El nadador casildense, que representará –por segunda vez– a la Argentina en unos Juegos Olímpicos, dialogó con El Eslabón. Además de repasar su fructífera carrera, que le permitió viajar a destinos insólitos, habló de su querido Rosario Central.
Desde muy chico, y haciendo valer su altura, Grabich jugaba al básquet en su Casilda natal. Hasta que un día, una amiga de su madre, profesora de natación de Alumni, lo invitó a él y a un par de compañeritos del colegio a participar de los entrenamientos. Aunque siguió un tiempo más tratando de acertarle al aro, Federico se tiró a la pileta y casi que se podría decir que no salió más. “Empecé a los 10, con Mónica Gherardi, que hace 35 años que es entrenadora en el club Alumni y 16 que me entrena a mí”, dice este lungo de 1,93 metros, y admite: “Esos primeros años fueron muy difíciles. No entendía nada porque no venía de la rama de la natación, sino que yo jugaba al básquet desde hacía mucho. A los dos o tres años de haber empezado a entrenar, ya competía en torneos nacionales aunque no resaltaba, sólo iba para competir”.
A los 16 años, y en lo que considera “la parte más difícil de todo esto”, Federico tuvo que tomar una decisión y no lo dudó: “Tenía que elegir entre una de las dos disciplinas para poder dedicarme de lleno a eso y elegí la natación. Mónica me fue exigiendo cada vez más y eso me fue llevando a que me guste la competencia, a que me vaya mejor, y a ganar medallas en los campeonatos”.
De cabeza
Ya metido de lleno en las aguas de la natación, Federico arrancó su recorrido que lo llevó a conocer destinos insólitos y a cosechar preseas en la mayoría de los campeonatos en que se presentó. “El torneo que tomo como el más importante de mi carrera fue el Panamericano de 2011 en Guadalajara, México”, dice sin titubear el casildense, pese a que a esa altura ya había conquistado un par de certámenes nacionales, y argumenta: “Si bien ya venía compitiendo en muchos torneos internacionales, ese me marcó mucho porque fue mi primera medalla importante fuera del país, de esas que yo realmente quería conseguir. Mis primeros campeonatos locales fueron importantes también, pero ese me marcó y me hizo seguir insistiendo sobre este deporte”.
Grabich se encarga de remarcar que otro de los factores que influyeron en aquella trascendental decisión fue la figura del cordobés José Meolans. “Siempre fue mi referente, y es quien ha marcado el camino de la natación en nuestro país. Y el mío también, porque crecí viendo sus victorias, sus buenos resultados, así que fue él quien más me marcó en mi carrera. Además tuve la suerte de conocerlo personalmente y destaco sus palabras, su forma de ser adentro y afuera de la pileta, y que es un tipo muy piola”.
Amores y Juegos
Los que se desarrollarán entre el 5 y el 21 de agosto próximos en Río de Janeiro, serán los segundos Juegos Olímpicos para el deportista de Casilda que tuvo su bautismo de fuego en tierras inglesas en 2012. “Londres fue increíble, sobre todo por ver a los deportistas argentinos. Llegar a la mesa y sentarte al lado de Ginóbili o de Luciana Aimar, estar con ellos, realmente son recuerdos inolvidables”, confiesa Grabich, y añade: “Estar comiendo y que te pasen por atrás (el corredor jamaiquino) Usain Bolt, o (el basquetbolista yanqui) Kobe Bryant, fueron cosas increíbles. En ese momento no entendía nada y me preguntaba qué carajo hago acá rodeado de esta gente. Hoy me queda ese recuerdo muy lindo y eso me motivó a seguir entrenando para volver a vivir esa experiencia”.
