Exif_JPEG_PICTURE

Aunque navegue en aguas un tanto borrosas, el propósito de este texto es ensayar una mirada al dispositivo que subyace en el discurso de Mauricio Macri, y revisitar algunos presupuestos sobre los alcances de la revalorización del discurso político operada en los últimos doce años.

“Medjugorje” es una palabra croata que quiere decir «entre montañas». Rosenkranz sühnekreuzzug es una expresión austríaca que significa «Cruzada Reparadora del Santo Rosario». ¿Es posible que vocablos de tan difícil pronunciación tengan alguna relación con las elecciones presidenciales en la Argentina? Todo es posible tratándose de un maridaje complejo: política y lenguaje.

En Medjugorje viven 4 mil personas, pero Sor Vicky prefiere decir que la habitan «4 mil almas», y tal vez sea así. Es un pueblo ubicado en el sudoeste de Bosnia y Herzegovina, y eso no lo discute ni Sor Vicky. Allí, en los siempre convulsionados Balcanes, y de acuerdo a testimonios de numerosos devotos católicos romanos, se vienen sucediendo episodios milagrosos, que dan cuenta de varias apariciones de la Virgen María, nombrada en estos casos como Reina de la Paz.

Tres días antes de los comicios del 25 de octubre una cadena de las tantas que venían circulando por Facebook, Twitter, Whatsapp y sms durante la campaña, daba vueltas alrededor del esfuerzo que debía hacerse con tal de sacarse de encima al kirchnerismo.

Quien hubiera esperado las clásicas diatribas contra «La Yegua», la Korrupción, los KK y otros lugares comunes del escarnio militante de ese linaje en redes sociales y otros charcos virtuales, se hubiese frustrado. En lugar de insultos, y sin nombrar al kirchnerismo o a dirigente alguno, lo que contenía la cadena era un relato con moraleja espiritual.

Parece que unos argentinos que habían ido a visitar el sitio donde se habría revelado la Virgen de Medjugorje, luego de la visita al santuario se acercaron a Sor Vicky, que sería una especie de vocera de la Virgen quien, como se sabe, aparece pero no habla.

Los compatriotas le relataron su punto de vista sobre la situación política en la Argentina, y Sor Vicky tuvo la respuesta que esperaban. La monja los tranquilizó, recordando las vicisitudes vividas por los austríacos, en 1947, bajo el dominio de los invasores soviéticos y sus tanques. Les contó que en aquella trágica encrucijada, el padre Peter Pavlicek llamó a los fieles y, recordando la victoria de Juan de Austria en Lepanto cuando hizo retroceder a los turcos con el simple rezo del Rosario, «lanzó la estrategia conocida como Rosenkranz sühnekreuzzug», que como se aclaró más arriba, quiere decir Cruzada Reparadora del Santo Rosario.

El relato repite la anécdota de Austria dos veces, y en la segunda la titula «1955: Tropas soviéticas se retiran inesperadamente de Austria». Caramba. ¿El cura empezó a rezar en 1947 y los rusos se fueron «inesperadamente» en 1955? «Danger –debe haber pensado algún neoliberal ansioso–, ojo que si empezamos ahora tenemos por delante dos mandatos más de los K…». Pero el ejemplo, que bien hubiera dado para tirar, finalmente dio para armar una cadena.

Como sea, Lepanto y Austria suenan mejor que dólar blue o libre flotación de la divisa norteamericana, y Sor Vicky tiene un rostro piadoso que da mejor en cámara que el rudo estilo de Carlos Melconián.

A ver. Hacen política pero hablan como pastores, dan ejemplos de neto corte místico o milagroso. ¿No es mucho? No, porque vale analizar qué se esconde debajo de la alfombra roja donde posan sus rodillas los devotos de las cadenas ultramontanas que traen anécdotas de entre montañas. Por ejemplo, saber si es allí, bajo la mullida mokette, adonde va a parar el rigor histórico y el papel de la política, que los relatores barren del relato.

Ausencias
Desde el título –“Que siempre hable tu corazón”–, en adelante, el relato adolece de ausencias notables. El contexto histórico global y político es una de ellas.
No se lee que Sor Vicky haya mencionado las penurias de los austríacos desde 1938, cuando el Tercer Reich de Adolf Hitler llevó adelante la Anchluss, la Anexión de Austria, en cuyo territorio se llevó adelante parte del plan de exterminio de judíos, católicos y gitanos, entre otros.

