“Parido en el barrio, curtido en el fuego y vivo en nuestros cuerpos. En contra de los palos en el hormiguero, este carnaval atrevido sigue gritando: ¡Ésta es nuestra alegría!”. La frase dio el marco a la nueva edición del Cumple de Pocho, el festejo que para estos días, y desde hace quince años, convoca a los vecinos de la barriada que supo patear y pedalear el militante social Claudio Lepratti, asesinado en diciembre de 2001 en el marco de la violenta represión tras la que abandonó el gobierno la Alianza. Los pibes que se formaron con Pocho, ya jóvenes, tomaron la posta de promover la organización colectiva como salida a los profundos conflictos que tiene esa –como tantas otras– golpeada zona de la ciudad; siempre con la sonrisa como bandera. La potente movida murguera, musical, cultural y política, arrancó el jueves 25, siguió el viernes 26 y termina este sábado.
El Carnaval Cumple de Pocho hace coincidir la fecha de los populares y ancestrales festejos con el natalicio de Claudio, quien este año recién habría alcanzado los 50. El militante social, que a su vez se formó –en gran medida–, en las comunidades cristianas de base que desde hace décadas coordina el padre salesiano Edgardo Montaldo allí, marcó a toda una generación de niños, niñas y adolescentes de la villa y alrededores del Ludueña profundo. Esos mismos que hoy continúan la lucha, entre otras líneas de laburo, con este festejo artístico y rebelde, que promueve la organización social y la alegría como estandarte y horizonte.
La propuesta incluye tres días de intensas actividades que giran alrededor de la plaza de Liniers y Vélez Sarsfield, que lleva el nombre de Pocho –antes era “La Mármol”–, sitio de largas mateadas y encuentros cuando el “Ángel de la bicicleta”, como lo rebautizó León Gieco, todavía no había sido ultimado por la policía de Carlos Reutemann.
Comienzo del carnaval
El Eslabón llegó a las 18 del jueves 25 de febrero, cuando –según informó Varón–, ya habían pasado varios talleres de reflexión y educación popular y desde el escenario, montado en el centro de la plaza, donde hay construido una suerte de pochódromo con gradas y todo, Milton y Luli anunciaban el ingreso del Rey Momo. Los tres, junto a otros, integran el Bodegón Casa de Pocho, la organización impulsora de la movida, aunque no la única.
Los vecinos, las doñas, los pibes, y especialmente cientos de guachines, habían copado el lugar, como ya se ha hecho una costumbre para este festejo. Militantes sociales, políticos, gremiales y estudiantiles de diversos espacios y puntos de la ciudad dieron el presente, como todos los años.
Celeste Lepratti, quien hace tiempo vino de su Entre Ríos para seguir el camino de compromiso trazado por su hermano, y fue electa concejal por el Frente Social y Popular (FSP), corría por la zona de los juegos detrás de sus chiquitos. Ahí nomás, en un rincón no muy alejado, se armaba un cuatro contra cuatro de unos chiquitines y el Peclo, ya una institución de la zona.
La porfiada y cada vez más grande feria –tras varios intentos de desalojo logró su estabilidad en la plaza–, aportó lo suyo: verduras, huevos y otras provisiones para el transeúnte del barrio que se acercaba a comprar algo y seguía (a esa hora los menos); salchipapas, choris, empanadas, bizcochuelos, tortas asadas y fritas, y un sinfín de ofertas para los asistentes al evento.
“Cada día, además de un montón de actividades, tiene un sentido y un eje alrededor del que gira el cronograma”, explica al costado del escenario Emilio, mostrando una fotocopia con el programa del Carnaval, y detalla: “Hoy (por el jueves) es «Carnaval es construcción y organización», el viernes «Memoria de la Alegría. Este carnaval sigue gritando: Esta es nuestra alegría», y el sábado «Nuestro barrio, nuestra historia, los hechos que nos transforman»”. “Hoy tocan los Farolitos”, acota uno al costado, que lleva una remera de la popular banda de zona oeste.
Tras los talleres del jueves “Camino de hormigas”, “Murga La Esperanza” y “Entre mujeres: El Cuerpo dice ¡Yo soy una fiesta!”, la primer jornada del carnaval contó con la participación de Marcelo Moyano, Sara Maidana, Ayem Nahuet, La murga de Empalme, Zapatea Lechuza, Murga DBL, Eternos Inquilinos y Farolitos.
El viernes la movida siguió con otros talleres con nombres no menos originales: “Expreso Cachilo”. “Nuevos Nados”. Mapeo Colectivo”. Hubo un torneo de fútbol “desde el barro” y hacia la tarde noche tocaron bandas y murgas como Anahí, Caídos del Puente, La Guevarata, La Fuga, Mal Ejemplo, La Pocilga, La Semilla.
Despedida
Este sábado 27, el carnaval concluirá con los talleres de arcilla y barro. “Memorias del barro”, y de máscaras “Te conozco mascarita”, para luego pasar al desfile de murgas y las presentaciones de Caminando tranqui; Los Mocosos del encontronazo; Somos lo que somos, Rancho aparte, Inundados de Arroyito, Varón y La Murga de los trapos.
El cierre, como todo carnaval, será con la quema del Rey Momo y un show en vivo de Elio y sus románticos.
