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Para el funcionario provincial, la industria y el trabajo santafesinos se ven amenazados por las políticas del gobierno nacional, al que calificó como «liberal ortodoxo».
Una veintena de laburantes pasaron el 31 de diciembre en la planta donde elaboran quesos Chateaubriand, de la localidad de Carmen, a pocos kilómetros de Venado Tuerto, para evitar el vaciamiento que pretendían realizar los titulares de la firma. Ciento setenta operarios rosarinos de una fábrica de llantas, ubicada en Ovidio Lagos al 4400, tampoco pudieron festejar; la amenaza de cierre de la empresa los sacó a la calle a pelear por sus fuentes laborales. Si en 2016 las políticas económicas del gobierno de Mauricio Macri pusieron a la industria y el trabajo santafesino (y nacional) contra las cuerdas, en 2017 prometen terminar de noquearlos. La figura boxística no se desprende de la lectura “kirchnerista” de Axel Kicillof, sino del análisis que plantea el ministro de Producción de Santa Fe, Luis Contigiani, quien en una charla con El Eslabón criticó con dureza la gestión “liberal ortodoxa” de la Casa Rosada y se mostró aún más preocupado por lo que puede ocurrir este año de la mano de los nuevos funcionarios que Cambiemos ubicó en Hacienda. “Ellos sueñan con un país totalmente abierto al mundo, pero no dicen cómo se van a hacer cargo de los 15 millones de argentinos que le sobran a ese modelo”.
En contexto
“Primero hay que establecer el contexto”, inició la entrevista Contigiani, el funcionario que más se desmarca de la “diplomacia” marcada por el gobernador Miguel Lifschitz hacia el presidente Mauricio Macri. “Estamos ante una crisis de mercado interno en la Argentina, es uno de los temas centrales del 2016, que se explica por diferentes factores”, apuntó el ministro. Y fundamentó: “Crisis de poder adquisitivo, traslado de ingresos de sectores mayoritarios al capital concentrado, enfriamiento de la economía, bicicleta o valorización financiera como modelo de acumulación, apertura económica. Todas esas variables, y otras, explican la crisis que impacta básicamente en las pymes industriales, comerciales, y con las réplicas que esto tiene en el tema laboral ligadas al mercado interno”.
—¿Qué balance dejó el 2016 para la industria y el trabajo santafesinos?
— Salvo el complejo oleaginoso que ni se enteró, las pymes industriales y comerciales que dependen de la expansión y acumulación del mercado interno, se vieron muy complicadas El tema es que en Santa Fe, como te diría también en Argentina, las Pymes industriales son mayoritarias. Gran parte de nuestra estructura industrial y comercial es pyme. En términos de cantidad, es el 90 por ciento, y en términos de aportes de trabajo son las que más trabajo registrado generan en el país, ni hablar de la provincia. En Santa Fe, la industria manufacturera y el sector comercial aportan más de doscientos mil.
¿Cuál fue la constante en el año 2016? Tema número uno: el aumento de costos vía tarifas directas, como luz, gas, combustible. E indirectas: porque también los insumos le subieron a las pymes. Entonces, estas pequeñas y medianas industrias perdieron una rentabilidad importante.
Variable número dos: crisis del consumo y mercado interno. Venden menos.
Variable número tres: importaciones, apertura económica, sobre todo en bienes de consumo final. En algunas cadenas esta es la preocupación número uno, en otras la tres, pero siempre está flotando. Estas son las principales variables que afectan a la industria ligada al mercado interno. Entre los sectores más afectados se encuentran: calzado, muebles, siderurgia, electrodomésticos, línea blanca, textiles, alimentos, ferretería y metalmecánica.
—¿Y cuánto afecta a ese contexto el nuevo posicionamiento del gobierno nacional con respecto al marco internacional?
—Ese que te describí antes es el contexto nacional. Ahora, sobre éste opera un contexto internacional. Estamos ante un capitalismo mundial con una crisis severa de demanda, que exporta industria y trabajo a terceros países. Hay que tener un diagnóstico muy claro de lo que está pasando en el mundo y aquí el gobierno ha tenido un error, porque está aplicando recetas ortodoxas, clásicas, típicas del consenso de Washington, en desuso por sus fracasos totales. Ya ni siquiera el Fondo Monetario aconseja eso frente a un mundo que va hacia recetas heterodoxas. Los países emergentes van hacia el control del flujo de capitales y nosotros arrancamos el 2016 anunciando que Argentina liberaba todo el control del flujo de capitales, pero terminamos el año con un importante aumento de activos de capitales en el exterior. Y estamos cada vez más expuestos a los vaivenes de la economía mundial. Todo esto también opera sobre nuestro sector industrial.
—Sin embargo, las nuevas autoridades económicas nacionales han anunciado que profundizarán la apertura de las importaciones…
—Son preocupantes las declaraciones de las nuevas autoridades económicas. Esa visión obedece a una postura muy tradicional del liberalismo económico argentino, o del neoliberalismo argentino, que tiene un problema congénito con el desarrollo industrial y las chimeneas. Ellos sueñan con un país en algún punto totalmente abierto al mundo, pero no dicen cómo se van a hacer cargo de los 15 millones de argentinos que le sobran a ese modelo. Y son los mismos que cuestionan la famosa chequera que sale para esos millones de argentinos que no trabajan. Yo creo que la Argentina tiene que expandirse a partir del mercado interno e ir hacia un desarrollo industrial en serio, que es la única manera que nos va a convertir en un país en serio y no periférico.
—Apenas comenzado el año persisten los problemas con fábricas que bajan sus persianas o están a punto de hacerlo. ¿Cómo han afectado esas políticas en concreto a la industria de Santa Fe?
—Cerramos el 2016 con ciento cincuenta y pico procedimientos de crisis. Ese es un dato. Se trata de empresas industriales pymes que acuerdan con el gremio y ante el ministerio de Trabajo de la provincia suspensión de turnos, ajuste de horas laborales, reducción del salario, con el objetivo de que eso no termine en desempleo. Son medidas de arbitraje que se hacen para cuidar el empleo, pero es cierto que a la vez los trabajadores ganan menos plata.
—¿Cuánto se pueden mantener esas medidas en tanto no se modifiquen las condiciones generales que provocaron esa crisis?
—Son medidas para que las pymes puedan ganar tiempo. Venían en algún punto con un boom del consumo en el 2015, que les permitió hacer un colchón. Aguantaron gran parte de este año, son las menos las que quieren despedir, porque saben que nos fácil hacerse nuevamente de empleados con experiencia y conocimiento. Con ese colchón han sobrevivido y además con una intervención de nuestro gobierno provincial muy fuerte, que ha aplicado medidas contracíclicas para comprar tiempo. Hemos invertido muchos recursos para que, junto al colchón de las empresas, logremos que la situación no sea mucho más dramática.
Fuente: El Eslabón