Al fin de cuentas el padre Peter Pavlicek había nacido en 1902, de forma que en 1938 contaba con 36 años, una edad propicia para encarar con energía una cadena de oración para pedir la partida de los Panzer alemanes y los estandartes nazis que tapizaban toda Viena. Eso no sucedió.

Pero la cadena de oración tampoco sirvió para que los comunistas volvieran a poner proa hacia Moscú en forma automática o «inesperada», y el contexto histórico prueba que la Unión Soviética no tenía en sus planes mostrarse moderada gracias a las pruebas de fe que daba el catolicismo. Como se recordará, un año después de irse de Austria, los tanques de Nikita Kruschev entraban a Budapest a sangre y fuego, aplastando un conato de húngara rebelión.

La política directamente no roza la narración en cadena. Ni en Lepanto, ni en la Österreich de posguerra parece pasar nada que tenga que ver con la política. Son hechos dramáticos que son abordados, intervenidos, desde la Fe. Otomanos poniendo en riesgo a la Cristiandad desde la misma nada. Soviéticos blindados rompiendo el empedrado y haciendo tintinear nerviosamente las cucharitas en los pocillos de cada café vienés sin otro sustento que la voluntad de Sor Vicky de injertar una historia en clave de anécdota épica, pero resuelta desde la fuerza sobrenatural de la oración.

No es preciso negar la fuerza de la religiosidad, ni transformarse en apóstata para entender que a ese cuentito le faltan varios patitos. Pero de eso se trata. No parece un estilo atolondrado de construcción de un relato. Más bien parece un formato ideal para hacer política y para hablar de ella sin que parezca.
Y da las pistas de que la derecha hace rato que encontró un host language que permite alojar en su seno un sublenguaje que sí es político, porque forma parte de los dispositivos que el neoliberalismo utiliza para combatir a la política. Son ejercicios de antipolítica.

¿De qué hablamos cuando hablamos?
Los doce años del proceso político inaugurado por Néstor Kirchner el 25 de mayo de 2003 sirvieron, sin espacio para la duda, para revalorizar a la política. La puesta en valor de la política después de haberse ido al descenso es indiscutible. Pensar que esa restauración alcanza para inocular al pueblo argentino contra el bacilo que representan décadas de fraude discursivo, doble discurso y estafas programáticas, parece excesivo.

Los procesos políticos contra hegemónicos en la Argentina han sido la excepción en un bicentenario en el que las clases dominantes ejercieron el poder político, económico y cultural. Gobernaron, durante la mayor parte de esos doscientos años, los dueños de las tierras, luego de haberse enriquecido gracias al modelo económico colonial directo, bajo la soberanía española, tomar como propio el sistema colonial indirecto impuesto por Gran Bretaña, y desde el período de entreguerras, en el siglo XX, oscilar entre la influencia del imperio que declinaba, la Rubia Albión, y la alianza con el que emergía, los Estados Unidos.

Pero ellos, también, ejercieron el poder cultural. Se adueñaron del lenguaje, del relato histórico oficial, compusieron la sinfonía épica del poder.
Los surgimientos de movimientos que intentaron, con mayor o menor éxito, resistir o confrontar esas diferentes versiones de dependencia político-económica, tuvieron que vérselas con la presión de los socios externos, en algunos casos los patrones, de una clase dominante agroexportadora que abjuraba de todo proceso de desarrollo moderno, industrial, propio no por convicción ideológica sino para cumplir con los vergonzosos contratos que los ligaban con las potencias globales.

Y debieron enfrentar aquel relato, aquel lenguaje, aquella versión de los merecimientos que se autoadjudicó el rol de clase dominante y dirigente. Como padres de la Patria, la herencia mayor es para ellos. Meterse en esos bolsillos custodiados por feroces alligators nunca fue tarea fácil. Lograr que se internalice en el Pueblo un nuevo lenguaje, que devuelva a la política el lugar que debe tener en una sociedad moderna fue siempre lo más difícil.
La historia política nacional acumula muchas falsas promesas, futuros que nunca llegaron al presente, compromisos incumplidos, y todo eso salía de la boca de la política, que a la vez era hablada desde el poder económico vernáculo y transnacional.

