Foto: Andrés Macera.
Foto: Andrés Macera.

“Minúscula, pero alternativa de verdad”. Roberto García, representante de la Red de Comercio Justo del Litoral, definió de esa manera la práctica de comercialización de las cooperativas y productores que forman parte de su red. La definición se extiende a otras “soluciones” que fueron apareciendo en el tiempo y distintos territorios que se encontraron produciendo por fuera del mercado tradicional. La experiencia de la Red, las otras que se sumaron y la comercialización alternativa “y de verdad” en general, fueron uno de los paneles de debate del encuentro de Agricultura en Transición que se realizó martes, miércoles y jueves pasados en Rosario.

Agricultura en Transición se presentó como un encuentro regional. La actividad, que duró tres días, fue, sin embargo, una reunión internacional donde confluyeron diversas edades, experiencias, problemáticas y también soluciones. Pasaron, en total, unas 200 personas por día. Llegaron a Rosario referentes de Brasil, México, Uruguay, Chile y distintas provincias de Argentina en representación de casi medio centenar de organizaciones. El encuentro se planteó en tres días con tres ejes distintos. El primero, una jornada para diagnosticar “en qué estamos” y “qué nos ofrecen las falsas soluciones”, según señala el programa. El miércoles siguieron las alternativas, el día de contar qué estamos haciendo frente a ese diagnóstico. Y el cierre quedó para esa transición, para plantearse “y ahora, ¿hacia dónde vamos?” Las tres jornadas tuvieron paneles de dos horas y también talleres de intercambios. Se cerró con conclusiones y plenarias que, como siempre pasa en estos encuentros, no fueron superadoras a lo que pasó mientras todo sucedía. Es decir, no superaron el mate, el paseo, los cuchicheos, las risas, el intercambio de números de teléfonos y productos, la promesa de viajes, la seguridad de otros encuentros como este.

Una jornada para la puesta en práctica

El día del “qué estamos haciendo” convocó a un panel para que distintos espacios cuenten las soluciones que fueron encontrando a la comercialización de sus productos. ¿Dónde van las otras marcas que no llegan a las góndolas? ¿Cómo hacer que el consumidor elija lo que hacemos, lo alternativo? ¿Cómo pelear con la publicidad, las grandes cadenas, el confort? ¿Cómo resistirse a la tentación de caer bajo las cómodas garras del mercado capitalista? El panel estuvo conformado por Roberto García, de la Red de Comercio Justo del Litoral de Argentina; Marcelo Schwerdt, de la Red Nacional de Municipios y Comunidades que fomentan la Agroecología (Argentina); Juan Pablo Carbone, de la Red de Semillas de Uruguay y la Aldea Avati (Canelones, Uruguay); Eugenio Kasalaba, de la Feria Franca de Misiones y el Movimiento Agrario de Misiones; y Verónica Alcántara, de la Red de Consumidores “Bosque de Agua” (México).

Las experiencias relatadas estuvieron relacionadas al territorio y la realidad política y social donde nacieron y suceden. A pesar de las singularidades, no es dificil encontrar puntos en común entre los relatos. El primero es la pregunta inicial: si estamos fuera del mercado, ¿cómo hacemos para visibilizarnos? ¿Cómo transformar nuestro producto en una opción? ¿Cómo consolidarnos como trabajadores de esta producción? Los distintos caminos trazados en función de las respuestas que fueron surgiendo llevaron a conclusiones similares. Es necesario encontrarse con otros productores y trabajar colectivamente. Es necesario crear espacios de visibilización de las producciones. Y es necesario que haya consumidores comprometidos de igual manera con los productos. El productor consciente necesita un consumidor consciente.

Desde el territorio al mundo

La agroecología llegó a Guaminí –provincia de Buenos Aires– a partir de la problemática de los agroquímicos y de la mano de los profesionales del municipio y de distintos referentes de los poderes ejecutivos y legislativos. Marcelo Schwerdt explicó que el debate para combatir el uso de estos químicos tuvo distintas etapas. Una fue la de la visibilización de la alternativa: romper con la idea de que sin agroquimicos no se puede producir. Así llegó la agroecología, el lazo con otros municipios y comunas, las hectáreas que cada año se suman a estas prácticas. “La agroecología llega hasta abajo de mi cama”, citó Schwerdt a un productor de su zona. También llegó el momento de discutir el valor agregado y la comercialización. “Vimos que en el mercado no se consumía harina integral de trigo y decidimos empezar a producirla. No sabíamos cómo hacer para instalarla en la sociedad y entonces nos asociamos con el hospital y la escuela especial del municipio. Ellos se llevan el rédito económico de la comercialización, sacando la porción de los productores”, explicó Schwerdt, también funcionario del municipio.

