Hay un viejo y sardónico dicho europeo que sostiene que el continente africano empieza detrás de los Pirineos, axioma que los ibéricos llevan clavado en su orgullo desde tiempos inmemoriales y del que reniegan cual si de sarna se tratara.

El estigma volvió a aflorar recientemente por el mensaje que Rajoy envió a su ministro de Economía, Luis De Guindos, a fin de que este hiciera respetar el buen nombre y honor de su España ante sus pares europeos en el marco del pedido de «crédito (el término rescate es mala palabra) para la banca».

El sábado pasado, según el diario El Mundo, la discusión por la ayuda financiera entre el titular de Hacienda español, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, y el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, se jugó «en dos tableros». Por un lado, De Guindos hablaba en su despacho por teleconferencia con sus colegas de la UE y, por otro, Rajoy mantenía comunicación con sus pares europeos.

Ya empantanadas las negociaciones, De Guindos le transmitió a Rajoy cuán compleja era la situación, a lo que su jefe respondió a través de un mensaje de texto, el cual decía: «Aguanta. Somos la cuarta potencia europea. España no es Uganda».

Entonces, siempre según El Mundo, De Guindos habría ganado ínfulas suficientes como para descerrajarles al alemán y al luxemburgués la siguiente frase: «Si ustedes quieren forzar el rescate de España, vayan preparando 500.000 millones de euros y otros 700.000 para Italia, que tendrá que ser rescatada después que nosotros».

Europa accedió finalmente a inyectar en la economía ibérica 100.000 millones de euros, rescate que Rajoy no asume como tal: “Es un crédito para la banca”, insiste el español.

Pero lo que causó revuelo fue el remate del SMS, aquello de que “España no es Uganda”, frase desafortunada si se considera que más allá de que el país africano –según publicó este miércoles BBC Mundo– presentó una queja, fue objeto de infinidad de burlas, descargos y furibundas reprimendas vía Twitter.

La BBC fue más allá e hizo una comparación entre ambos países que tuvo más repercusión que el propio rescate financiero per se. A partir del cuadro comparativo que difunde dicho medio queda claro que España es la cuarta economía de Europa, que en comparación con Uganda, es un país altamente industrializado, que tiene un ingreso per cápita decenas de veces superior al ugandés (31.800 dólares contra 1.250), y que la expectativa de vida de un español supera en más de 20 años al de un ciudadano ugandés.

Sin embargo, en otras cifras de no menor importancia, Uganda le pasa literalmente el trapo a la presuntuosa España de Rajoy: Su desempleo, 4.2 por ciento contra 24 por ciento del de España; y la tasa de crecimiento, negativa para los ibéricos y positiva por más de cinco puntos para los africanos.

Cabe destacar, además, que por más atroz que sea la diferencia, no son muchos los españoles que gozan del poder adquisitivo que reflejan los datos, ni se debe omitir en ese aspecto que en el país africano el costo de vida es decenas de veces inferior al de España.

En España, una de cada cuatro personas está desempleada, los precios de la vivienda cayeron un 25 por ciento desde 2008, su banca está altamente endeudada. En 2010, uno de cada cuatro españoles estaba en riesgo de pobreza o de exclusión social, y las cosas sólo han empeorado desde entonces.

Queda claro que África no comienza detrás de los Pirineos, que España no es Uganda y que, por fortuna para los africanos, tampoco Uganda es España ni lo quiere ser.

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