Obra de Daniel Santoro.
Obra de Daniel Santoro.

Como se dijo en la primera entrega en el Nº234 de el eslabón, el peronismo transita un debate interno, que viene de lejos. ¿Debe domesticarse o exhibir su matriz antioligárquica? Y en esa discusión se meten casi todos, aportando pensamiento y praxis, en una etapa que lo encuentra fuera del gobierno tras afrontar una derrota electoral.

El tipo leyó la crítica que un veterano marxista hacía al proceso que Néstor Kirchner inauguró en 2003. Hablaba de que «el cáncer es el peronismo, que permitió que se le metiera el tema que siempre se gobierna, sean Menem, Puerta, Duhalde, Brito Lima, Cafiero, Palito Ortega, Reutemann, Evita, Cooke, Joe Baxter, El Lupo, Cristina, Bittel, Seineldín…».

Entonces pensó: «Cuánto desearía que al menos una de las profundas oleadas de revolucionaria alegría con que el peronismo entra a la vida de millones siquiera lo rozara (al tipo que opinaba). Vería que algunos nombres ignominiosos que menciona son renglones y a veces frases incompletas, palabras balbuceadas o letras sin destino en medio de un relato pleno de furia justiciera, escrito por un pueblo que no es idiota y tiene memoria».

Y después de rumiar un poco más, reflexionó, como dirigiéndose personalmente al autor de la opinión que lo perturbaba: «No sabe lo que daría para verlo envuelto por ese poderoso vendaval de batallas ganadas y perdidas, pero siempre atiborrado de panzas llenas y corazones contentos. Un saludo progresista, porque el peronismo es progresista, y acaso no exista progresismo sin peronismo».

Así las cosas, el debate en derredor de la identidad original del peronismo, su sustancia, sus inmanencias, parece infinito, interminable. Como dice la desgarradora letra de la canción Está todo bien, mamá (sólo me estoy desangrando), de Bob Dylan, dentro del peronismo «el que no está ocupado naciendo, está ocupado en morir».

Santoro vuelve a la carga

Uno de los debates interesantes que fluyen en este tiempo de reflexión peronista lo protagonizan intelectuales de fuste como Daniel Santoro (ya se citó al fenomenal artista plástico en la nota que precede a ésta), el sociólogo y pensador Horacio González, y el periodista y escritor Teodoro Boot, entre otros.

Santoro cabalga la coyuntura en forma directa, y se refiere a la conmoción intraperonista luego de la derrota de noviembre de 2015 de este modo: «Mientras tanto aquí, en nuestra tierra, los compañeros continúan tramitando el duelo de la derrota, se suceden las reuniones, las charlas informales, los intentos de alguna orgánica, se dice «algo tendríamos que hacer», de alguna manera todo sirve para desangustiarnos, las más diversas opiniones circulan con total libertad, se duda de todo ¿Realmente hubo una voluntad de ganar? ¿Será Cristina la conducción? ¿Todo éste caos se ordenará con su vuelta al centro de la escena? ¿Será ella el factor de unidad, o precipitará las rupturas en espera?».

Tremenda radiografía de un momento tremendo. Pero Santoro no quiere detenerse en esa instantánea ósea: «Es fácil advertir que la noticia más ansiada por nuestro enemigo será la de la ruptura del sistema kirchnero-peronista, la pinza metafísica ya está operando, por un lado el desmontaje simbólico naturalista y por el otro la inminente extracción del núcleo peronista que estructura al kirchnerismo, de modo tal que el kirchnerismo deshuesado pueda –cumpliendo una cruel paradoja– ser ese partido progresista que se insinúa en algunos parques metropolitanos (tan lejos de los conurbanos). Hay compañeros que sueñan el sueño del enemigo, el deseo que el kirchnerismo sea ese partido, un poco PI (por el Partido Intransigente), un poco fláccido y finamente purificado de la mugre peronista». Chupate esa mandarina, que encima insinúa cierto amargor desde su propia cáscara.

González responde

Le responde González, amistosamente, con el cariño que se profesa a un compañero. «…dice nuestro amigo, la actividad de ciertos compañeros renuentes al «conurbano» desearían («soñando el sueño del enemigo») convertir el kirchnerismo en un simple y laxo progresismo –da el ejemplo del PI– debilitando la fuerza encargada de impedir aquel desguace tan bien señalado que está produciendo el macrismo».

Frente a esto, el ex director de la Biblioteca Nacional señala: «Es cierto que en una simultánea mala explicación de los tiempos vividos, algunos querrían extirpar el peronismo del kirchnerismo y otros el kirchnerismo del peronismo. Ninguna de esas dos maneras de pensar me parecen adecuadas, y de una u otra forma caemos en el síndrome del «PI» o en el síndrome de «PJ». El PI tan sólo existe, como dirías vos, en la memorabilia argentina, y los macristas no harán un billete con el rostro de Oscar Alende, que ni saben que existió. El PJ, en cambio, sabemos que está en plena ebullición. Para que sea válido el «sistema» que proponés no deshacer, no creo que haya que desconfiar de las asambleas en las plazas».

Y por si fuera poco, Boot

Terciando entre esas dos potentes voces, Boot aporta su reflexión. «Además de las posiciones políticas y las estructuras de pensamiento, existen (y operan sobre la realidad) las identidades culturales», arranca el periodista, en un escrito que titula «Respuesta amigable a Daniel Santoro», pero que involucra también a González.

