Al inicio del Mundial Nik, de La Nación, desparramó odio contra Sabella y sus jugadores.
Al inicio del Mundial el humorista Nik, de La Nación, desparramó odio contra Sabella y sus jugadores.

La Copa del Mundo volvió a quedar atravesada por las tensiones que marcan el presente nacional y regional. Dos calificados periodistas deportivos, Pablo Llonto y Ezequiel Fernández Moores, analizaron junto a el eslabón esa rara mezcla de votos y botines.

“Es un tema complejo. Es imposible no vincular a un mundial con la política y sería ingenuo no hacerlo. Alguien dijo alguna vez que quien dice que el fútbol no tiene nada que ver con la política, o no sabe de fútbol o no sabe de política”, sentencia de entrada Ezequiel Fernández Moores, editor de la agencia italiana ANSA  que cubrió varias copas del mundo y Juegos Olímpicos, y agrega: “Acá (en Brasil) todo se hace más inevitable con las elecciones a sólo tres meses y me parece que lo usan todos: oficialistas y opositores. Es así, no soy de moralizar sobre la cuestión, sí de intentar contarlo pero sabiendo que a la hora de los bifes define la pelota. Y aun cuando quieran patearla todos, adentro de la cancha definen los jugadores”.

Por su parte Llonto, que además de trabajador de prensa es abogado y representa a familiares de desaparecidos en causas por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar, indica que “los políticos argentinos casi no se aprovecharon de este mundial”, y que “de hecho, sólo unos pocos fueron vistos en las canchas brasileñas y nadie mencionó insistentemente al equipo como señal de argentinidad como se hizo en otros tiempos, especialmente en el 78 con Videla yendo a los estadios o en el 90 con Menem viajando a Italia”, pero aclara: “En Brasil fue distinto porque Dilma debió salir a poner la cara frente a las objeciones, cuestionamientos y protestas de algunos sectores por los gastos que generó la organización de la Copa”.

Además, este hombre que mientras era delegado de la Comisión Interna del periódico del clarinete, y como los dueños no le permitían ingresar al edificio, atendía las cuestiones gremiales de sus compañeros de trabajo sentadito en la puerta misma de Clarín, añade que “el uso del fútbol por parte de los políticos es cada vez más notorio en los ambientes de los clubes, donde se presentan ya como candidatos sindicalistas, funcionarios, ministros e intendentes, que han comprendido hace mucho tiempo el valor que tiene la popularidad que da este deporte”, y subraya: “Sería bueno saber qué piensan muchos de los jugadores de la selección respecto de la política económica, de los juicios por delitos de lesa humanidad, de la oposición, de Tinelli, de Lanata, de la derecha, de Chávez y de Evo, por ejemplo, para recién ahí, después de todo eso, animarse a sacar conclusiones políticas de este equipo”.

Bailará para la prensa

En cuanto al tratamiento dispensado por cierta parte del periodismo para con el seleccionado nacional, Llonto, que entre 1978 y 1991 trabajó como redactor de las secciones Política y Deportes de Clarín y que en 1985 tuvo la digna responsabilidad de cubrir para dicho periódico el llamado Juicio a las Juntas, cree que “las críticas no fueron tan exageradas porque los medios hegemónicos estaban agazapados a la espera de una derrota”, y que eso “se notaba en esa especie de cobertura nada apasionada o en las frases de Lanata y sus alcahuetes de la televisión y la radio cuando se decía que el mundial se estaba utilizando para tapar cosas como lo de Boudou”, y acota: “Hubo una cobertura insulsa de parte de Clarín y La Nación, y Perfil.com lo hizo con oportunismo, como siempre. Eso sí, trataron de ocultar algunas cosas como por ejemplo el tema del equipo argentino colaborando en la campaña de Abuelas que tuvo escasa difusión”.

Moores, en tanto, que comenzó a trabajar en el oscuro 1978 como redactor de la agencia Noticias Argentinas, entiende que “el reportaje en La Garganta Poderosa previo al mundial, en el que Sabella simplemente recordó algo que ya había dicho, que simpatizaba con el gobierno, suscitó un fuerte rechazo de los críticos al gobierno”, y sentencia: “Si hubiese dicho que no estaba de acuerdo estoy seguro que no hubiesen reaccionado igual, es más, lo hubiesen felicitado muchos por su «independencia» y «valentía»”.

Este hombre al que no le tiembla el pulso a la hora de escribir su columna semanal en el suplemento deportivo de La Nación (él mismo se sorprendió cuando lo convocaron y hasta preguntó si no se habían equivocado de persona), señala que en el mes que lleva instalado en tierras brasileras notó “una crítica dura y por momentos infantil”, por parte de la prensa del país anfitrión, pero que a la vez percibió “más profesionalismo, si tengo que comparar con cosas que llevo años viendo en Argentina”.

Llonto, editor y una de las principales plumas de la mítica revista Un Caño, agrega: “Olé y Clarín como siempre hicieron triunfalismo conforme Argentina avanzaba en el mundial y no tengamos dudas que de salir campeón intentarán hacer negocio con diarios y revistas. A la vez, creo que hay sectores que preferían que a la selección le vaya mal porque entienden que así le iría mal al gobierno, y eso se notó en la cara y los dichos de Lanata, sobre todo, aunque en los últimos días se fue acomodando porque iba a quedar como un pirata inglés”.

Siete goles y una autopista

Ante la consulta de si el derrumbe del puente en construcción que provocó dos muertes y dejó varios heridos, y la estrepitosa caída de Brasil ante Alemania pueden repercutir en la gestión de la presidenta Roussef, Moores, autor de Díganme Ringo –biografía del gran Bonavena– y del guión del documental La historia paralela del Mundial 78, remarcó que luego de la tragedia “mucha prensa, en general dura opositora al gobierno, habló de «desastre en una obra de la Copa», pero omitió decir que el viaducto era responsabilidad exclusiva de la alcaldía de Belo Horizonte, en manos de un político alineado con el rival de Dilma, Eduardo Campos”, y confesó que “el 7-1 evidentemente influye en los humores populares pero me es imposible medirlo”.

Llonto, por su parte, manifiesta que “siempre las tragedias, y sobre todo las futbolísticas, son asociadas a la responsabilidad de un gobierno”, y concluye asegurando: “No me caben dudas de que si el mundial lo hubiera organizado Argentina y ocurría una catástrofe como esa, la oposición y los medios hegemónicos le hubiesen echado toda la culpa al gobierno nacional”.

Nota publicada en la edición 151 del periódico el eslabón.

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