El juego de la silla de Miguel.
El juego de la silla de Miguel.

Aunque la oposición tiró la primera piedra, el oficialismo minimizó la puja por la futura presidencia del Concejo. En el Palacio Vasallo habrá, como en el fútbol, once concejales de cada lado, y el presidente del cuerpo definirá en caso de empate.

El 10 de diciembre, cuando se concrete la renovación de los ediles de acuerdo al resultado de las últimas elecciones, el socialismo perderá la mayoría propia: como si se tratara de un partido de fútbol, el Frente Progresista detentará once bancas, al igual que la oposición –si es que Laura Weskamp (PRO) y Alberto Cortés (Proyecto Sur) deciden jugar ese rol, como cabe suponer–. Por lo tanto, conscientes de que ante eventuales empates la responsabilidad de torcer la definición recaerá en el presidente del cuerpo, socialistas, radicales y justicialistas ya se disputan la titularidad del Palacio Vasallo.

Ni lentos ni perezosos, apenas terminados los comicios del 27 de septiembre los concejales electos Jorge Boasso (Unión Cívica Radical) y Héctor Cavallero (Frente para la Victoria) se manifestaron sobre la necesidad de que la jefatura del Concejo, actualmente en manos del socialista Miguel Zamarini, pase a un miembro de la oposición. Palabras más, palabras menos, argumentaron que los rosarinos votaron contra la “mayoría automática” socialista.

Por su parte, el intendente Miguel Lifschitz negó que el Frente Progresista esté diseñando una estrategia para retener la máxima autoridad del Palacio Vasallo: “Falta mucho, quedará a criterio de los concejales –dijo–. No tenemos ningún inconveniente en que el Concejo defina sus autoridades de la manera que considere más adecuada”.

Sin embargo, su secretario de Gobierno, Horacio Ghirardi, esclareció la postura oficial: “Como ha sido siempre uso y costumbre del Concejo Municipal de Rosario y de todos los cuerpos legislativos, nos parece que la presidencia le corresponde al bloque con mayoría de votos, que en este caso es el del Frente Progresista. Este será el criterio que vamos a tratar de consensuar con las demás fuerzas”.

Asimismo, Ghirardi consideró “una chicana política” los dichos de Boasso, quien advirtió que una nueva presidencia del Palacio Vasallo en manos del socialismo desembocaría en un nuevo aumento indiscriminado de la Tasa General de Inmuebles (TGI) y del Derecho de Registro e Inspección (Drei).

En la misma sintonía, Lifschitz también despreció las advertencias del referente radical: “Me parece que no tienen mayor importancia. Mi gestión hizo dos modificaciones a la tasa municipal, y la primera bajo la presidencia de Agustín Rossi, o sea que no es un tema que nos preocupe. Lo importante es que en el Concejo haya un nivel de diálogo, articulación y consenso”.

Con respecto a la cuestionada mayoría oficialista, Ghirardi subrayó que el socialismo nunca tuvo “una mayoría automática”. “Es una mayoría democrática, obtenida por una sucesión de elecciones ganadas”, objetó. “Nadie debe olvidar que durante largos años gobernamos con cuatro concejales, con una minoría que luego se fue incrementando”. “La ciudadanía nos respaldó y pareciera que es un pecado tener un bloque mayoritario”, dijo.

Además, afirmó que el socialismo “rara vez” hizo uso de su supremacía en el Palacio Vasallo: “Siempre ha habido un criterio muy democrático, siempre se trató de consensuar los proyectos”.

De eso no se habla

Si bien abundan los comentarios sobre los recambios que hará el intendente en su gabinete para darle mayor impulso a los dos años de que le quedan al frente del Palacio de los Leones, Lifschitz prefirió continuar con el hermetismo: “Estamos reformulando proyectos en cada una de las áreas, y a partir de allí veremos si es necesario algún ajuste o retoque en el gabinete.”

Por el momento sólo hay una certeza: la secretaria de Producción y Desarrollo Local, Clara García, dejará su cargo vacante para asumir como concejala el 10 de diciembre. Pero ni Lifschitz ni Ghirardi brindaron definiciones sobre su reemplazante, ni sobre el posible retiro de Mirta Levin de la Secretaría de Planeamiento.

“Tal vez haya algunos sectores o intereses en el mundo de la construcción que no estén muy de acuerdo con las políticas que ha implementado, pero más allá del trascendido periodístico no hay nada”, concluyó Ghirardi.

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