Desde Mayo de 1810, el posterior predominio de la burguesía porteña librecambista y contrabandista representada por Bernardino Rivadavia, luego de los proyectos nonatos de José Artigas y Manuel Dorrego, el interregno de Juan Manuel de Rosas, su derrocamiento y el nacimiento de una etapa en la que se institucionalizó el modelo liberal agroexportador, y ya en el siglo XX las irrupciones de Hipólito Irigoyen, Juan Perón, y Néstor y Cristina Kirchner fueron las moscas blancas de un sistema político controlado y vigilado por las grandes corporaciones y la banca externa, que ya sin un partido que las representara creó el partido militar, interviniendo a través de los golpes militares para ajustar el rumbo político, económico y social, que la realidad se empeña, siempre, en redirigir hacia las grandes mayorías. Y la realidad es así porque las luchas de esas grandes mayorías la obligan.

Lo que escucha «la gente»
Cuando «la gente» escucha en clave política los logros alcanzados durante el último proceso político de claro signo nacional y popular en estos doce años, no puede evitar una sensación de deja vu, en este caso no porque entienda que lo dicho no se compadece con lo hecho, sino porque aún se considera «afuera» de la política, de su praxis, de su lenguaje, de la mística que genera en quien está «adentro». Vuelve por milisegundos a los tiempos del doble discurso y activa un dispositivo que le impide decodificar todo lo que lo involucra positivamente con ese relato.

Hay, todavía, un rechazo visceral al discurso político de parte de un vasto sector del pueblo, propenso a desvincular a la política de su experiencia social, su situación económica objetiva, permeable a discursos que son tan políticos como el del kirchnerismo o peronismo del siglo XXI, como quiera definírselo, pero cuyos emisores apelan a una operación de enmascaramiento: un host language conciliador, moderadamente espiritual o religioso, desprovisto de consignas confrontativas, que aloja al huevo de la serpiente, las verdaderas acciones políticas a poner en juego al llegar al ejercicio del poder.

La derecha neoliberal, además de haber logrado articular un espacio político electoral por primera vez desde la Generación del ’80, encontró un lenguaje que le permite contrabandear su programa de exclusión social y de recupero del espacio perdido por las corporaciones en esta etapa, bajo la piel de asno inofensivo que su máximo líder expresa en un escenario que lo rodea como otros proscenios envuelven de público fiel a los pastores electrónicos.

Pero ésa es una puesta para pocos. Para aquel vasto espacio aún reactivo a identificarse –y comprometerse– políticamente con su tiempo, los llamados a abrazarse todos alrededor del sueño de un país mejor y sin enemigos, a tener esperanza de que los tiempos oscuros de la soberbia dejarán paso a la libertad, y que orando también se puede contra la más terrible opresión, resultan una atractiva oferta.
Algo de esto debe haber inspirado a Cristina el jueves pasado cuando instó «a cada ciudadano» para que «se reúnan con sus vecinos» y reflexionen que «tenemos que defender nuestros derechos». Clarito y para nada desgarrado.

La política como un acto de fe
El texto que sigue corresponde a la cadena difundida en diversos grupos de whatsapp mencionada en la nota central. No fue editado, a fin de no influir en la ponderación del lector.

Que siempre hable tu corazón

Este año en Medjugorje, un grupo de argentinos asistieron a una charla de Sor Vicky. Luego de la misma, le contaron de la situación política argentina y ella aconsejó que usemos el método de los austriacos.

En 1947, Austria estaba parcialmente ocupada por los soviéticos. El padre Peter Pavlicek recordando la victoria de Lepanto –cuando Juan de Austria hizo retroceder a los turcos con el simple rezo del Rosario en una desproporcion de 1 contra 3–, lanzó la estrategia conocida como Rosenkranz sühnekreuzzug (Cruzada Reparadora del Santo Rosario) logrando que los soviéticos se retiren de Austria sin derramar una gota de sangre.

Sor Vicky les explicó que los argentinos tenemos que organizarnos para que la mayor cantidad posible de gente se comprometa a rezar un Rosario por día con la intención de que aparezca un candidato capacitado para terminar con la pobreza, la inseguridad y la corrupción.

