La renuncia a la selección argentina de fútbol del volante creativo Juan Román Riquelme, confirma al diez de Boca como un personaje único, que pasará a la historia vernácula no sólo por su exquisita calidad futbolística, sino por promover otra de las grandes polémicas nacionales, tales como rosismo-mitrismo, peronismo-antiperonismo, Borges-Arlt, Soda Stereo-Redonditos, Tinelli-Pergollini, Cristina-Campo, por sólo mencionar algunas.

La antinomia de pro riquelmistas y anti, ya estaba instalada desde hace algunos años. Mucho antes de que Maradona –quien ha dicho varias veces que gusta del juego de Riquelme– sea mencionado siquiera como posible candidato a ponerse el buzo de técnico del seleccionado mayor. Podría rastrearse incluso desde que Juan Román apenas apareció en escena, y está grabada en las raíces mismas del adn dual del hinca argentino. Esa dualidad que se plantea entre los que privilegian el buen trato del balón y la pausa justa, en contra de los que reclaman ritmo y vértigo a sus jugadores.

Las radios y programas de TV, noticieros y los de chimentos, todos hablan el tema, sin entender nada de futbol. El tema adquiere revuelo porque el terreno estaba servido desde hace tiempo, porque Riquelme despierta pasiones, y Maradona las resucita. Pero en realidad, acá no se discute sólo una cuestión de estilo de juego, sino de otras índoles.

Riquelme renunció por segunda vez en su carrera al seleccionado tras enojarse con declaraciones de Maradona, al mismo tiempo que la prensa local difundió versiones sobre un presunto malestar de otros jugadores del plantel con el volante de Boca, de indiscutido talento y polémico manejo de grupo.

Por su personalidad

Por su personalidad Riquelme no es un tipo fácil. Necesita de la confianza extrema de su entrenador y sus compañeros para desplegar toda su categoría y sentirse dueño y señor de la cancha –y a esto, con los años, le sumó el vestuario–.

Además de demandar algunos mimos, propio de quien se sabe protagonista principal de la historia –un partido, un torneo, un equipo– , que significan hacerlo sentir nada menos que el conductor; Juan Román parece ser un tipo que se planta fuerte en sus definiciones, y en eso se parece a Maradona. No ha tenido problemas en pelearse con Mauricio Macri y pasarle factura frente a una bombonera llena, reclamarle a Grondona que si quiere juegue él en verano a las cuatro de la tarde, o decirle que no al mismísimo Diego.

Por su juego

Por su tipo de juego, Riquelme forzaba a todo el equipo a rodearlo de la mejor manera para poder explotar a pleno su calidad, tal como lo hace en Boca, donde es el jugador desequilibrante y así fue estandarte de los auriazules en varias conquistas en los últimos años.

Ese mismo esquema es plantea algnos desafíos en la selección, donde Riquelme debe convivir con otros talentos como Lionel Messi, Sergio Agüero, y Carlos Tevez, que son jugadores desequilibrantes.

La nueva polémica explotó la semana pasada, cuando Maradona señaló en la televisión que no estaba satisfecho con el actual momento del volante de Boca.

"A Riquelme lo quiero en los últimos 20 metros (de la cancha) para que se comunique con Tevez, Agüero y Messi, y que se pueda sacar un hombre de encima. Lo quiero de enganche, pero que tenga esa velocidad mental para ponerles pelotas de gol a los delanteros y que llegue él también. Si no, no me sirve", dijo el entrenador de la selección, que no suele tener frente a las cámaras, la misma cintura que en sus años de jugador, –aunque a muchos disfrutemos hoy varias de las incontinencias verbales del Diego, sobre todo cuando pega a Grondona o está al lado de Hugo Chavez. No tanto cuando habla de otros temas (cruzo los dedos porque no se sume al coro de Susanos)–.

Ofendido por la crítica, Riquelme anunció la noche del martes que "con el técnico de la Selección no pensamos igual. No tengo los mismos códigos que él. Me entero de la selección por la radio y por la televisión. No tenemos los mismos códigos. No coincidimos".

"No puedo trabajar con una persona con la que no coincido en nada. Se terminó la selección para mí. Ya tengo 30 años y me va a doler mucho ver el Mundial por la televisión", agregó el jugador.

Riquelme evitó en todo momento nombrar a Maradona, al que se refirió siempre como "el técnico de la selección".

Momentos antes del anuncio del jugador, Maradona había dicho que Riquelme estaba convocado para los próximos partidos ante Venezuela y Bolivia, por las eliminatorias del Mundial Sudáfrica-2010, pero después de conocer la renuncia del jugador, dio una respuesta terminante.

"En mi lista para las eliminatorias estaba Riquelme. Ahora lo borro totalmente. Yo lo cité. El que se bajó fue él. Lo respeto pero no lo comparto en absoluto. Tenía todo para ganar, un gran equipo para manejar. Se ve que no quiso. Para mí, tomó una decisión desacertada. No se vuelve atrás", señaló el DT.

Es la segunda vez que Riquelme renuncia, luego de alejarse tras el Mundial de Alemania-2006, en el que Argentina quedó eliminada en cuartos de final, con el argumento de que a su madre le dolía escuchar duras críticas contra su hijo.

"Ya somos grandes. Que no quiera venir me deja una tristeza muy grande, pero no puedo ponerme a llorar. Tengo a Messi, ‘Kun’ (Agüero), Tevez, Mascherano, Gago, Heinze, Carrizo, Jonás (Gutiérrez). En mi cabeza hasta ahora estaba Riquelme. Ahora lo borro totalmente", afirmó Maradona a radio Mitre.

La salida prolonga los conflictos de Riquelme con varios entrenadores, entre ellos el holandés Louis Van Gaal y Radomir Antic (ambos en el español FC Barcelona), y el chileno Manuel Pellegrini, en Villarreal (España).

La realidad en cuestión es triste. Da pena tanto circo y regocijo en manos de la siniestra industria del futbol y la TV. Dos de los más grandes diez de la historia del futbol mundial y nacional (y bostera podría agregar legítimamente un xeneize), se pelearon; los dos entregaron imágenes de profunda belleza estética y futbolística, y a su modo, han producido grandes hitos deportivos para nuestro país y quienes gustan de ver jugar bien al fútbol. No hay nada que festejar.

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