Pingponeando por un sueño.
Pingponeando por un sueño.

Abelardo Montero, joven argentino que debió emigrar a EE.UU. tras la crisis de 2001, disputará, por segunda vez, uno de los torneos más importantes del mundo del mal llamado Ping Pong. En la edición anterior, y con la camiseta de la selección, fue campeón en su categoría.

Que se vayan todos…

La historia de Abelardo es similar a la de muchos jóvenes argentinos: luego de terminar los estudios secundarios, se tuvo que buscar un trabajo para subsistir y colaborar con la casa materna y de golpe y porrazo, tras la crisis de 2001, se dio cuenta que no tenía absolutamente nada y que para colmo se había quedado (al igual que su madre y sus hermanos) sin laburo. Un pariente que residía en Estados Unidos le tiró la idea, y le garantizó una mano y un techo amigo, y no la pensó dos veces.

Al tiempo estaba laburando en un país lejano, aprendiendo a los golpes y a las apuradas un idioma desconocido y luchando mano a mano contra la nostalgia y la discriminación. Pero se la bancó. Y se las ingenió para, al poco tiempo, juntar y mandarle la plata de los pasajes a su vieja y a uno de sus hermanos. Al menos para estar un poco menos solo en el culo norte del mundo.

Paleta, pelotita y pasaporte.

Antes de tener que rajar pa’l norte, Abelardo dividía su tiempo entre su laburo en el Bingo (donde veía como se llenaban los bolsillos ajenos y con suerte engordaba un poco el propio a fin de mes) y la práctica del deporte que había aprendido a amar y en el que le iba bastante bien: el Tenis de Mesa.

“En mi casa, en el living, teníamos una mesa bastante grande y cuando cumplí 10 años mis abuelos me compraron la red, un par de paletas y pelotitas y le empecé a dar”, arranca contando este joven que ya lleva 8 años de residencia en Los Ángeles, California y que está a punto de disputar un verdadero mundialito de este maravilloso deporte. “Después me enteré que en Náutico, donde toda la vida había practicado Judo (reconoce que llegó a ser campeón santafesino en infantiles) iban a empezar a dictar clases de Tenis de Mesa y con mi amigo Javier Ricle nos enganchamos y nos anotamos enseguida”.

Montero cuenta que el entrenador en Náutico era Julio Roldán y que rápidamente el club de la ribera pasó a ser uno de los animadores de los torneos que organizaba la Asociación Rosarina de Tenis de Mesa, que por aquel entonces contaba con una verdadera familia de más de 200 jugadores federados que cosechaban grandes logros a nivel nacional.

Abelardo llegó a estar entre los mejores jugadores de Rosario y tras conseguir un valioso tercer puesto en el Campeonato Argentino de 1988, fue Subcampeón nacional en 1990 y se alzó con la medalla de bronce en el Sudamericano de ese mismo año. Pero después, la necesidad de ganar un mango y la abrupta caída que sufrió el deporte en nuestra ciudad hicieron que la paleta durmiera en su estuche por casi 15 largos años.

De Ping Pong a Table Tennis

Afincado en el país del norte, Abelardo tuvo que pelearla y mucho, y ni soñaba con volver a jugar al Ping Pong, y muchísimo menos de manera casi profesional. “En 2007 un compañero de trabajo (es técnico óptico y hace lentes para que el resto del mundo vea mejor) me comentó de un club en el que se practicaba Tenis de Mesa y enseguida me di una vuelta para ver qué onda. La cosa es que un manager que andaba por ahí me vio paletear, me hizo una especie de prueba y me preguntó si no tenía ganas de entrenar con él y empezar a competir. ¡Y por supuesto me tiré de cabeza!”.

El manager no era otro que el húngaro Tibor Klampar, una leyenda del Tenis de Mesa mundial que enseguida lo empezó a cagar a pelotazos y Abelardo volvió a su viejo amor, “la verdad después de 13 años sin tocar una paleta pensé que se me iba a complicar más pero al toque, y entrenando con semejantes monstruos y con la tecnología que hay acá todo se hizo mucho más fácil. Es más, creo que ahora juego mucho mejor que cuando era pendejo”.

¡Go Montero Go!

Tras ganar un par de torneos en California y escalar categorías (el rankeo es similar al del Tenis) al rosarino se le presenta la oportunidad de disputar un US OPEN y, empujado por los entrenadores del club CAB, se anota sin demasiadas expectativas y decide jugar todos los partidos con la camiseta de la selección argentina de fútbol. Y terminó consagrándose campeón tras dejar en el camino a jugadores de Francia, Canadá, Alemania y hasta a un par de chinos que de esto saben y mucho. “La verdad que no lo podíamos creer, sabíamos que podía estar entre los 10 ó 15 primeros pero no imaginábamos que podía llegar a ser primero como finalmente terminó sucediendo”, agrega a la distancia este rosarino que aún hoy sigue esperando los papeles que le permitan caminar un poco más tranquilo por las calles de Los Ángeles.

Mientras disfruta de sus pequeñas hijas, Abelardo entrena duro y parejo para el gran debut del próximo miércoles 1 de Julio en la nueva edición del Abierto de Estados Unidos que esta vez se llevará a cabo en Las Vegas y donde deberá defender su título además de verselas con jugadores mucho mejor posicionados que él, “es raro porque acá no hay Primera, Segunda, etc, como en Rosario, si no que hay un ránking y vas escalando posiciones y cambiando de categoría. Yo gané la 2000 y ahora voy a jugar por la 2200. Para que te des una idea el mejor de Estados Unidos está 2650 y desde el 2500 para arriba ya jugás un Mundial”, nos termina de contar vía Chat y antes de despedirse tira un par de deseos: "Que Central se salve del descenso y que el país mejore para el bien de todos".
 

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