Cibervigilancia
Foto: Vivi Benito

¿Estamos siendo vigilados? ¿Por quiénes? ¿Para qué? ¿Qué podemos hacer? La antropóloga Verónica Xhardez y la socióloga Laura Marotias, de Software Libre Argentina, ensayaron algunas respuestas.

El pasado viernes 4 de septiembre, en el Centro de Formación Profesional del Sindicato de Prensa Rosario, tuvo lugar la charla sobre “Seguridad y Vigilancia en Internet”, celebrada en el marco de los veinte años de la asociación civil Nodo Tau. ¿Estamos siendo vigilados? ¿Por quiénes? ¿Para qué? ¿Qué derechos se vulneran? ¿Cuáles son los riesgos? ¿Qué podemos hacer? Estos, y otros tantos, fueron los interrogantes que atravesaron la conversación propuesta por el Nodo, que desde 1995 trabaja en el empoderamiento digital de las organizaciones populares. La antropóloga Verónica Xhardez y la socióloga Laura Marotias integran el colectivo multidisciplinario Software Libre Argentina (Solar) y fueron convocadas para entrarle a este debate que, en tiempos de hiperconectividad e información abundante, aparece en muy pocas agendas.

“Si bien existe alguna noción compartida de que las comunicaciones en Internet pueden ser monitoreadas –afirma Xhardez–, las revelaciones de (el ex agente de inteligencia estadounidense) Edward Snowden, generaron una mayor conciencia de ello”. Tal es el caso del espionaje a la presidenta brasileña Dilma Rousseff, descubierto en septiembre de 2013 por este espía yanqui que se pasó de bando y que hoy esconde su cabeza en algún lugar alejado del alcance de las miras telescópicas.

Snowden reveló la existencia de los programas de espionaje y vigilancia electrónica Prism y XKeyscore de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense, por lo que es considerado un criminal. Estos programas espían ilegalmente a sus ciudadanos y a todo el mundo, ya que no existe en EEUU ninguna legislación que lo impida, según explicaron las investigadoras. Además, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, la administración Bush dictó numerosas leyes de excepción que suspenden garantías civiles en nombre de la seguridad nacional.

“Google es una compañía que tiene su sede en EEUU sujeta a la influencia de poderosos grupos y le pasa información al gobierno de manera rutinaria”, señala el ciberactivista australiano Julian Assange, responsable del sitio web Wikileaks, que difunde información clasificada de diferentes gobiernos del planeta, tanto democráticos como autoritarios, con la lupa puesta en la actividad exterior estadounidense y sus aventuras bélicas.

“La vigilancia en Internet se enmarca en el momento actual del capitalismo, y se debe al valor predominante de la información y el conocimiento”, dijo la antropóloga y doctora en Ciencias Sociales de la UBA. “Se trata de una cuestión de poder”, resaltó su coequiper, ya que no cabe ninguna duda de que estamos ante una discusión política antes que técnica.

En efecto, aunque Internet se nos presente como una red descentralizada, abierta y participativa, posee una estructura que reproduce el trazado de las primeras redes transoceánicas empleadas por el sistema financiero donde los “caños” más gruesos y con mayor tráfico son los que conectan Londres con Nueva York.

Ante este panorama, y en función de la soberanía tecnológica regional, la Unasur ha desarrollado el proyecto Anillo Óptico de Interconexión Sudamericana, que implica 10 mil kilómetros de tendido de cables por debajo del océano, necesarios para que el subcontinente pueda interconectarse por su propios medios.

La promesa democratizadora de los primeros tiempos de Internet se desmorona con el cercamiento que impulsa el capitalismo informacional, donde las plataformas emergen como cotos del ciberespacio.

Las redes sociales como Facebook o Twitter son plataformas que facilitan la comunicación entre personas a la vez que establecen cercamientos en Internet. Como observa Marotias “las nuevas generaciones creen que Internet es Facebook y que la computadora es (el sistema operativo) Windows”.

“Nuestros datos están en algún lado, muy probablemente en EEUU”, advirtieron Xhardez y Marotias al tiempo que destacaron la necesidad de generar “una masa crítica que sepa que hay un problema, ya que el espionaje global es una amenaza a la democracia”.

Las académicas de Solar explicaron que estamos pasando de un paradigma de vigilancia táctica –en la que el monitoreo era efectuado sobre determinadas personas a través de la intervención de líneas telefónicas, micrófonos plantados y otros artilugios spy tech–, a la vigilancia estratégica, donde todos somos monitoreados todo el tiempo, por si acaso.

“Construimos nuestra subjetividad con esas plataformas”, observa Xhardez. “Todo parece gratis, pero siempre hay que leer los Términos y Condiciones de las aplicaciones que utilizamos o instalamos en nuestros dispositivos”, recomendó.

Pareciese existir una negociación tácita en la que cada usuario puede expresarse libremente dentro de los límites de cada plataforma, a cambio de brindar información personal sobre gustos, intereses, actividades y formas de consumo. “Cada vez hay más estrategias para no salir”, advirtió Marotias y aseguró que el software libre es una herramienta fundamental contra la cibervigilancia.

“El software libre –programas que pueden ser usados, copiados, estudiados, modificados y redistribuidos libremente– permite saber cómo funciona un programa, ya que es posible auditar su código fuente, que es abierto y no un secreto industrial”, destacó la investigadora.

Fuente: El Eslabón

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Un comentario

  1. Lucho Beltran

    15/09/2015 en 18:12

    Hay que crear conciencia regional de esta nuevas estrategias de control y dominacion de estas organizaciones y sus aliados tecnológicos.
    El software libre es una herramienta, pero el tema es político…

    Responder

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