El doctor Carlos Lancelotti es médico traumatólogo y también tiene la dura misión de presidir Central Córdoba, el tercer grande de Rosario. “El club esta en bancarrota”, lamentó.
Por historia y gracias las viejas glorias que vistieron la casaca Charrúa, el club ubicado en el popular barrio Tablada es considerado el tercer grande de la ciudad después de Newell’s y Central. Pero la situación por la que atraviesa, que acarrea de vieja data, lo ha dejado prácticamente sin vida social y lejos de sus mejores épocas.
A tres meses de su asunción a la presidencia, Carlos Lancelotti analizó junto a el eslabón el estado complejo por el que atraviesa Córdoba. “Todavía no tenemos claridad con respecto a algunas cuestiones legales, porque aún estamos en la tarea de reconocimiento de los problemas y los tantos requerimientos que aparecen constantemente, juicios, demandas”, enumera preocupado el entrevistado.
Los serios problemas económicos no son los únicos dolores de cabeza con los que debe confrontar la nueva comisión directiva, ya que “el abandono de toda cuestión social y actividades deportivas”, también muestran rasgos importantes de preocupación en el seno dirigencial.
“Estas cosas nos atormentan porque no nos deja margen para pensar en lo que viene, sino que pensamos para atrás, en pagar todo lo que se debe”, lamentó Lancelotti, que ejemplificó: “El miércoles llegó la demanda de Omar Palma que estuvo mucho tiempo sin cobrar” cuando fue técnico.
Atajando penales
Imposibilitado de realizar evaluaciones de la corta gestión, por los inconvenientes diarios que no dan tregua, el presidente reconoció: “No sabemos bien donde estamos parados y por eso no nos sentimos en condiciones de hacer un balance de nuestro mandato”.
“Estamos atajando penales, vivimos atajando penales. En este corto transcurso y con todos los problemas, tuvimos que formar un equipo. Es un desastre el desmanejo que hubo en el club”, se quejó.
Cuando tomaron las riendas de la institución, el dirigente aseguró que se encontraron con un club “peor” al que imaginaron. “Uno siempre espera ver cosas graves cuando agarra estas instituciones, porque sabíamos que hacía seis meses que no se les pagaba a los jugadores; pero cuando ves la realidad, te encontrás con que el año pasado tampoco habían cobrado”, lamentó.
El día que apagaron la luz
No se trata del conocido tema de Sui Generis, ni mucho menos. En otro de lo tantos inconvenientes que sufre el club de Tablada, el médico detalló que cuando asumieron se encontraron “con una deuda de 100 mil pesos en la EPE que hubo que regularizar”.
“Nos cortaron la luz por un día”, recordó. “Tuvimos que hacer frente a un aporte de dinero, a un plan de pago para poder regularizar la cuestión. Pero estas cosas no te permiten pensar en positivo, en ver cómo reestructuramos el club. Hoy hay cero posibilidades de ingresos económicos”, agregó.
Juicios, deudas, reclamos son lamentablemente las palabras que más resuenan desde las paredes del Gabino Sosa.
Consejo insuficiente
Días atrás, Central Córdoba recibió una de las pocas buenas noticias de los últimos tiempos. “El Concejo Municipal hizo caso a un subsidio que pedimos de 5 mil pesos por mes y lo agradecemos sobremanera, pero con los números que te estoy contando es muy poco”, consideró la máxima autoridad Charrúa, que afirmó que el club “sigue abierto por la voluntad de los veinte tipos que se sumaron a la comisión y que cada tanto dan una palabra de aliento o meten una mano en el bolsillo para afrontar este duro camino”.
Sin Póker
A días de pisar Tablada para asumir el mandato, la nueva dirigencia se encontraba con su primer dolor de cabeza, cuando la bailanta Poker Night, que funcionó dos años en la sede social del club sin habilitación municipal, debió cerrar sus puertas. “Ya tenemos disponibilidad del predio”, contó el traumatólogo sobre la situación actual del boliche de San Martín al 3200.
“Ese salón parece la Franja de Gaza porque está destruido el interior. No sé que había ahí adentro”, se preguntó el presidente, que dijo que “para reacondicionar el lugar hay que ponerle dinero, que por supuesto no tenemos”, por lo que “estamos a la expectativa de que alguien nos quiera financiar alguna obra ahí”.
Durante ese tiempo difícil de inicio de gestión, el vocal Carlos Rodríguez, recibió amenazas en su domicilio, por lo que decidió renunciar. “Hubo varios atentados en todo este tiempo, vidrios rotos de autos, de las casa, apretadas telefónicas. Todas esas denuncias fueron hechas y ya tenemos abogados trabajando en el tema”, aclaró.
“No me deja pensar en otra alternativa que estos hechos vienen de gente que ya ha manejado el club, porque conocen muchas cosas y teléfonos”, argumentó sobre los posibles autores de los episodios de violencia. “Es increíble que habiendo tantas cosa por hacer, haya estúpidos que se dediquen a joderle la vida a un club. Esperemos que no triunfen”, deseó.
Vivas las esperanzas
Con la llegada de la nueva comisión al poder también arribó, al banco, Marcelo Vivas, “que es el técnico que todos querían porque le fue muy bien cuando estuvo” en temporadas anteriores. “Es un tipo excelente y muy laburante. Le estamos armando el mejor plantel posible, el que podemos pagar”, admitió el médico del Instituto Creta.
Una larga tarea por delante
La palabra “solución” prácticamente no aparece en el vocabulario del entrevistado. “Antes pensaba que a fin de año íbamos a tener todo enderezado, y ahora no sé si nos va a alcanzar la gestión para acomodar todo”, admitió un Lancelotti al borde de la resignación, que aprovechó “a pedir al empresariado y a quienes tienen alguna disponibilidad económica, que recuerden lo que fue Córdoba, con sus ex jugadores, los carnavales que se hacían, y se acerquen a colaborar”.
“Hay mucha gente que aporta. Hay diez amigos mios que mensualmente están colaborando sin ninguna retribución, para que nosotros estemos caminando. Con eso estamos subsistiendo”, cerró.
Artículo publicado en la edición 153 del semanario El Eslabón.
