El estado del edificio donde desde hace 25 años desarrolla sus cursos la Escuela Provincial de Cine y TV de Rosario, en Alem y Gaboto (parte de la ex Vigil), no es nada agradable. Además de tener que subir siete pisos a pie porque no anda el ascensor, los estudiantes se preguntan que pasó con el proyecto de la mudanza. También habla el director de la escuela.

Los estudiantes de las carreras de cine, artes visuales y teatro, de Alem y Gaboto, reclaman mejoras edilicias, entre ellas el arreglo del único ascensor que tienen para recorrer los siete pisos del edificio y además siguen en pie de lucha por un manejo presupuestario independiente.

Raúl Bertone, actual director de la Escuela de Cine, señaló que el presupuesto propio es algo imposible y que además de esperar que se concreten las mejoras edilicias, siguen buscando un nuevo edificio para habitar.

Guillermo Erijinovich, uno de los estudiantes de cine que encabezó la sentada que estudiantes y docentes realizaron el martes 14 de abril en la cuadra de Alem, entre Amenábar y Gaboto, con corte de calle incluido, relató: “Nos reunimos los tres institutos (cine, artes visuales y teatro) para pedir un edifico en mejores condiciones debido a que la estructura edilicia tiene salones con humedad, cableado eléctrico de hace 50 años, un río subterráneo por debajo del edificio, el ascensor –que fue el desencadenante de esta protesta– si bien dejaba de funcionar cada dos por tres, desde diciembre que alumnos y docentes deben subir equipos por los siete pisos que integran estas facultades. Tenemos compañeros y docentes discapacitados y se ven forzados a subir los siete pisos, es terrible estudiar así”.

En concordancia con su compañero, Ezequiel Guernico señaló la necesidad de “llevar a los cursos la discusión y organización en lucha por una educación pública real y sabemos que no es un problema sólo de Cine o de la Vigil, sabemos que en otras facultades hubo problemas de esta índole como en Psicología (con el techo caído), en Humanidades y Artes (la facultad Bellas Artes está cerrada por arreglos y los alumnos asisten a clases a otra dependencia por los arreglos que están realizando) y a nivel nacional se ve el deterioro y las políticas que han llevado a cabo los distintos gobiernos, tanto el saliente como el nuevo”.

Por su parte, Bertone, ex secretario de Cultura de Santa Fe, vuelto a su empleo de planta en la escuela de Cine, señaló en una nota publicada en El Ciudadano que si bien está de acuerdo con el reclamo de los estudiantes y docentes sobre las mejoras edilicias del lugar, no comparte el modo en el que se manifestó dicho pedido.

“No considero que el lugar se venga abajo, como dicen, sí que tenemos problemas importantes en cuanto a mantenimiento y que los ascensores están obsoletos, por lo cual necesitan ser reparados todo el tiempo”, admitió y remarcó que más allá de estas inclemencias, “cada salón tiene calefacción y aire acondicionado, como también (en el caso de las de cine) equipos como videocassetteras, grabadores y reproductores de DVD”.

En cuanto al nuevo espacio que esperan pronto ocupar, Bertone recordó que cuando era secretario cultural de la provincia, durante los dos gobiernos de Jorge Obeid (1995 a 1999 y de 2004 a 2007) propuso que se trasladen las oficinas del edificio de la sala Lavardén de Sarmiento y Mendoza. “Este pedido tomó forma recién en 2004 y se presentó un concurso para llevar a cabo este proyecto de traslado. Se presentaron varias empresas, se seleccionó una y se quedó ala espera de un presupuesto. Luego, el gobernador Hermes Binner resolvió darle otra función a ese sector de la Lavardén (en agosto se inaugurarán los nuevos espacios del centro cultural, donde se realizarán talleres y exposiciones), así que me tomé el trabajo de pedirle a la ministra de Cultura e Innovación (María de los Ángeles) Chiqui González y el subsecretario Marcelo Romeu, que nos consigan un nuevo lugar donde mudarnos. Mientras tanto debemos cuidar el espacio en el que estamos, porque no sabemos cuánto más vamos a convivir aquí”.

En cuanto al presupuesto independiente que reclaman los estudiantes, Bertone informó que el dinero “fijo” que llega desde el gobierno provincial está destinado al pago de sueldos de docentes, personal no docente y gastos fijos del edificio, mientras que el resto de los ingresos son mediante subsidios variables.

Por su parte, los estudiantes afirman que de haber una independencia presupuestaria, se podrían entregar becas a los estudiantes de las distintas escuelas que integran el edificio. A esto Bertone respondió: “Tenemos fondos regulares que aporta el Ministerio para sostener el funcionamiento regular de la escuela y un aporte no tan regular para gastos de funcionamiento y asistencia cultural, no tenemos manejo presupuestario y pienso que no lo vamos a tener”.

Con un palo de escoba como cámara

La escuela de cine nació en 1984 de la mano de Raúl Bertone, durante el gobierno de José María Vernet y la secretaría cultural de Jorge Guillén. Esta escuela se fundó junto al Instituto Provincial de las Artes, impulsada por los integrantes del grupo Arteón, dirigidos por Néstor Zapata.

“Yo era el director del taller de cine en el teatro Arteón, que cerró a fines de 1983, cuando ya sabíamos que iba a existir la escuela de cine que hoy dirijo. No le vimos mucho sentido a tener abiertas estas dos instancias de escuelas de cine gratuitas, dependientes de la provincia, de hecho, varios alumnos de Arteón fueron los primeros docentes de la escuela de cine y allí comenzó toda la historia”, expresó Bertone a El Ciudadano.

Hasta entonces sólo había escuelas de cine en Santa Fe (de la que surgió el reconocido director Fernando Birri), Córdoba y La Plata.

“Lo único que había por entonces era un refugio para los amantes del cine, que era el teatro Arteón, un espacio donde se juntaba gente del teatro y del cine”, expresó a este diario un viejo alumno de la escuela de cine, mientras recordaba que en sus primeros años de cursado “no había cámaras, sólo sosteníamos un palo de escoba y lo movíamos como si fuera una cámara, también teníamos rollos de súper 8 que duraban sólo tres minutos, y como era un material carísimo, no nos podíamos equivocar en las tomas, nos jugábamos con todo en cada trabajo”.

(Fuente: El Ciudadano)

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