"Redrado: «¿Vos sos el animal que hizo esto?». Contesta Boudou: «Martín, era mucho peor…»". Este diálogo es parte del libro Sin Reservas, que sale esta semana, y en donde el ex jefe del Central da su versión novelada de los hechos. El Señor I no puede evitar ejercer su oficio de crítico literario y considera: El tono del libro, pleno de sugerencias, profundo y poético a la vez, consiste en la puesta en práctica de una mirada casi metafísica, develadora de lo que Leopardi llamara “l’infinita vanitá del tutto”: una existencia absurda rodeada por la nada igualadora. En este sentido, la prosa de Martín es poesía, entendida no como género literario, sino como el heideggeriano “decir de la des-ocultación del ente”. En el universo de Martín, donde lo monstruoso-maravilloso acecha a cada paso, nada es lo que parece. De ahí la impresión de desconcierto o extrañeza que puede provocar una lectura de superficie.

Martín Redrado quedó con la sangre en el ojo luego de que lo echaran del Banco Central y así lo refleja en Sin reservas, el libro que sale esta semana a la venta y en donde descarga toda su artillería de odio al gobierno de Cristina Kirchner.

Algunos fragmentos del libro fueron publicados, obviamente, en el diario Clarín del domingo y en diversos sitios.

Si todavía no los leyeron, aquí les regalamos un compendio de algunas de sus más originales hallazgos.

(…) El 14 de diciembre a las 8,30 escuché un mensaje grabado a las 8.30. Era Isidro Bounine, uno de los secretarios privados de la presidenta Cristina Kirchner. Me convocaba para un anuncio reservado en la Casa de Gobierno al mediodía.

(…) La presencia de Boudou y Zanini (N de la R: en el despacho presidencial) me terminó de despejar cualquier incógnita: “Quieren hacer algo con las reservas, tenemos malas noticias”, pensé…

(…) La Presidenta me recibió con la sonrisa característica que utiliza cuando busca vender un argumento difícil de comprar. Me senté y en forma abrupta, sin preámbulos, lancé: ¿En qué maniobra andan?

(…) La jefa de Estado que tenía, entre sus manos, un decreto que sería tan famoso como la resolución 125… señaló: “El concepto de esta iniciativa es que no podemos estar frente a los vaivenes de los mercados internacionales. Queremos, necesitamos dar señales de certidumbre”, aseveró.

Mi respuesta fue inmediata:

—Hoy no hay ninguna señal de incertidumbre con respecto a la voluntad y capacidad de pago de la Argentina… Hay un riesgo importante. ¿Han pensado en los embargos de las reservas por parte de los bonistas?… (…) Zanini, muy confiado, dijo: Con los embargos no hay problema…

—¿Consultaron con los abogados del estudio Cleary, Gottlieb, Steen & Hamilton que representan al Estado en EE.UU?

Zanini y Boudou se miraron. Y nada respondieron.

(…) Tras el anuncio del Fondo del Bicentenario varios bancos de Wall Street difundieron informes con conclusiones mixtas…Conozco Wall Street por dentro… sé que están obsesionados por las ganancias del próximo trimestre; tienen un perfil fuertemente especulativo y el Gobierno argentino les estaba proponiendo un muy buen negocio. El progresismo nativo defendía a rajatabla los intereses de banqueros foráneos…

(…) Alineado totalmente con el Gobierno, el presidente de la Asociación de Bancos, Jorge Brito, sostuvo que la creación del Fondo del Bicentenario “da certidumbre a la Argentina”.

(…) El 18 de diciembre asistimos con Ivana (N de la R: la esposa de Redrado) al casamiento de la hija del ex secretario de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, José Cirilo… nos tocó sentarnos con el jefe de Gabinete de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta…

—¿Por qué no hablás con Federico (N de la R: Pinedo)?

–Ningún problema, respondí.

(…) Ese fin de semana cuando estaba almorzando, sonó el teléfono. Era Horacio. Quedamos en encontrarnos con Pinedo a las ocho de la noche en su casa. Allí estábamos los tres muy puntuales. Como a Federico lo conozco desde hace veinticinco años, la charla no tuvo rodeos: En lugar de mandar cartas, el Congreso tiene que actuar, sugerí.

—Estoy de acuerdo, lo que pasa es que la fecha no nos ayuda. Voy a pensar una estrategia jurídica, cerró enigmático.

Le aclaré que el Central no había tratado aún el tema en el Directorio y que se estaban realizando los análisis correspondientes. El domingo por la tarde, el gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, le comentó a uno de mis colaboradores que pensaba hacer al día siguiente una presentación judicial.

El 22 de diciembre por la tarde, el presidente del comité nacional de la UCR, Ernesto Sanz, envió una carta en la que también me manifestó su requerimiento para que nos abstuviéramos de transferir las reservas.

Esa noche, hubo una cena con sesenta empresarios de primer nivel en la residencia de Olivos para tratar de restablecer la confianza con el Gobierno.

