En su segundo trabajo solista, el músico y compositor rosarino dejó en segundo plano su bajo para explorar el sintetizador, con la premisa de priorizar la intuición por sobre el conocimiento técnico.

Nahuel Antuña subió por primera vez a un escenario junto al grupo Los Aliados de Juan, con su bajo eléctrico, el 22 de julio de 1990. Fue en la plaza del Viaducto Avellaneda. Un show que se desarrolló en un escenario rodante, el trailer de un camión.

Luego de esta prueba de fuego, Antuña integró grupos como Mayo Francés; Dioses Comadrejas, Pablo El Enterrador; y Vudú, el cuarteto que lo cobija hasta la actualidad y con el que grabó seis discos. El bajista publicó su primer disco solista, La Ley de Entropía (UMI-2007), un trabajo conceptual inédito que contó con la colaboración de cincuenta músicos.

A días de cumplir 25 años junto a la música, el bajista editará Sintético, su segundo material solista. En diálogo con este periódico, Antuña explicó que, por fuera de Vudú, intenta hacer discos de laboratorio “donde no existe una banda en sí y la creación se desarrolla con los medios que yo dispongo”.

En Sintético, el músico trabajó en función de un sintetizador analógico Oberheim OB-Xa, que data de principios de los ochenta, y que se convirtió en la vedette de su nuevo material. “En este disco quise escaparme totalmente del concepto tradicional de creación; compuse sin conocer técnicamente el instrumento”, afirmó.

—¿Siempre compusiste en base al bajo?¿Qué pasó con el sintetizador?
— Siempre compuse desde el bajo. Con el correr de los años comencé a pensar al bajo en un modo melódico y pude lograr melodías sobre cadencias armónicas convencionales. Pero en este último disco la cosa fue diferente porque compuse en base a sintetizadores, algo que no había hecho nunca: puse las manos en el teclado y compuse desde un no conocimiento.

—¿Cuándo fue que descubriste el sintetizador Oberheim OB-Xa?
—Yo me enamoré del sintetizador del Turco Antum cuando toqué en Pablo El Enterrador, a fines de los noventa. Cuando pude tenerlo en mi poder me surgió la idea de componer una música que no había experimentado, con bases grooveras y funk, y un sonido sinfónico. Por eso defino la música de este disco como funk sinfónico, con una ejecución que es minimalista, porque en ese aspecto no hago nada fuera de lo común.

—En una entrevista, Ariel Pozo contó que junto a los Graffitti, a fines de los ‘80, componía en base a los sonidos que descubria de los teclados de aquella época. ¿Te pasó algo parecido?
—Me pasó más o menos lo mismo a diferencia de que yo no conocía la técnica del instrumento a la hora de componer este disco. Se me abrieron otras facetas que no conocía de mí. Esto es lo que quiero destacar, las variables compositivas y de conocimiento que se te presentan cuando explorás un instrumento musical que no tenés bien manyado. Quedé muy conforme porque fue hecho de manera artesanal.

—Cómo relacionaste la ejecución del bajo, tu instrumento por excelencia, con este nuevo sonido?
—El disco lo fui construyendo con bocetos de bajo y baterías AZDrummer, programadas en MIDI (controlador digital). No había baterista hasta ese momento, había grooves hechos como referencia. Después le mandé ese material a Taka Carlesso, un músico con quien no había grabado nunca. Se encargó de todas las baterías. Hizo cosas hermosísimas; creó nuevas bases. Es un músico eximio que conozco de la época que yo tocaba en Dioses Comadrejas y él tocaba en bandas de rock pesado. Compartí este material con gente que uno siente que tiene que rodearse, como Andrés Ludmer, que admiro mucho, y que tocó la guitarra eléctrica en Conde Zarri; y Ramón Merlo III, que participó tocando la acústica en Akiles, el tema que le dediqué a mi hijo.

—Cómo surgió la idea de publicar tu material en el catálogo del sello musical de Planeta X, con producción ejecutiva de Martín Arce, y el trabajo de mezcla final de Charlie Egg?
—A Martín Arce lo respeto y lo admiro, lo mismo con el trabajo de Charlie Egg. Cuando yo le conté a Martín lo que tenía pensado, él me ofreció la salida del disco a través de PX por la característica experimental del mismo y por historia. Planeta X es un sello precursor de la música experimental en Rosario, y para mí es un honor sacar el disco a través de ese sello. Martín hizo un redondeo del disco a nivel de la producción, le dió una vuelta de tuerca.

—Siempre fuiste un fan de las bandas de la década del setenta, pero en este disco explorás sonidos más bien de una década posterior, ¿por qué?
—Este es el audio de Queen, de Flash Gordon; de Génesis y de Yes. En realidad es algo viejo y se sale de los setenta, es ochentoso, claro, pero es contemporáneo de la fecha que está hecho; porque antes, en esa época era casi imposible grabar un disco y ahora podemos grabar en nuestras casas.

