Foto: Manuel Costa.
Foto: Manuel Costa.

El vicegobernador de Santa Fe, una de las más encumbradas figuras de la UCR en la provincia, se plantó fuerte ante la postura del sector encabezado por Ernesto Sanz de aliarse con el PRO. El debate sobre el presente y futuro del partido centenario, tras las malas elecciones del Frente Progresista.

“Yo a ese hijo de puta no lo voy a votar jamás”, llegó a decir el vicegobernador de Santa Fe, Jorge Henn, en referencia a Mauricio Macri. La frase permite observar el nivel de profundidad al que llegó la interna del radicalismo. La disputa dentro de la Unión Cívica Radical, instalada en comités y medios de comunicación, ahonda los conflictos hacia el interior de un Frente Progresista que no pudo consensuar una candidatura a presidente y viene de capa caída, al menos en lo que a cosecha de votos se refiere. En el fondo de la discusión, asoma un debate sobre la identidad del partido centenario y principal aliado del socialismo en la ciudad y la provincia. Para Henn, el líder del PRO “representa una vuelta a las políticas de los noventa” y la decisión impulsada por Ernesto Sanz, de aliarse con el actual jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires con el propósito de desbancar al kirchnerismo, es producto de un “vaciamiento ideológico” de la UCR.

―¿Cómo describe el proceso en el que está inmerso el radicalismo en general, pero sobre todo en particular el de Santa Fe, con estos cruces altisonantes que se escucharon las últimas semanas, en los que se discutió fuerte en torno a la figura de Mauricio Macri?

―Yo creo que el radicalismo, en la provincia de Santa Fe, es claramente progresista. Así lo marca el camino recorrido en más de veinte años con el socialismo y otros partidos, con estas experiencias de gobierno y, fundamentalmente, con la voluntad de la convención provincial de consolidar una alternativa con las candidaturas de Hermes Binner y Hugo Marcucci. Sí creo que la Unión Cívica Radical no está exenta de una crisis que hoy sufren todos los partidos políticos, que tiene que ver quizás con un vaciamiento ideológico y con quizás una mirada de algunos actores más relacionada con el pragmatismo que con este rol trascendente que tiene el partido, que es involucrarse para mejorar la condición humana de nuestra gente.

Yo lo he hecho público, creo que la decisión de (Ernesto) Sanz ha sido la peor de la historia y que esto se va a medir con el paso del tiempo. En términos de la simbología, de lo que significa la identidad alfonsinista de la Unión Cívica Radical. Pero bueno, ahora intentaremos centrarnos en la necesidad de mejorar la próxima elección del Frente Progresista, ya que creo que la boleta sábana perjudicó nuestras posibilidades en las Paso. Y trataremos de plantear en las generales de octubre, a todos los ciudadanos, que es necesario que haya una voz que no solamente esté en sintonía con quienes vamos a seguir gobernando la provincia los próximos cuatro años, sino que también sean una voz autorizada a la hora de defender los intereses de los santafesinos. De hecho, Carlos Reutemann, como todos sabemos, ha estado en el Senado donde ha pasado años sin pronunciar palabra.

―¿Estas diferencias que están en juego hoy en el radicalismo, se pueden rastrear en la historia de la UCR, que ha sabido de corrientes, líneas y pujas internas? ¿Cree que tienen una raíz o son nuevas?

―Esto ya ha ocurrido en diferentes momentos, desde la época de Yrigoyen y Alvear, con los personalistas y los antipersonalistas. Bueno, de hecho Raúl Alfonsín, con el movimiento de Renovación y Cambio construyó una identidad progresista. Su gobierno quizás fue el que imprimió mayor identidad socialdemócrata en la historia de la Unión Cívica Radical. Y además con una mirada muy lejana al pragmatismo. Debemos recordar la frase célebre de Raúl Alfonsín cuando en un momento le preguntaron si la sociedad se había derechizado y el dio su mirada, explicando que había varios motivos para analizar determinadas conductas pero que si así fuera, la Unión Cívica Radical se tiene que preparar para perder elecciones antes que transformarse en una cosa que no es, antes que volverse conservadora.

