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Con nuevo gobierno nacional, Lifschitz inicia el tercer mandato consecutivo del Frente Progresista, al que arribó arañando el triunfo electoral. La bendición dineraria de la Corte, una ayuda inesperada. Y los desafíos de la Casa Gris sobre seguridad y narcotráfico.

Miguel Lifschitz asumió esta semana el tercer período de gobierno consecutivo del Frente Progresista en Santa Fe, el primero sin el kirchnerismo en la Casa Rosada, lo cual es toda una novedad. Bendecido con un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que le otorga recursos extras y una acreencia nada desdeñable sobre el gobierno central –que deberá negociar con Mauricio Macri-, el socialista inicia su gestión, sin embargo, habiendo ganado las elecciones por apenas 1.400 votos de diferencia sobre su rival más próximo, el del PRO, y en un escenario político fragmentado en tres tercios en el que también talla el justicialismo. A diferencia del mandatario saliente, Antonio Bonfatti, el entrante tiene mayoría propia en la Cámara de Diputados pero seguirá en minoría en el poderoso pero siempre dispuesto Senado provincial. Y deberá afrontar un enorme desafío, el problema que la sociedad santafesina ubica en primer lugar del podio, que es mitigar los niveles de “inseguridad”.

Repartiendo

El primer acto de gobierno de un gobierno –si se permite la redundancia- es la conformación del gabinete. Lifschitz constituyó el suyo procurando equilibrios políticos y territoriales, y no hubo grandes sorpresas.
De los catorce ministerios que tiene el naciente gobierno de Lifschitz –que ascendió a esa categoría a dos secretarías, la de Medio Ambiente y la de Ciencia y Tecnología– ocho quedaron en manos de dirigentes del socialismo y los seis restantes en poder del principal socio del Frente Progresista: la Unión Cívica Radical.

Los ocho hombres del PS que participan del gabinete provincial son: Pablo Farías (Gobierno y Reforma del Estado); Gonzalo Saglione (Economía); José León Garibay (Infraestructura); Ricardo Silberstein (Justicia); Claudia Balagué (que sigue en Educación); María de los Ángeles “Chiqui” González (continúa en Innovación y Cultura); Luis Contigiani (Producción) y Miguel González (Salud).
Los boinas blancas incorporados al gobierno son Maximiliano Pullaro (Seguridad); Julio Genesini (sigue Trabajo); Jorge Álvarez (Desarrollo Social); Julio Schneider (quien continúa en Obras Públicas); Jacinto Speranza (Medio Ambiente) y Eduardo Matozo, que asumió en Ciencia y Tecnología.

Además, el gabinete de Lifschitz busca equilibrar la cuestión territorial, un viejo asunto que atraviesa a la extensa provincia con forma de bota. Allí hace su aparición el ex intendente de Reconquista, el radical Speranza, quien se quedó con el flamante ministerio de Medio Ambiente. Durante la campaña, el socialista había prometido incorporar a su equipo de gobierno a un “hombre del norte”. Ahí está.
El GEN de Margarita Stolbizer también tuvo un lugar en el elenco del gobierno: Fabián Peralta, que concluyó su mandato como diputado nacional, ocupará la nueva Secretaría de Prevención de Adicciones.

Bien regado

Antes de que asumiera, la Corte Suprema de Justicia nacional le dio la que tal vez sea la mayor sorpresa al flamante gobierno de Miguel Lifschitz. Un fallo del mini-tribunal avaló el planteo realizado por las provincias de Santa Fe, Córdoba y San Luis, que reclamaban el fin de la detracción del 15 por ciento de la masa de impuestos coparticipables destinada a financiar la seguridad social (Ansés) desde 2006.
El efecto más próximo de la resolución es que en diciembre ingresaron unos 500 millones de pesos más a la provincia por esa decisión judicial, que a la vez convirtió a Santa Fe en acreedora de la Nación por más de 20 mil millones de pesos. El presupuesto provincial de este año alcanzó los 75 mil millones.

Esa liquidez inesperada mejora el talante miguelista, aunque no modifica sustancialmente la cuestión financiera del gobierno, atento a que los 500 millones mensuales extra representan una nimiedad de los gastos corrientes de la Casa Gris.

Lifschitz se esperanza con poder pactar con Macri la devolución de la deuda nacional a través de obras federales en territorio santafesino. Esa chance le permitiría distraer recursos propios a otros asuntos.