Ninguno de los allí presentes le planteó ni a la Presidenta, ni a Kirchner ni a Boudou, la cuestión de la autonomía del BCRA, de la defensa de la institucionalidad o expresó su preocupación por las reservas. Ese miércoles me llamó el secretario de Hacienda, Juan Carlos Pezoa, para ver si podía acelerar la transferencia. Pero lo frené en seco: Así como vos sos un funcionario muy puntilloso, nosotros también.

(…) Por sugerencia de Juan Carlos Mazzón, una leyenda del justicialismo y principal asesor político del matrimonio presidencial, me reuní al mediodía (N de la R: 23 de diciembre) con el jefe de Gabinete en el despacho que tiene en el primer piso de la Casa de Gobierno…

(…) Llevaba en mi mano un memorando del estudio de abogados que representa al Gobierno en EE.UU., Cleary, Gottlieb, Steen & Hamilton, que advertía sobre posibles maniobras (embargos) de los inversores extranjeros.

—Aníbal, esto puede traer dificultades. Podemos tener problemas.

—Mirá, Martín. Prepará alternativas, pero tenés que hablar con Zanini. Yo estoy cuando la prepizza ya está amasada, pero él está en la cocina poniendo los ingredientes.

Cuando me estaba yendo, Aníbal quiso asegurarse que haría lo que me pedían:

—Martín, como sabés, tengo las fechas de renovación de todos los funcionarios. Está la de Mercedes (Marcó del Pont) para principios de enero en el Nación y está la tuya para septiembre. Y vos sos número puesto para continuar. Sabés que se aprecian las alternativas que puedas traer.

(…) Creían que si me prometían la renovación de mi cargo, yo iba a ceder en términos de la utilización de las reservas.

(…) Hablé con el presidente provisional del Senado, José Pampuro, que se encuentra entre los dirigentes del peronismo que siempre exhiben un gran espíritu para tratar de alcanzar consensos.

La primera reflexión de “Pepe” no me dejó tranquilo:

—Estás en un serio problema. Además, la oposición está en un lugar más de retórica que de poder frenar judicialmente el decreto.

—Pepe, a ver cómo podés dar una mano. Sobre todo no apurarnos. Yo no veo ningún vencimiento perentorio de deuda por parte del sector público, así que con estas cosas es mejor no apurarse porque podemos terminar todos con un grave problema.

Pampuro quedó en hablar con el matrimonio, pero nunca me volvió a llamar.

A las 18 horas del lunes 28 fui a ver al hombre que, según Fernández, tenía las manos en la masa: Carlos Zanini. Para seguir demostrando mi voluntad de cooperación, llevé en una carpeta dos alternativas.

Cuando comencé a explicárselas, nos convocó la Presidenta a su despacho. Les presenté a ambos, las opciones en las que había estado trabajando.

Ella parecía estar escuchándome atentamente y, con mucha tranquilidad, dijo:

—Me parece bien lo que planteás. Volvamos a charlar con Boudou del tema, a ver cómo se logran los objetivos…

(…) El 4 de enero recibí el informe de la gerencia principal de reservas internacionales, que lidera Juan Carlos Barbosa, que indicaba que la Letra que el Ministerio de Economía quería transferir al BCRA( en compensación por las reservas) “no reviste las características de liquidez requeridas por las reservas internacionales”.

Con buena parte de la información técnica en mi cabeza, me dispuse a enfrentar la siguiente reunión con la Presidenta, que me citó para esa noche (N de la R: 4 de enero) a las 20.30 hs. Ella estaba muy sonriente y distendida…Estábamos solos. En un momento, dejó de lado la parsimonia y me lanzó una advertencia:

—Necesito que hagas operativa la cuenta del Bicentenario.

—Mirá, se están haciendo todos los estudios e informes correspondientes.

—Bueno. pero lo necesito para mañana.

—Mañana, imposible. Porque todavía faltan informes… ¿Cuál es la urgencia?

—En realidad, no hay una urgencia, pero está el tema del canje…

—Eso va por andariveles separados… La gente que entra al canje ya hizo un buen negocio porque compró estos títulos a 15 o 20 centavos… A los tenedores de estos títulos no les interesa ni quién es el ministro de Economía, ni el presidente del BCRA, o el presidente de la República. Hacen un buen negocio y listo… Ahí volvió a la carga:

—Necesitamos tener el Fondo operativo para el viernes 8.

—Me parece difícil que lo tengamos, pero vamos a trabajar para poder tener hechos los análisis.

La casa del procurador Osvaldo Guglielmino está ubicada frente a la plaza de Arenales y Paraná, en un confortable piso 10… Nadie quiere que esto llegue a mayores, me recibió el 7 de enero.

—Estoy dispuesto a buscar soluciones…

En ese instante sonó su teléfono celular. Se levantó, hizo un gesto de sorpresa y me dijo:

—Es Zanini.

Guglielmino se alejó unos pasos, habló en voz baja, volvió, y me alcanzó el teléfono:

—Carlos Zanini quiere hablar con vos.

—Me estoy volviendo de Pinamar porque me llamó la Presidenta. Tenés que renunciar, dijo Zanini.

—Mirá, las macanas no están de mi lado. Si quieren que renuncie explíquenme por qué.

Me saqué el teléfono de encima. Cuando Osvaldo cortó, lo encaré:

—¡Esto suena a apriete y así no hay nada que hablar!.

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