—En el tema Ace of spades, que incluye la voz de Lemmy Kilmister de Motorhead, ¿dejás plantada tu raíz metalera?
—A mí me gusta mucho Motorhead. Yo quería grabar con mis ídolos y lo logré de forma virtual: extraje la voz del backing track (técnica también llamada de falso karaoke). Hice una versión musical propia y comparto un tema con Lemmy, sin su consentimiento, claro. Capaz que me manda los matones (risas).

—A pesar de las diferencias, hay una hermandad entre tu primer disco, La ley de entropía, y este, tu nuevo trabajo?
—Son hermanos en cuanto a los modos de experimentalidad, pero el primero es una especie de cadáver exquisito, cada músico fue grabando lo que le parecía, después venía otro y hacía lo suyo encima del anterior. Sintético, en cambio, es un disco más de laboratorio, pensado pero desde el no conocimiento del instrumento. Es la prueba de que cualquiera puede hacer un disco y experimentar, y no hace falta tener pleno conocimiento. El arte va un poco más allá. Los instrumentos hay que estudiarlos, sí. Pero también se puede estudiar desde un no conocimiento, escapa a la cuestión metódica de que uno tiene que ir al conservatorio para hacer música o para grabar discos. Uno tiene que experimentar también con instrumentos que no conoce. Y descubrir facetas de uno mismo que no conoce todavía.

—¿Cómo sintetizas tus 25 años con la música?
—Los sintetizo como años de experiencia, cosas feas y hermosas que pasaron. Años de trabajo aprendiendo del error. A medida que uno va conociendo aprende y trabaja sobre sus propias contradicciones. Porque la música está monopolizada, y esto contrasta con el concepto natural de lo que a uno le gusta hacer y con la idea de trabajar y vivir de eso.

—En Akiles, en el tema que le dedicás a tu hijo lanzás la idea épica de que soñar y jugar es triunfar y que resistir es vencer, ¿esa sería una manera de afrontar los escollos?
—Hay que jugar y el rédito se ve desde el juego. Hay que conocer siendo feliz. Hice un disco jugando y eso le quise transmitir a él. Este disco se lo dediqué en su totalidad a mi hijo Aquiles, que tiene cinco años.

Aterrizó en Planeta X
Sintético, el segundo álbum solista de Nahuel Antuña, se editará este próximo 22 de julio a través del sello Planeta X, el colectivo local de música experimental que lleva editados más de 100 discos de forma autogestiva. Uno de sus referentes, Martín Arce, actualmente radicado en España, hizo la producción ejecutiva del larga duración. Consultado por este periódico, Arce manifestó que Sintético, “quedó increíble, en todo sentido. Es un discazo y fue ideal que salga por el sello Planeta X. El hecho de que sea un disco con sintetizador, bajo y batería, es una buena idea”, sentenció, y agregó: “Hice mis aportes y mis boicots”, en referencia a las decisiones que tomó en torno a la selección de composiciones que Nahuel había pensado para la placa. “Siempre con respeto y persuasión intento hacer lo que quiero, si me lo permiten”, afirmó el músico desde Barcelona. La nueva placa de Antuña, al igual que La Ley de Entropía, su primer disco, fue pensado como una pieza ejecutada por única vez como una obra conceptual, a pesar de la insistencia de amigos, seguidores, y del propio Arce: “Si toca este disco en vivo, rompe todo”, dice, pero agrega: “el tema es que Nahuel no quiere, no tiene pensado tocarlo en vivo”. Martín Arce mantiene una amistad con Nahuel Antuña desde purrete. En este punto, sostiene: “Para mí en el arte y en la cultura rock, la amistad viene después. Primero la obra debe ser importante ”.

Sintético se grabó en los estudios El Color de la Mente y La Nada, entre noviembre de 2014, y marzo de 2015. Participaron como técnicos de grabación Ramón Merlo III y Pablo López. El material fue masterizado por Charlie Egg, otro exponente del riñón del colectivo Planeta X. El diseño gráfico estuvo a cargo de P8.
Otra particularidad son las imágenes que el propio Antuña realizó para cada una de las pistas del disco; videos que el músico está lanzando a través de la web, de los temas; Racumin; Pensamiento; Fobia; Amor; Akiles; Niñez; Resignificación; El Azar; El Conde Zarri; La luz; La nada; El ser; Ace of spades; Adultez; Extraño a mis abuelos; Fin y comienzo.

Nota publicada en la última edición del periódico El Eslabón.

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Un comentario

  1. Lucas Ituarte

    21/07/2015 en 22:05

    Enorme músico!!!! Enorme persona Nahuel! Un groso total!! Ya quiero escuchar eso!!!

    Responder

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