Frente a Frente

El de Lifschitz será el primer gobierno del Frente Progresista sin el Frente para la Victoria en la Casa Rosada. En cambio, tendrá al frente Cambiemos en la administración central del país. Con idas y vueltas, Hermes Binner y Antonio Bonfatti gestionaron con el kirchnerismo. A veces desde más cerca, otras con mayor lejanía, pero siempre ubicado en la vereda de la oposición. De hecho, Binner enfrentó –con escasa fortuna– a Cristina Fernández de Kirchner en los comicios presidenciales de 2011.

Ahora le toca a Lifschitz administrar con un nuevo gobierno nacional, también de distinto color político, aunque en Cambiemos no haya política, sólo color, amarillo.
El socialista se mostró optimista –al igual que varios dirigentes de su partido– con el inicio del macrismo a cargo de los destinos de la Patria. Si bien marcó que pertenece a otra fuerza dijo que como opositor debe “aportar a la gobernabilidad”.

“Vamos a ponernos a disposición de Macri para colaborar desde Santa Fe”, prometió también el gobernador. Al participar del acto de asunción de Macri, Lifschitz sostuvo: “Coincidimos en las metas pero esperamos medidas concretas”.

Lo que hará el macrismo, sobre todo en materia económica, sólo lo saben los funcionarios del Fondo Monetario Internacional. En Argentina el equipo económico no brindó precisiones sobre sus políticas, aunque la gestión de deuda externa por 8 mil millones de dólares a contraer con entidades financieras es un claro indicador.

Prioridades

Lifschitz también manifestó que las prioridades de Santa Fe que constituirán su pliego de demandas a la Casa Rosada son seguridad y narcotráfico. El sábado, cuando este periódico esté en la calle, Macri recibirá a los gobernadores, entre ellos al santafesino, que tendrá la primera oportunidad de plantear sus iniciativas.

En materia de seguridad ya existió un primer contacto entre ambas administraciones. El ministro santafesino, Maximiliano Pullaro, se reunió con su par nacional Patricia Bullrich, quien le garantizó la continuidad de las fuerzas federales en Rosario y otros puntos de la provincia, en igual cantidad que las provistas por Sergio Berni.

Controlar la policía de Santa Fe es el principal desafío de la gestión Lifschitz. Menuda tarea luego de años de autonomía y participación de la fuerza de seguridad en el delito, entre ellos el narcotráfico.
Sobre este último asunto, lo único que se conoce es que será una prioridad para el gobierno de Macri, enfatizada por el flamante presidente en su discurso de asunción. “Terminar” con el narcotráfico fue un eje de su campaña, casi como si fuese candidato presidencial en México o Colombia. Macri contó que el Paco mata y daña la salud de sus consumidores. Y que creará una agencia nacional de lucha contra la venta ilegal de estupefacientes.

Pero ninguna otra cosa se sabe del plan macrista contra la narcocriminalidad, un problema que tanto aflige a los rosarinos. Tampoco se han brindado mayores precisiones sobre los planes locales para enfrentar ese drama, más allá de algunas consignas generales como no tolerar la corrupción policial. Como afirma el dicho, en la cancha se ven los pingos.

La tasa de homicidios más alta del país, que triplica el promedio nacional; el crecimiento de la violencia como modo de dirimir la broncas inter pares; el ascenso de figuras delictuales menores pero socialmente perturbadoras como los arrebatos, las salideras y los robos en sus múltiples modalidades; configuran el explosivo que la gestión de Lifschitz deberá intentar desactivar. Muy probablemente la sociedad lo evalúe más por esas acciones que por otras igualmente importantes, pero menos irritantes para la dermis social. El reto no es menor, sobre todo si se apuesta a una seguridad democrática y se evita la tentación de la demagogia punitiva.

Socios

Lifschitz convivirá los cuatro años de su mandato con el gobierno de Cambiemos, aliado a la UCR a nivel nacional que, a su vez, es aliada al Frente Progresista en el pago chico. Eso podría facilitar algunas gestiones o convertirse en un escollo.

Los radicales santafesinos que en un primer momento pusieron reparos al acuerdo con el PRO dejaron de lado sus prejuicios cuando Macri se alzó con el balotaje. Ese escenario mejora sus chances frente al socialismo, atento a que esperan tener línea directa con el ex gerente de Socma y negociar las listas de legisladores nacionales –dentro de dos años– en otra relación de fuerza con sus socios provinciales. Pero ese futuro político es sólo una proyección sujeta a lo que suceda en este presente.

Fuente: El Eslabón

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