En los alrededores del estadio de Central, este lunes había miles de personas –algunas esperaban desde la tarde del domingo– para conseguir una entrada a la primera final frente a Belgrano para mantener la categoría, partido que se jugará el próximo miércoles en Córdoba. A las 10, las ventanillas se abrieron y se cerraron casi como en un parpadeo. “Se agotaron”, se escuchó, y muchos hinchas incrédulos se enardecieron.
Uno de los hinchas de Central, indignado por haber hecho cola desde el domingo a la noche en vano, acusó a la dirigencia de perjudicar a la gente por la forma en que se llevó a cabo la venta de las 2.500 entradas que el club cordobés le cedió a los canallas.
En declaraciones a LT8, el hombre dijo que “la cosa se desmadró, la policía reprimió y hubo corridas”.
La escasa cantidad de entradas se debe a la decisión de los piratas cordobeses de jugar de local en su cancha barrial con un capacidad reducida y no hacerlo en el estadio mundialista conocido como el Chateu.