Milton, el locutor
“Para nosotros este decimoquinto carnaval es bastante especial, porque hace mucho que venimos defendiendo esta alegría, que nos pertenece y que es una fiesta popular”, cuenta Milton, quien supo integrar –al igual que Varón, Vane y otros compañeros que andan a las corridas para que todo salga bien–, los grupos que acompañaba Pocho para que los pibes se den procesos propios de organización, como La Vagancia.
Ya casi un locutor consagrado y hasta canchero, aunque no menos vehemente (se lo notó enojado cuando repudió la represión de la Gendarmería a los murgueritos de la Villa 1114), Milton se dio un tiempo para reflexionar sobre este carnaval: “Pocho este 27 de febrero cumpliría 50 años, entonces son dos cosas fuertes para poder festejar y a la vez continúa el pedido de justicia por lo que pasó el 19 y 20 de diciembre de 2001, no sólo por Pocho sino por todos los caídos y caídas en ese año”.
―¿Cómo se convirtió el carnaval de Pocho en esta gran movida?
―A partir del año 2006 empezamos a preparar algunas frases que rodean el carnaval, para pedir justicia no sólo por los caídos en diciembre de 2001, sino por todo lo que sucedió durante el año. Frases como “la alegría es nuestra mejor arma”; o “la alegría nos une, nos multiplica y nos hacemos fuertes”; o “la Mecha está encendida”; la frase de este año es “Parido en el barrio, curtido en el fuego y vivo en nuestros cuerpos. En contra de los palos en el hormiguero, este carnaval atrevido sigue gritando: ¡Ésta es nuestra alegría!”. Esto también se enmarca con los pibes de una murga en Buenos Aires que fueron reprimidos hace un tiempo atrás, y que este carnaval viene parido desde abajo, y que está construido, no sólo por la gente de Ludueña, sino por todas las organizaciones que se van sumando.
—¿De qué modo lo organizan?
—El carnaval se divide en muchas comisiones: la de comunicación, difusión, escenario, banda, murga, seguridad, limpieza, finanza, y otra que es comida y alojamiento, que se creó hace algunos años. Porque vienen grupos y colectivos de otras partes de la Argentina, entonces esa comisión le busca lugares en el barrio, en escuelas, en clubes, para alojar en el barrio a los que vienen de afuera. Se arma una comida para los tres días, con desayuno y almuerzo. Se prevé para este año que vengan aproximadamente 200 personas de Buenos Aires, Córdoba, capaz que vienen de Santiago del Estero.
—¿Cuales son los objetivos que se proponen con esta movida?
—En los últimos tiempos apareció esta cuestión de que uno tiene que cuidarse solo y quedarse adentro de su casa, muchos medios de comunicación plantean esta cuestión de la inseguridad como si fuera algo que pasara solamente en los barrios, y la idea es transmitir un mensaje a todas las personas que se quieran acercar al barrio y que vean que aquí también pasan otras cosas y no sólo lo que muestran los medios, sino que vean que se puede compartir una fiesta. Nosotros hinchamos mucho las bolas a la gente que va a la plaza a disfrutar del carnaval, que no consuman, que no tomen alcohol. Porque la idea es disfrutar, no con la cabeza quemada, sino hacerlo de otra manera. La idea es cuidar este espacio que nos pertenece a todos y todas.
Una feria luchada
Luego de soportar varios intentos de desalojo, la cada vez más grande feria de la plaza Pocho Lepratti es una de las tantísimas experiencias de organización popular que proliferan en barrio Ludueña. Surgida de la necesidad, con la improvisación de lo urgente, vecinos y vecinas fueron ocupando primero espacios para vender algo, hasta conformarse como un mercado popular especialmente dedicado a ofrecer alimentos, aunque no es lo único que se puede encontrar.
Varón, del mismo modo que sus compañeros, acompañó con mucho entusiasmo el proceso, recuerda que no fue fácil que la feria logre cierta estabilidad. “Los quisieron desalojar varias veces, hubo idas y vueltas con el distrito noroeste, hasta que se llegó a un punto de acuerdo”, recordó Varón.
El Bodegón Casa de Pocho sirvió de espacio a los vecinos feriantes, aunque como cuenta Varón. “En medio de las negociaciones con la gente del distrito hubo que definir entre dos propuestas de días para montar la feria, una de la municipalidad y otra de los vecinos”, refirió Varón, quien agregó: “Fue una experiencia maravillosa, primero fueron eligiendo representantes y luego hubo que votar entre las dos mociones. Y ganó la de los vecinos, doscientos y pico contra ciento y algo. Ahora la gente se apropió mucho más del lugar y lo defiende como su trabajo y a nosotros nos llena de orgullo”, reconoce.
Memoria, Carnaval y Justicia
Claudio Pocho Lepratti nació un 27 de febrero de 1966 en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, y fue asesinado el 19 de diciembre de 2001 en el barrio Las Flores de Rosario, mientras desempeñaba su trabajo en una escuela de ese barrio, en medio de una brutal represión policial que se cobró la vida de siete personas más en la ciudad. Hasta el momento no hay responsables políticos imputados.
Producción: Facundo Paredes, Eugenia Arpesella.
Fuente: El Eslabón