Defiendo esa postura de Alfonsín, de coherencia frente a una lógica de la cual no están exentos todos los partidos y que tiene que ver con una inmediatez en términos de negociación, con sacar el mayor rédito posible de un acuerdo, más allá de que ese acuerdo construya una imagen o un posicionamiento del partido en donde uno no puede estar cómodo. Y creo que hay cuestiones en que la Argentina debe dejar de pendular.

―¿Cómo cuáles?

―La centralidad del Estado me parece que tiene que ser, hoy por hoy, parte de las políticas que en la Argentina no queremos volver atrás.

―En ese sentido, supongo que aparece el descontento de su sector ante la definición de la UCR a nivel nacional de participar del Frente Cambiemos con el PRO. ¿Qué representa Macri políticamente para su espacio?

―Para mi Macri expresa la representación de los sectores que han gobernado la Argentina en los años noventa. El gobierno de Alfonsín intentó enfrentar a las corporaciones, en algunos casos con mejor resultado y en otros no tanto. Y el gobierno de Menem directamente fue las corporaciones al gobierno. Una cosa es un gobierno progresista que cede ante los embates de la derecha, que es lo que pudo haber pasado en algunos casos en el gobierno de Alfonsín. Otra cosa es la derecha, ¿no? Para mí, Macri expresa esa década infame de la Argentina que tuvo una expresión en la provincia de Santa Fe con el gobierno de Reutemann.

―Ante esta postura que planea, se impone la pregunta: ¿qué posición asumiría ante una hipotética segunda vuelta entre Scioli y Macri?

―No, nosotros estamos preocupados por instalar la centralidad de la discusión provincial a través de la candidaturas de Binner y Marcucci, después se analizarán los otros temas.

―¿Cómo toma las definiciones de Leopoldo Moreau y su espacio, una corriente que no reniega de su radicalismo pero que apoya al gobierno nacional?

―Hay algunas posiciones de Moreau que uno puede llegar a compartir y otras que lo acercan demasiado al gobierno nacional. Y quizás el gran déficit que tenemos hoy es, como partido y como frente, construir una alternativa entre el populismo y la derecha.

―¿Cómo piensa que se debe encarar una reconstrucción del radicalismo?

―Hay que recuperar lo trascendente de la política. Agregarle contenido ideológico, línea política, vocación de poder y liderazgo. Hay que recordar a Alfonsín, recostarnos en nuestras tradiciones socialdemócratas y pensar un partido de futuro que aborde los temas de desigualdad y pobreza en la Argentina, que sigue siendo la gran deuda de la democracia. Y hay una generación de dirigentes de hombres y mujeres que tienen esta convicción y esta mirada.

―Después de octubre, si hay segunda vuelta, ¿me va a responder a quién va a votar?

―Bueno, queda pendiente esa respuesta para después de octubre.

―A la luz de los resultados obtenidos en este año electoral, tanto en los comicios provinciales como los nacionales ¿qué balance hace de la performance del Frente Progresista?

―Las elecciones nacionales no fueron buenas, evidentemente la falta de un candidato presidencial del Frente terminó afectando las posibilidades de las otras categorías, todo en un contexto de una elección muy presidencializada, pero más allá de eso tenemos la posibilidad de hoy de volver a plantear la necesidad de centralizar también la discusión en la importancia también de tener diputados y senadores que defiendan los intereses de la provincia.

―¿Y de las elecciones a gobernador, qué lectura hace, teniendo en cuenta que se ganó pero por un muy escaso margen?

―Ahí hay un contexto diferente, porque teníamos a un candidato como Miguel Lifschitz, que si bien hizo una muy buena gestión en la ciudad de Rosario, no tenía conocimiento en el centro-norte de la provincia y teníamos compitiendo a otros candidatos que ya se habían presentado a varias elecciones y, en el caso de (Miguel) Torres del Sel, a una persona conocida por su actividad de humorista. Creo que esto hizo que la elección terminara siendo muy pareja. Pero sí creo que ha sido importante la elección en la categoría de diputados provinciales, donde el gobernador de la provincia, a quien yo acompañé en segundo lugar, realmente ha sido descollante, con 760 y pico mil votos. La verdad, que marcan claramente una lectura de lo que la ciudadanía percibe de la gestión.

Entrevista publicada en la edición 209 del periódico el eslabón

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