Más allá de las anécdotas y el roce con monstruos del deporte mundial, la performance de Federico no fue la esperada. “Me fue para el culo”, admite entre risas el nadador. “Estaba bien entrenado pero me dieron la clasificación a poco tiempo de que empiecen los Juegos y no me dio tiempo a prepararlo como debía. De todas maneras, pensé que podía irme un poco mejor, así que ahora para Río me propuse que eso no me vuelva a suceder porque deportivamente en ese torneo no la pasé muy bien”, aclara uno de los deportistas argentinos más destacados del año pasado, y augura: “Mi objetivo principal es tratar de estar en la final, a la que acceden los ocho mejores. Si bien en el Mundial quedé tercero, los JJOO es algo sumamente distinto, no tiene nada que ver, hay mucho más nivel y los que no anduvieron bien en el Mundial llegan muy bien a las olimpíadas. Si llego a la final, la pelearé mano a mano con quien tenga al lado”.
En cuanto a quiénes serán los rivales a vencer en Brasil, el santafesino señala: “Hoy en día hay un australiano que está un paso adelante de la mayoría, pero desde el segundo puesto del ránking mundial para atrás, está todoa más parejo. Así que sería una pelea desde el segundo hasta el puesto 20, es un mano a mano contra todos, porque el nivel es muy similar en ese pelotón”.
Grabich, que entrena “en doble turno de pileta, todos los días (entre 10 y 12 mil metros diarios) y va “cuatro veces por semana al gimnasio”, se encarga de destacar el apoyo incondicional de quienes lo rodean. Tras confesar que tiene un hermano que “es mejor que yo y me ha ganado varias veces, pese a que él es más chico y finalmente se dedicó al básquet”, resalta: “Toda mi familia, mis viejos, tíos, primos y abuelos, la mayoría me han acompañado a los campeonatos que fui, aunque después con los viajes al exterior se complicó un poco. En Argentina, al margen del puesto que consiga, siempre me han acompañado y apoyado en toda esta locura. Al principio, cuando iba a los torneos solo, y no conocía a nadie, se me hacía bastante difícil, pero por suerte mi familia siempre se ha hecho un tiempo para acompañarme. Y cuando me tocó ir a Europa, aunque ellos no conocían, juntaban todo lo que habían ahorrado para que yo pueda hacer el viaje. Todo eso lo valoro muchísimo ahora a la distancia”.
La hinchada deportiva
Federico Grabich nació en Casilda hace 26 años, pero tiene a poco más de 50 kilómetros a uno de sus grandes amores: Rosario Central. Si bien su cabeza está puesta en Río de Janeiro, esta semana se hizo un lugarcito para asistir al Gigante de Arroyito y presenciar el partido de ida de cuartos de final ante Atlético Nacional de Medellín.
“Como en el torneo local ya no tenemos chances, ojalá podamos ganar la Copa Libertadores”, desea el nadador que asegura que cada vez que pisa la ciudad cuna de la bandera “voy a la cancha”.
“Voy con mi hermano y con mi primo generalmente, que son a los que más les gusta el fútbol”, cuenta el joven atleta, y lamenta que “cuando estoy afuera casi no puedo mirar a Central porque con los horarios se me re complica y tengo muy poco tiempo”.
La vecina localidad cuenta con varias personalidades distinguidas del mundo de la redonda, como Jorge Griffa, Marcelo Trobbiani, Jorge Sampaoli, Emanuel Tito Villa y los hermanos Leandro y Franco Armani. Además, en el actual plantel que comanda Eduardo Coudet se encuentra Damián Musto, también casildense.
Un cuento chino
Los resultados obtenidos en esta disciplina han llevado a Federico Grabich a conocer distintos puntos del planeta, inimaginables en otro momento de su vida, cuando recién comenzaba a dar sus primeras brazadas y el básquet todavía seguía en su cabeza. “Dubai, Qatar, China, y muchísimos lugares más”, enumera el casildense.
Entre las distintas experiencias, recuerda una ocurrida en el país oriental: “Lo más loco que me pasó fue llegar a China y caminar un poco alrededor del hotel y empezar a ver todos los animales que se comen esas personas”.
Entre risas y sorpresa, relata que los orientales “tenían animales colgados, perros, patos, y colgados enteros, no por pedazos”, y remata: “Ese fue un torneo que la pasé mal, porque en 12 días bajé 7 kilos ya que no podíamos comer absolutamente nada y terminábamos comiendo en Mc Donald porque no había lugar donde haya una comida parecida a la que estábamos acostumbrados”.
