Si a fines de febrero pasado, cuando la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe decidió que dejara el juzgado de instrucción a su cargo para transferirlo al cuerpo de jueces del nuevo sistema procesal pensó que encontraría alivio a su agobiante situación, el magistrado Juan Carlos Felipe Vienna se equivocó. Su cuestionable proceder en algunos aspectos de la investigación de la muerte de Martín Fantasma Paz, que dio origen a la megacausa de Los Monos, encuentra ahora un paralelo con su actuación en un expediente por un robo ocurrido en 2013 que devino en el hallazgo de gran cantidad de drogas en una chacra de la localidad de Alvear donde se buscaba electrodomésticos, y por el que la Justicia Federal mandó la semana pasada a investigarlo para determinar si el juez fue inducido a error por los policías que participaron de un irregular allanamiento, o bien fue el cerebro de una maniobra ilegal para presionar a un presunto delincuente para que se haga cargo del crimen de Paz. En el primer caso –siendo víctima de policías inescrupulosos- se le podría achacar una ingenuidad desaconsejable para un juez penal; en el segundo, un delito.

Tropezones sin caídas

Este último tropiezo en la carrera judicial de Vienna se asienta sobre antecedentes próximos: una denuncia por extorsión –luego desestimada por inexistencia de delito– de un comisario procesado por presunta complicidad con el narcotráfico en la causa de Los Monos, que lo filmó con una cámara oculta en su despacho en la que el magistrado le dice “cambiá de abogado que en una semana estás caminando la calle”.

Al archivar el caso, el fiscal Aníbal Vescovo realizó una sugerente aclaración al diario La Capital: “No evaluamos conductas éticas ni de procedimiento, sino la existencia de un hecho ilícito, algo que no se configuró”.

Antes, Vienna fue recusado en el expediente de Los Monos cuando se conocieron las planillas de la Dirección Nacional de Migraciones que daban cuenta de viajes a Estados Unidos para asistir a espectáculos de box en coincidencia con Luis Paz, el padre del Fantasma, que era parte en la causa por el crimen de su hijo, y que investigaba el juez.

Luego de este episodio en el que el juez negó haber viajado junto a Luis Paz, se difundió una fotografía del estadio de box donde se los ve sentados en la misma hilera a dos butacas de distancia: ambas estaban ocupadas por sus respectivas mujeres.
La primera reacción del juez fue negar la veracidad de la foto, luego relativizarla, finalmente aceptarla pero asegurando que no había visto a Paz, ubicado a menos de dos metros.

Vienna enfrenta tres sumarios administrativos por los viajes al exterior, la fotografía junto a Paz y sus dichos en la cámara oculta de Blanche, cuya instrucción está a cargo del Procurador de la Corte, Jorge Barraguirre. Nada grave. Sólo si de allí se desprendiese alguna irregularidad que constituyera un delito el juez podría afrontar un problema real.

Sin embargo, en su nuevo rol de magistrado del actual sistema penal, Vienna no encontró la paz posiblemente anhelada. La semana pasada, un tribunal oral federal avaló el pedido de un fiscal para que se investigue si fue inducido a un error en una causa por robo que derivó en el secuestro de varios kilos de cocaína y marihuana en una chacra de Alvear; o sí, por el contrario, fue parte de una maniobra ejecutada por la policía para plantar esos estupefacientes y presionar a un presunto narco.

Chacras de escoria

El caso que devuelve a Vienna al incómodo lugar de tener que dar explicaciones públicas sobre su accionar ídem se inició en abril de 2013. A su juzgado llegó la investigación por el robo de un camión cargado con electrodomésticos de la firma Calatayud.
Investigadores de la Agrupación Orden Público de la Policía le llevan al juez el dato de que el camión estaría guardado en una chacra de Alvear. ¿Por qué lo presumían? Por “información de calle”, metáfora de los datos que los “buches” les pasan a los azules.

La granja era de Diego Fabián Cuello, quien fue detenido en el lugar con “4.290 gramos de cocaína distribuida en un total de 2.731 envoltorios, y aproximadamente 13.805 gramos de marihuana distribuida en 1.394 envoltorios y 14 panes de forma rectangular”, según el acta de procedimiento. También detuvieron a su pareja y a otros cuatro hombres, secuestraron armas, dinero y automóviles.

El juicio

Algunos de estos datos fueron ventilados en el juicio oral por narcotráfico realizado a Cuello, su pareja y otros dos imputados, la semana pasada en el Tribunal Oral Federal 1 de Rosario. El fiscal federal Villate solicitó la absolución de los acusados por entender que el allanamiento ordenado por Vienna fue irregular y presumir que el objetivo no era hallar los electrodomésticos robados a Calatayud sino “embagayar” a Cuello con la droga para otros fines.

Vienna ordenó el allanamiento a la chacra de Alvear el 4 de abril, dos días después del robo del camión con electrodomésticos.
En el lugar los policías no encontraron ni una radio a pilas pero secuestraron, en cambio, gran cantidad de marihuana y cocaína guardada en bolsas ubicadas en el interior de una cámara séptica ubicada al costado de un corral para cerdos.