Les contó que también lo hicieron los peruanos antes de las últimas elecciones y apareció un Alan García renovado que está sacando el país adelante.
Más que nunca tenemos que difundir este proyecto entre familiares, amigos, grupos de oración y parroquias comprometiéndonos para hacerlo durante el tiempo que tenemos hasta las próximas elecciones.
Si alguien no está familiarizado con el rezo del Rosario le rogamos que lo difunda de todas maneras entre quienes cree que lo van a hacer y de esa manera nos beneficiamos todos.

Muchísimas gracias.

1571: El Rosario salvó a la Cristiandad en Lepanto
En el Siglo XVI, el poderío otomano amenazaba aniquilar y dominar la Europa cristiana. Confiando en la protección de Dios y María Santísima, el Papa Pío V logró reunir una pequeña escuadra, con el apoyo de Felipe II de España, las Repúblicas de Venecia y Génova y del Reino de Nápoles, que obtuvo una aplastante victoria, en las aguas del golfo de Lepanto, el 7 de Octubre de 1571.

Algunos moros, tomados prisioneros, confesaron que una brillante y majestuosa Señora se había aparecido en el Cielo, amenazándolos e infundiéndoles tanto miedo que sucumbieron al pánico y huyeron.

Mientras tales prodigios ocurrían, la Cristiandad, a instancias del Papa, rogaba el auxilio de la Reina del Santísimo Rosario.
En Roma, el Papa San Pío V pidió a los fieles que redoblaran las oraciones. Las Cofradías del Rosario promovían procesiones y oraciones en las iglesias, suplicando la victoria de la armada católica.

El Pontífice, gran devoto del Rosario, en el momento en que ocurría el desenlace de la famosa batalla, tuvo una visión sobrenatural, en la cual tomó conocimiento de que la armada católica acababa de obtener una espectacular victoria. Inmediatamente, exultando de alegría se dirigió a sus acompañantes exclamando: «Vamos a agradecer a Jesucristo la victoria que acaba de conceder a nuestra escuadra».

La milagrosa visión fue confirmada solo en la noche del 21 de Octubre cuando, finalmente, el correo llegó a Roma con la noticia.
Y para perpetuar esa extraordinaria victoria fue instituida la fiesta de Nuestra Señora de la Victoria, que dos años más tarde, adoptó la denominación de fiesta de Nuestra Señora del Rosario, conmemorada por la Iglesia el 7 de Octubre de cada año.

Más notas relacionadas
  • Un rompecabezas incompleto

    Para recomponer el actual modelo de representatividad faltan piezas clave. Empresarios, Ju
  • ¿De qué se cansó “la gente”?

    En medio de una hecatombe social, Malena Galmarini lanzó una piedra en aguas peronistas de
  • Humo y tempestad

    Milei intenta saldar a sangre y fuego el empate histórico entre Nación y colonia, el peron
Más por Horacio Çaró
  • ¡Vamo a hacer otra escalera!

    Cinco de la mañana arriba. Caliento el agua, guardo los sanguchitos, paso a buscar a las p
  • Lágrimas de león

    La masiva y federal marcha en defensa de la universidad pública hizo pisar el freno por pr
  • El testigo

    El calor parecía aumentar en el local, lleno de ansiosos, humo y voces. Le dije que por es
Más en Columnistas

Un comentario

  1. Carlos Daniel Garcia

    02/11/2015 en 21:49

    Dejando que hable mi corazón, nada más que brillante este artículo y como de costumbre todos los escritos de Horacio Çaró, sin desmerecer al resto de los que integran este medio, son una cátedra de verdadero periodismo comprometido.
    Me cuesta pensar que un electorado haya decidido ir en contra de la fuerza política que los ha favorecido y en favor de los que combatieron estas, un voto conservador que provino de sectores populares que ganaron en calidad de vida estos años, jubilaciones rescatadas, asignacion universal por hijo, derechos humanos, minorías sexuales o de género que fueron beneficiados por este gobierno, comerciantes y empresarios que prosperaron en forma considerable en estos doce años, capas medias que fueron rescatadas de la extinción, se volcaron a ese discurso que esconde las viejas políticas que las llevaron al borde del precipicio, se me ocurre que estamos en una sociedad que tiene ausencia de un verdadera filosofía pluralista.

    Responder

Dejá un comentario

Sugerencia

Un rompecabezas incompleto

Para recomponer el actual modelo de representatividad faltan piezas clave. Empresarios, Ju