A diez años de la manifestación de trabajadores contra el FMI, en pleno auge del neoliberalismo, el dirigente de la CGT, Juan Carlos Schmid, recuerda aquellas jornadas y su contexto histórico en un texto imperdible.

 En estos días se cumplieron diez años de la mayor protesta continental organizada por los trabajadores argentinos contra el papel de los organismos financieros internacionales.

Por aquel entonces corrían los nefastos años del neoliberalismo.

En los países de la región, los gobiernos habían dolarizado la moneda, adherido a los tratados de libre comercio (TLC) o miraban expectantes el desarrollo de los acontecimientos en torno al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

Esta última pretensión de dominio norteamericano y empresas privadas sucumbió en la IV Cumbre de las Américas, realizada en el año 2005 en Mar del Plata.
Mientras tanto, la Organización Mundial de Comercio (OMC) se había convertido en el tercer pilar del sistema de gobernanza económica internacional, junto con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Sus responsables reunidos por primera vez Singapur, en 1996 aseguraban con soberbia que estaban en condiciones de: -coordinar las políticas neoliberales de las tres instituciones para asegurar la integración progresiva y tecnocrática de la economía mundial.

Sin embargo, la realidad comenzaría a golpear en las puertas de la panacea globalizadora.

En 2006, en la Ronda de Doha, donde se negociarían una mayor liberalización del comercio mundial, la negativa de EEUU a reducir los subsidios agrícolas desbarató las aspiraciones del G6 (EEUU, la UE, Brasil, Japón, India y Australia).

La OMC queda gravemente herida por la crisis del multilateralismo.
Paralelamente crecía la resistencia popular hacia la globalización en todos los países del mundo.

Las luchas de Seattle en 1999, Praga en 2000, Génova en 2001 y nuestras propias luchas a lo largo y ancho de la Argentina; puntualmente, las medidas del Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA) con H. Moyano a la cabeza que ejercían todo tipo de luchas , cortes de ruta, movilizaciones callejeras, boicots a transnacionales, etc..

No tardaron en suceder los fracasos en las grandes cumbres, de la OMC en Cancún en 2003; en Hong Kong en 2005; la negativa francesa y holandesa a la Constitución Europea también en 2005.

Eran los puntos de inflexión de más de una década de resistencia que hizo retroceder el proyecto neoliberal, que involucró de modo autónomo y hasta dispar, si se quiere, a millones de trabajadores, desocupados, a comunidades originarias, estudiantes, a pacíficas sociedades y esperanzadoras revoluciones.

No hay recetas para los cambios fundacionales en pos de construir sociedades más justas y solidarias.

Una reciente solicitada de la Corriente Nacional del Sindicalismo Peronista, (CNSP) señaló: -La crisis económica que sacude el mapa mundial y el hemisferio norte en particular, (EEUU, Grecia, España, Irlanda y Portugal) pone sobre el tapete el sistema capitalista, que de manera autista, se agota en las medidas anti-crisis diseñadas por los organismos internacionales, que una vez más recurren a las fracasadas recetas del ajuste, la represión y el salvataje de sus bancos.

Es indudable que se trata de rescatar a los bancos, el esfuerzo de los estados consiste simple y sencillamente en restaurar la liquidez de los mercados… atrás, muy atrás, aparece el fomento a las personas, y sin regulación financiera a escala global esto no tiene remedio.

¿Será cierto lo que decía Bertolt Bretch -Mayor delito que robar un Banco es haberlo fundado?

La naturaleza de los conflictos que enfrentamos al inicio del siglo XXI, nos interpela sobre el empleo, el significado de la justicia social, el destino universal de los bienes, la convivencia.

Moyano aquel 31 de mayo llamó a la desobediencia fiscal porque no era lógico que se cumpliera con el FMI a costa del hambre argentino.

¿Acaso fue un visionario de lo que vendría?

Sin ser un jugador de ajedrez, comprendió que no se puede jugar sin reglas y que la partida debía recomenzar desde otro lugar, cuando lo comprendió pateo el tablero…, lo demás es historia conocida.

Por eso, el papel del Estado es insoslayable en cualquier política que se precie de soberana y de real integración política, económica y cultural de los países de la América Latina.

Detrás de la maraña informativa y la negación de la oposición, cobra más importancia que nunca las señales inequívocas de nuestro gobierno durante la reunión de presidentes de Latinoamérica con motivo de los festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo.

Fuente: Rebanadas de Realidad – CGT

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