Durante el juicio oral, se reveló que Vienna investigaba a Cuello desde septiembre del año anterior, porque su nombre había aparecido entre los contactos hallados en el teléfono móvil del Fantasma Paz. Y fue el último en llamarlo antes de que lo mataran.
Villate dijo al programa Redacción Radio que el magistrado “dispone la orden de allanamiento y este se lleva adelante de un forma que sinceramente llama la atención”.

―¿Por qué llama la atención?

―Porque por lo pronto se inicia el procedimiento con una gran cantidad de policías en la chacra, se inicia sin testigos, se incorporan luego los testigos cuando han transcurrido aproximadamente 20 minutos y el personal policial se había desplegado por todo el predio. Y en ese marco, hubo una imagen famosa, de hallazgo de una bolsa que aparentemente contenía dinero que fue retirada del lugar y luego no se supo qué sucedió con esa bolsa.

El video del procedimiento muestra a un policía que encuentra un bolso, lo abre y grita “¡bingo!”. Cuando otro uniformado le pregunta qué tenía, responde: “Efeté”. Y luego trota hacia su automóvil particular con el bolso en la mano.

Siguió Villate: “Pero en lo que hace puntualmente a la causa de competencia federal, del video que se acompañó surgió una imagen que mostraba que en un lugar donde cinco minutos después se encontraron estupefacientes, había personal policial arrodillado y haciendo algún tipo de trabajo ahí”.

“En ese momento –continuó el fiscal– se le pide al camarógrafo que se vaya del lugar con el testigo y cinco minutos después lo vuelven a traer y ahí, sorpresa, aparece la droga que supuestamente se había hallado en el lugar”.

―¿Eso constituye una prueba de que el operativo fue fraguado?

―Esto generó una fuerte presunción, casi diría una certeza, de que la droga habría sido plantada por la policía, porque si no, no hay otra explicación para que habiendo ya hallado la droga en el lugar no se la mostraran al testigo, lo distrajeran y lo llevaran a otro lugar.

Desconfianzas

Durante el juicio oral, el imputado Cuello denunció que en una reunión con Vienna le dijo: “Así como una vez me metí en tu casa, me puedo meter cuando quiera”. Y le planteó que debía hacerse cargo del crimen del Fantasma Paz y culpar a la familia Cantero, líder de Los Monos.

Esta semana Vienna negó que eso haya ocurrido y dijo que si existen los videos que muestran las presuntas irregularidades es porque él los mandó a filmar. No queda claro por qué Vienna ordenó que se filmara el procedimiento por un hecho de robo.

En un reportaje con La Capital, contó que le avisaron durante el allanamiento que en la chacra no habían hallado los electrodomésticos pero sí drogas y armas. Entonces explicó: “Esto último me interesó en especial. Quise preservar esas armas cosa que no me las cambiaran porque tenían que ver, a mi criterio, con varios homicidios. Yo estaba pensando en Cuello y el Fantasma Paz. Ordené que la comisario Jorgelina Llopart, de la Brigada Operativa de Tribunales, fuera a la chacra, entrara y sin mediar palabra hiciera el aseguramiento de las armas y pidiera los registros de los videos a los filmadores. Tenía miedo de que la policía hiciera alguna maniobra con las armas que podían tener que ver con el homicidio de Paz. Que las cambiaran”.

La desconfianza explica el aseguramiento de la prueba que constituían los videos, pero no la orden de filmar el procedimiento, en el que previamente el juez no podía saber que iba a encontrar armas y drogas, ya que aguardaba secuestrar electrodomésticos. Su presencia en el allanamiento, además, hubiese disipado todas sus dudas.

En la misma nota con La Capital, unos párrafos más adelante sostiene: “Cuando se pidió el allanamiento yo todavía no había tocado un solo papel del crimen de Paz”, a pesar de que antes había señalado que cuando le avisan del secuestro de las armas “yo estaba pensando en Cuello y el Fantasma Paz”.

Esta historia no es una de buenos y malos. Evidencia, por lo menos, el desprolijo accionar de un juez que –siguiendo su razonamiento– busca aclarar un caso a como sea, con métodos reñidos con los procedimientos legales que debe respetar si quiere conseguir una condena.
La absolución de Cuello por narcotráfico tampoco es un dato positivo. Vienna dijo esta semana: “Cuello no trabajaba de nada y tenía ese campo de varias hectáreas en Alvear donde se hallaron los estupefacientes. Y cuando ya estaba detenido fue escuchado desde su lugar de detención dando instrucciones sobre sus quioscos de drogas”.

El juez no debería enojarse con los demás por sus propias falencias, que derivan en nulidades como las ocurridas en el juicio oral contra Cuello. El fiscal Villate resumió así lo obvio: “Él (por Vienna) se monta en la lógica de que aún por medio de actos ilegales hay que meter presas a las personas que son supuestos delincuentes. Yo entiendo que las personas sólo pueden ser condenadas en base a pruebas legales”.

Artículo publicado en la edición de este sábado del semanario El Eslabón

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