso: cuando el guión intenta darle un sentido a la violencia, logra todo lo contrario, debilita las escenas de acción, les quita sustento, las hace aburridas, pesadas pese al montaje frenético.

Traicionado por su amada Vesper, 007 mezcla el deber hacia la Corona con un asunto personal en su nueva y compleja misión (compleja especialmente para el espectador, por lo deshilvanado de la historia). Su frenética búsqueda pasea al agente por Italia, Inglaterra, Haití, Austria y Bolivia, todos sitios reconstruidos a partir de esa remanida mirada turística, superficial y de caricatura propia de la saga Bond, en esto sí, fiel a sus orígenes.

Los que adoran al viejo James Bond anterior a Daniel Craig seguirán haciéndolo, tal vez con más motivos. Los que disfrutaron de Casino Royal y la consideran una bocanada de aire fresco para la saga, quizás se vayan un poco decepcionados.

Título original: Quantum of Solace.
Origen: Inglaterra, EE.UU. (2008)
Dirección: Marc Forster.
Guión: Paul Haggis, Neal Purvis, Robert Wade.
Fotografía: Roberto Schaefer.
Música: David Arnold.
Montaje: Matt Cheesse, Richard Pearson.
Intérpretes: Daniel Craig, Mathieu Amalric, Judi Dench, Olga Kurylenko, Giancarlo Giannini, Gemma Arterton.
Duración: 106 minutos.
Salas: Showcase, Village.

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