Toda mercancía es una máscara que oculta una historia: la del trabajo necesario para crearla. Los bellos y admirados productos Apple esconden historias sórdidas, de sobreexplotación, trabajo de menores, represión, condiciones infrahumanas y alta tasa de suicidios. Todo este horror se despliega en la empresa china Foxconn, que trabaja para Apple y es conocida como “la fábrica del infierno”. Detrás de la tecnología de punta y el delicado diseño, detrás de la seductora historia de Steve Jobs, hay otras historias que dramatizan, entre otras cosas, la globalización, el capitalismo actual y el rol del Estado chino en ese contexto. 12 horas diarias, 7 días a la semana: 350 pesos de sueldo por mes. Y hay que firmar que uno no se va a suicidar, eso sí.

Jóvenes de 16 años forzados a dejar sus hogares, reclutados mediante engaños y amenazas por las autoridades chinas “comunistas”, cómplices de una empresa capitalista que se vale del trabajo esclavo. Un régimen de sobreexplotación, militarizado, con trabajadores abusados y castigados físicamente. Horas extras obligatorias. Falta de seguridad. La humillación pública como disciplinamiento. Sueldos de hambre.

Esta parece ser la fórmula Apple para bajar costos de producción y aumentar sus fabulosas ganancias. No hay fórmulas secretas ni mágicas en este sentido. Los productos Apple nos seducen y arroban con su belleza y su funcionamiento, pero fueron producidos bajo las clásicas condiciones de explotación capitalista. “El mundo del Management” está vacío, es una enorme, pestífera oquedad apenas surcada por algunas malsonantes palabras-mascarita que no logran tapar ni contener la sangre, la bosta y el barro que exuda la explotación capitalista, la de siempre.

A los trabajadores de Foxconn parece que el fetichismo de los productos Apple no les alcanza para soportar el infierno laboral. En un año se produjeron diez suicidios, y a partir de ahí la firma tomó una decisión: hacer figurar en los contratos una nueva, absurda cláusula antisuicidio que se suma a aquella en la que el trabajador promete no demandar a la empresa si sufre algún accidente laboral, herida o “muerte”.

El diario estadounidense The New York Times publicó una serie de artículos denunciando la sobreexplotación en la fábrica china, una de las más grandes ensambladoras de artículos electrónicos del mundo. Además de Apple, la firma infernal cuenta entre sus clientes a Dell, HP, Microsoft, Motorola Mobility, Nintendo, Nokia, Samsung, Sony y Toshiba, entre otras. Esta nota fue escrita utilizando varios de los componentes ensamblados en la fábrica del infierno.

Detrás de cada iPad, iPhone y Kindle. En los arcanos entresijos de las PlayStation 3, Wii y Xbox 360 existen, agazapadas, miles de historias de horror, centenares de miles de horas de sufrimiento humano, y miles de millones de ganancias para unos pocos.

Las investigaciones publicadas por The New York Times destaparon el horror y desataron una ola de protestas en todo el mundo. Uno de los resultados más inmediatos y visibles es que la firma anunció un aumento de sueldo del 25 por ciento, según informó este 20 de febrero el diario británico The Telegraph. Este hecho demuestra una de los aspectos más siniestros de los muchos abusos denunciados: las ganancias de Foxconn son fabulosas; la firma podría subir mucho más los salarios afectando mínimamente sus ganancias. Pero el salario miserable es una cuestión filosófica, cultural y de disciplinamiento, más que un tema económico, y se suma a la intimidación, el régimen militar y los castigos físicos que reciben los trabajadores. Este 25 por ciento de aumento confirma el poderío siniestro de la firma.

Foxconn que tiene su casa central en Taiwán y sucursales en China continental, allí las autoridades estatales “comunistas” engañan a menores y estudiantes, muchos de ellos campesinos con ansias de mudarse a la ciudad, mediante un presunto sistema de “pasantías” que en realidad es una versión extrema, brutal de la precarización laboral.

La firma opera también en Brasil, Eslovaquia, República Checa, Malasia y México.

El sitio estadounidense Democracy Now ofreció un informe sobre la serie de protestas contra la firma: “Los manifestantes recorrieron unas seis fábricas de Apple en todo el mundo para pedir reformas de las condiciones laborales en las fábricas de los proveedores de Apple en China”, señaló el sitio al tiempo que mencionó que las protestas “se producen poco después de que se conocieran las duras condiciones y el opresivo ambiente laboral en Foxconn, el polémico proveedor chino de Apple, donde se suicidaron más de diez empleados”.

Democracy Now entrevistó al periodista del New York Times Charles Duhigg que colaboró en dar a conocer la noticia sobre el costo humano de los productos de Apple para los trabajadores chinos, y a Mike Daisey, cuyo celebrado espectáculo unipersonal “The Agony and the Ecstasy of Steve Jobs” (“Agonía y éxtasis de Steve Jobs”) está basado en parte en los recorridos que hizo de las fábricas chinas de Apple y en sus entrevistas con los trabajadores de las mismas. «Quiero que Apple asuma verdaderamente la responsabilidad», dice Daisey. «Ellos tienen los recursos para cambiar esta situación de la noche a la mañana», agregó en su entrevista con Democracy Now.

El periodista Arun Gupta, editor y fundador del diario The Indypendent, continuó y profundizó la investigación del New York Times y ofreció sus resultados en un artículo publicado en Alternet y titulado “iEmpire: Apple’s Sordid Business Practices Are Even Worse Than You Think” (“iImperio: Las sórdidas prácticas de Apple son todavía peores de lo que piensas”).

Gupta demuestra cuán involucrado está el gobierno chino en esta práctica de sobreexplotación y trabajo esclavo. Además del reclutamiento forzoso, las amenazas y la represión, las autoridades chinas ofrecen a la firma subsidios, quita de impuestos, infraestructura y transporte. Cada trabajador se desempeña con contratos basura, temporarios, de seis meses. “Apple depende de este trabajo forzado”, asegura Gupta. “Entre 2010 y 2011, el gobierno de la provincia de Henan proveyó a la firma de unos 100 mil trabajadores”, se señala en la nota de Gupta, reproduciendo resultados de la investigación del Grupo de Investigadores y Estudiantes contra las malas conductas corporativas (Sacom, por su sigla en inglés), que tiene sede en Hong Kong y realizó un importante trabajo de campo en el propio infierno.

En 2010, un grupo de trabajadores contó a los investigadores de Sacom que formaban parte de un contingente de 500 estudiantes, que trabajaban unas 11 horas diarias, los siete días de la semana con un salario máximo de 500 yuan, menos de 80 dólares (unos 350 pesos) por mes.

Los trabajadores denuncian abusos físicos, especialmente durante la etapa de prueba a la que son sometidos luego del reclutamiento. Allí el infierno se despliega a pleno: los hacer permanecer parados bajo el sol, durante horas, sin agua ni alimento. “Es para inculcarnos la total obediencia, para que nunca discutamos las órdenes de los jefes”, denunció un joven estudiante.

Los golpes y las humillaciones públicas son hechos habituales, según denuncian los trabajadores de Foxconn.

Cada dato, cada denuncia, cada cifra ofrecida por las investigaciones produce una transformación en nuestra mirada. Las sutiles líneas de los productos Apple se transfiguran, el teclado con el que escribimos se hace más lento y denso, los equipos sudan y gimen, la mercancía nos habla y nos cuenta cosas horribles.

Fuentes: AlterNet, The Telegraph, Democracy Now
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