La lepra dominó ampliamente en la primera mitad y llegó al gol a través de un terrible zapatazo del pibe Formica desde más de 30 metros, pero después se metió demasiado atrás y le permitió al conjunto de Russo ir creciendo hasta encontrar el ansiado empate en un cabezazo del Cachi Zelaya.  Hubo incidentes al término del encuentro, cuando las parcialidades intercambiaron proyectiles de platea a platea y la policía reprimió disparando balas de goma. También hubo corridas fuera del estadio y el saldo arrojó unos 40 detenidos y al menos 3 personas heridas.

Si bien el equipo de Sensini fue el que tuvo las más claras a lo largo del encuentro, la levantada auriazul, basada en el empuje del Kily González, casi termina dándole al pueblo canalla un triunfo que hubiera sido festejado hasta el hartazgo. El final no fue apto para cardíacos y los dos tuvieron chances netas para quedarse con la victoria, pero otra vez más, el clásico por el que se desvive la ciudad, se quedó sin dueño.

El clásico arrancó como todo clásico. Ninguno quería arriesgar demasiado y en los primeros minutos prácticamente no se pisaron las áreas. El primer llamado de alerta lo dio Vangioni, pero Broun le tapó el remate y la Lepra no supo aprovechar el rebote. Enseguida llegó el zapatazo de Mauro Formica que se encontró demasiado sólo y tuvo tiempo de medir donde iba a colocar la pelota y hacer estéril cualquier intento del arquero canalla. Delirio en la bandeja que ocuparon los 4 mil hinchas leprosos que pese a la inferioridad numérica, se hicieron sentir y mucho.

Central, herido en su orgullo, trató de emparejar el trámite pero le costaba hacer pie en la mitad de cancha y no tuvo precisión a la hora de definir las pocas oportunidades que se le presentaron. Y Newell’s lentamente se fue parando de contragolpe y se fue conformando con esa mínima diferencia.

Un tiempo para cada uno

Por eso no sorprendió que en el complemento, el canalla saliera decidido a llevarse por delante a su rival, sin orden ni demasiadas ideas, pero con la obsesión de buscar el arco rival. Así se sucedieron algunas situaciones claras para ambos, ya que en su afán de lograr el empate, el equipo de Russo descuidaba el fondo. Armani se perdió un gol increíble luego de que Salcedo lo dejara mano a mano con Broun y hubo un cabezazo de Méndez que besó el palo izquierdo de Peratta.

Pero tan atrás se metió la lepra, que sin hacer demasiados méritos, Central encontró lo que tanto buscó. Ribonetto envió un pelotazo que Vizcarra (que había ingresado por Caraglio) alcanzó a peinar hacia atrás y el Cachi Zelaya, entrando como una tromba mandó a la red con golpe de cabeza y desató el delirio del pueblo canalla.

Quedaban 10 minutos más el adicional. Y fueron minutos eternos y para el infarto. Porque Central, agrandado por el tanto del empate y empujado por su gente, fue a buscar un poco más y casi lo consigue cuando tras una buena combinación colectiva, Franzoia no pudo conectar el centro enviado desde la izquierda, y también pudo ser para la lepra, pero otra vez Armani se quedó con las ganas de convertir su primer gol clásico.

El clásico volvió a quedar huérfano y el festejo quedó archivado para otra oportunidad. Terminó siendo un clásico empate, porque Newell’s no se animó a definirlo y se acurrucó en el fondo, y porque Central se acordó tarde de hacer pesar la localía. 

Apostillas clásicas

El gran capitán. Cuando Baldassi pitó el final del encuentro, el Kily González recibió una ovación impresionante. Es que el experimentado volante se cargó el equipo al hombro cuando más fea se había puesto la cosa y fue el valuarte de la levantada (y el empate) canalla. Pero el zurdo también se robó la atención con un par de actitudes curiosas. En un momento, las circunstancias del partido quisieron que quede muy cerca del banco leproso y saludó efusivamente a Roberto Sensini. Es cierto que jugaron juntos en el seleccionado que conducía Bielsa, pero en un clásico no deja de ser un hecho llmativo. Y después se salió del libreto y se le subió en ndas al árbitro Baldassi que estaba levemente inclinado provocando la carcajada del juez y los compañeros y rivales que observaron la risueña situación.

Monumento a la camiseta. Tanto el juez principal, el cordobés Baldassi, como sus asistentes y el cuarto hombre (el lungo y malhumorado Maglio) lucieron camisetas diseñadas especialmente para la ocasión. En la espalda podía observarse claramente la imagen del Monumento Nacional a la Bandera y la leyenda “El gran clásico” por encima de la fecha en que se disputó una edición más, del partido que define el ánimo de los rosarinos.
 

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