Verónica Alcántara, mexicana, contó que ella y su marido eran productores de carne de pavo. Nunca pensaron en conceptos como agroecología o sustentabilidad. Sí en empezar a vender esas carnes. Veronica recordó los llamados a amigos, vecinos, familiares y cómo el comienzo fue en un mercado amigo y solidario. Y también recordó cuánto costó encontrar un mercado mayor. “Existía un mercado orgánico, pero le decíamos el museo orgánico. La gente pasaba, miraba y se iba. Empezamos a trocar entre nosotros, y resultó que volvía a casa con más cosas que con las que nos íbamos”. Los productores se encontraron y comenzaron a organizarse en mercados –aquí ferias– que funcionan cada ocho días: un día para que la gente vaya a hacer las compras y no sólo a mirar. La propuesta creció hasta conformarse la Red Mexicana de Tianguis y Mercados Orgánicos. Una de las principales particularidades para que sobreviva y crezca la propuesta es la certificación participativa de la calidad de los productos. También la apuesta al comercio justo, definido por ella por cuatro características: tierra sana, comida sana, personas sanas y relaciones sanas.

Eugenio Kasalaba, miembro de la histórica Feria Franca de Misiones y también militante del Movimiento Agrario de Misiones (MAM), le dio el toque militante, político, al panel. El hombre lleva 70 años viviendo en su chacra y heredó la militancia política de la tierra de su padre. Kasalaba es uno de los fundadores del MAM y también de la Feria Franca, que ya lleva 21 años en funcionamiento. “Es donde mostrás las manos y la cara, y donde la condición social es más fuerte que la económica”, destacó Kasalaba. La Feria Franca ya tiene más de 1200 productores feriantes y más de 85 puntos de venta en toda la provincia. Durante el encuentro, muchos coincidieron: ellos arrancaron y sembraron la idea y las ferias por todo el país.

La Aldea Avati es una cooperativa de producción agroecológica de alimentos. Funciona en Canelones, Uruguay, en un campo que cedió el estado a un grupo de jóvenes. Juan Pablo Carbone explicó que la oportunidad que se les dio es la de arrancar de cero: la tierra, las ideas y también encontrar cómo visibilizar su trabajo. Comercializar, en estos casos mencionados, es una forma de transformar la producción en trabajo pero también es una forma de difusión y promoción de otras prácticas. Carbone celebró las ferias como uno de los principales lugares de venta de la producción del campo en que trabaja. La venta directa, los bolsones y los grupos de consumo organizados siguen en esa red donde consumidor y productor son indispensables.

La experiencia de la Red de Comercio Justo del Litoral formó parte del panel y es la experiencia que tiene como una de sus protagonistas a Rosario: tres de sus nodos de comercialización funcionan en la ciudad. La RCJL funciona hace casi doce años y está formada por ocho organizaciones que producen y comercializan desde producción primaria (trigo y azúcar, por ejemplo), hasta alimentos elaborados, indumentarias, cosmética y libros. La solución que estas organizaciones encontraron frente a la problemática de la distribución fue la escala solidaria. Cada organización productora vende los productos propios y los de las organizaciones hermanas, logrando un trueque generalizado que tiene dos efectos: se suman otras organizaciones y se multiplican los nodos de venta. Los nodos de venta tienen una característica: los productos no tienen sobreprecio más que lo que cuesta el transporte. Y a los nodos se le suman tres bolsones: el bolsón Bio, el del Almacén Ambulante y la bolsa cartonera. “Esta economía funciona por sí misma, es otra forma de circulación de la mercancía. Aunque minúscula, es verdaderamente alternativa”, explicó Roberto García, representante de la Red. Los nodos de comercialización en Rosario son tres: 9 de julio 659, Santiago 989 y el Almacén Las Tres Ecologías (Presidente Roca y el río).

Fuente: El Eslabón

Más notas relacionadas
Más por Laura Hintze
Más en Ciudad

Dejá un comentario

Sugerencia

Todo conduce al paro: rechazo absoluto a la oferta salarial de Pullaro

En la asamblea departamental Rosario de Amsafé surgieron cinco mociones, todas impulsan me