Boot quiere, necesita, entiende necesario para el otro, definirse de entrada: «Al igual que Santoro y (aunque le pese y por más esfuerzos en contrario que haga) Horacio, tengo o sufro una identidad político-cultural muy definida y, a estas alturas, incurable: soy peronista. Surge aquí una enorme e irresoluble complicación: ¿qué significa «ser peronista»?». El tipo va directo al corazón de las tinieblas, porque no les teme, porque las considera sus tinieblas.

«En lo personal, coincido con Santoro –alega Boot– en el riesgo que siempre ha implicado y en el daño que ha producido cualquier intento de diferenciar kirchnerismo de peronismo y/o peronismo de kirchnerismo, que tiene fogoneros de distinta naturaleza, orientación e intereses».

Para surfear ese peligroso oleaje, ensaya una finta y arremete de nuevo hacia el arco, intenta hacerle un gol a los que siempre expresan lo inasible del peronismo, se atreve a explicar qué es el peronismo: «Muchas cosas, me temo, y muchas cosas muy diferentes, como suele ocurrir más con las identidades culturales que con las políticas, que podrían ser siempre más específicas y programáticas. De ahí que el peronismo suele funcionar más como una identidad cultural y un ambiguo sistema de pensamiento que como identidad política, aunque, casualmente, esos diversos sistemas de identidad suelen terminar por superponerse. Es muy obvio, y a los hechos es fácil remitirse, que hoy por hoy el peronismo es la identidad cultural básica del pueblo argentino».

Caramba, esto se está poniendo bueno. No es el único que lo dice, pero Boot elige decirlo así: «¿De qué otro modo explicarse la compulsión afiliatoria al Partido Justicialista (¡al Partido Justicialista!) de tantos miles de argentinos que jamás se han planteado si son o no son peronistas, de tantos que tal vez hasta crean no serlo? ¿Por qué el ansia afiliatoria va hacia ese lado y no hacia ningún otro de los partidos constituyentes del Frente Para la Victoria? ¿Qué es lo que hace que los jóvenes integrantes de un partido diferenciado, como Nuevo Encuentro, canten la marcha peronista, supongo que ante la perplejidad de los dirigentes del partido?».

Preguntas que pocos se hacen en esta coyuntura, en la que las voces parecen puños cerrados repletos de verdades y respuestas, reproches, acusaciones y adjetivaciones que le ponen un valor a las palabras que equivalen al valor que Mauricio Macri le pone a la moneda nacional ni bien asume.

En este punto, cerca del área grande del adversario, Boot levanta la vista y se propone observar si es él el que debe convertir el gol o hay alternativas. «¿Es hoy el kirchnerismo una identidad cultural comparable al peronismo? ¿Podría incorporarlo y superarlo como el peronismo incorporó al yrigoyenismo, y el yrigoyenismo al roquismo? ¿Puede resolverse esto mediante la discusión o el juicio de uno o más intelectuales, pensadores o políticos?».

A izquierda y derecha suyo ve jugadores que podrían recibir el pase gol. Pero Boot prefiere, se condena, opta por correr el riesgo de no meter la pelota en el arco adversario, pero ya decidió que no habrá pase gol: «Se me hace que no, se me hace que el kirchnerismo podrá eventualmente perdurar (o no) como identidad político cultural que asimiló y superó al peronismo, no porque lo determine nadie en particular. Lo decidirán el pueblo y el paso del tiempo».

Y propone un pensamiento que al menos deberían sopesar quienes parecen saber cómo, cuándo y por qué se deben hacer los goles, sólo que están sentados en la platea baja. «A mi juicio, hay algo esencial. Alguna vez el peronismo, o los peronistas, terminarán de comprender el enorme servicio que le prestó Kirchner: reconciliar al peronismo con los derechos humanos. El peronismo en particular no violó los derechos humanos, aunque los crímenes de estado empezaron antes el golpe».

¿Qué tal? Otra mandarina para succionar, sobre todo destinada a quienes corren por izquierda al peronismo, endilgándole poco menos que el copyright del plan criminal de Videla, Massera y Cía.
Boot, con inmensa lucidez, desgrana uno de los principales aportes, no el único, claro, que el kirchnerismo, desde dentro del peronismo, le aportó a este último, o se aportó a sí mismo, en todo caso. «Néstor vino a resolver esto, vino a reconciliar al peronismo con los derechos humanos…en mi opinión, de eso se trata la discusión. Lo demás, si peronismo, si kirchnerismo, es pura tontería».

Desde su peronismo más visceral, el escritor vuelve su mirada, después del gol, a la tribuna de los socios vitalicios, y se lo dedica a uno de los eternos olvidados, y lo cita: «Y en todo caso, como alguna vez dijo Leopoldo Marechal: «La de Perón y Evita es una de las encarnaciones de la doctrina nacional. Hubo otras antes, y habrá otras después»».

Nota relacionada:

El peronismo, ese animal rumiante (primera parte)

Fuente: El Eslabón

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Un comentario

  1. adhemar principiano

    28/02/2016 en 1:09

    El peronismo, ya no es mas peronismo, las sociedades tienen su dinamica, que ayer, ya no es, hoy es, y mañana sera.

    Responder

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