El salario real sufrió un fuerte recorte y el poder de compra de los trabajadores cayó drásticamente. Se suprimieron los controles de precios, los controles cambiarios, hubo rebaja y eliminación de retenciones a los granos, y quita de subsidios a los servicios públicos. Se devaluó la moneda y se dio rienda suelta a la bicicleta financiera en beneficio de grandes grupos económicos locales y foráneos. Se alentó la llegada de inversiones extranjeras. Se le dio prioridad a la inversión financiera por sobre la inversión productiva. Se endeudó al país siguiendo los dictados del Fondo Monetario Internacional y hubo recortes en el gasto público. Se achicó el Estado y hubo despidos de empleados públicos. Cayeron las exportaciones y aumentaron las importaciones. La apertura económica motivó la entrada a la Argentina de una avalancha de productos importados en detrimento de la industria nacional. Por consiguiente, la desindustrialización trajo aparejada una marcada suba del desempleo.
El salario real sufrió un fuerte recorte y el poder de compra de los trabajadores cayó drásticamente. Se suprimieron los controles de precios, los controles cambiarios, hubo rebaja y eliminación de retenciones a los granos, y quita de subsidios a los servicios públicos. Se devaluó la moneda y se dio rienda suelta a la bicicleta financiera en beneficio de grandes grupos económicos locales y foráneos. Se alentó la llegada de inversiones extranjeras. Se le dio prioridad a la inversión financiera por sobre la inversión productiva. Se endeudó al país siguiendo los dictados del Fondo Monetario Internacional y hubo recortes en el gasto público. Se achicó el Estado y hubo despidos de empleados públicos. Cayeron las exportaciones y aumentaron las importaciones. La apertura económica motivó la entrada a la Argentina de una avalancha de productos importados en detrimento de la industria nacional. Por consiguiente, la desindustrialización trajo aparejada una marcada suba del desempleo.
Si bien este breve repaso por los principales puntos de un plan económico conservador suena muy actual, se trata en realidad de las primeras medidas diseñadas por José Alfredo Martínez de Hoz, ministro de Economía de la dictadura cívico-militar. En abril de 1976, días después del golpe de Estado, Martínez de Hoz presentó su programa económico con la venia del establishment empresarial, que fue aplicado en la Argentina en un contexto represivo, con encarcelamiento, muertes, desaparición de personas, robo de bebés y de bienes. A 41 años del inicio del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, las graves consecuencias de aquel plan económico todavía la sufren las mayorías populares.
Son notorias las semejanzas históricas entre el actual plan económico de Cambiemos y el ideado por la dictadura de Videla y compañía. Las medidas que tomó el gobierno de la alianza PRO-UCR en sus 15 meses de gestión fueron en su mayoría un refrito de las principales líneas económicas que impulsó el gobierno de facto, que ya habían sido profundizadas durante los años 90 con inspiración en el Consenso de Washington hasta que llegó el estallido social de diciembre de 2001.
El macrismo, un gobierno conformado en su mayoría por ejecutivos de empresas, no se esforzó demasiado en cranear un plan económico: sólo tuvo que apelar al archivo más rancio, a lo que ya estaba escrito en los manuales de la ortodoxia económica. La dictadura sentó las bases de un plan económico neoliberal que fracasó y fracasa todavía en el mundo, y que hoy el macrismo viene a reeditar bajo el camuflaje del “cambio”, de la “nueva política”. Ese plan beneficia a los ricos y castiga a los sectores populares.
“Hemos dado vuelta una hoja del intervencionismo estatizante y agobiante de la actividad económica para dar paso a la liberación de las fuerzas productivas”, dijo el ministro de las orejas grandes después de usurpar el poder tras el derrocamiento del gobierno constitucional de Isabel Martínez de Perón, algo así como culpar a una “pesada herencia” y defender la llegada de una etapa de “modernización” y “sinceramiento” de la economía.
El golpe de Estado del 76, igual que los anteriores, contó con el apoyo de importantes sectores de la sociedad, sobre todo de los grandes grupos económicos, nacionales y extranjeros. El gobierno de derecha que encabeza Mauricio Macri, que llegó a la Casa Rosada a través del voto popular pero cometiendo una gran estafa democrática con sus votantes al hacer falsas promesas, tomó medidas a favor de los sectores concentrados de la economía, como era de esperar.
La familia Macri, a través del grupo Socma, obtuvo millonarios negocios y condonaciones de deudas durante la dictadura del 76. El permanente ataque al “curro de los derechos humanos” por parte de Macri y varios de sus funcionarios se explica no sólo desde el punto de vista ideológico sino también desde la óptica de la billetera genealógica.
La Junta Militar y el ministro Martínez de Hoz atacaron a los sindicalistas y a los trabajadores en su conjunto, con el fin de echar por tierra las conquistas y cierto bienestar que se extendían desde la época del peronismo. Macri sostiene un discurso antisindical y una política de ajuste que busca aplastar el poder de compra de los salarios, aunque los trabajadores sindicalizados, a diferencia de la época dictatorial, pueden defender sus ingresos en una mesa de negociaciones paritarias. La dictadura desplegó un plan sistemático de aniquilamiento de personas. Y hoy, como escribió el periodista del diario Página 12 Washington Uranga, Macri encabeza un plan sistemático de aniquilamiento de derechos laborales y sociales.
Durante la gestión del estanciero Martínez de Hoz al frente del Ministerio de Economía, del 76 al 81, la etapa de la circulación de dinero que producía más dinero fue denominada “plata dulce”. Esto, junto con el acelerado endeudamiento externo, trajo beneficios a los grandes grupos económicos. Con Macri, la industria que más funciona es la de la especulación financiera (plata dulce), mientras se va desmantelando otra vez el aparato productivo, se debilita el mercado interno, con caída del consumo, destrucción de empleo y más pobreza.
“En un contexto electoral y ante el fracaso del proyecto inicial de reactivar la economía por la vía del arribo de inversiones externas, el gobierno ha trazado un plan de emergencia tomando elementos de la gestión económica de Martínez de Hoz en tiempos de la última dictadura militar y de la convertibilidad de Menem-Cavallo”, se indicó en el último informe de coyuntura que difundió el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (Ceso).
En este sentido, el reporte del Ceso ejemplificó: “Un relanzamiento de la obra pública centrado territorialmente en los distritos administrados por el oficialismo y sus aliados, que permita reactivar la actividad de la construcción y consolidar su posición parlamentaria-territorial. Un dólar barato y apertura importadora que permita disminuir la inflación, generar un bienestar de consumo en la franja media-alta que constituye la base social más firme del oficialismo, y compensar el impacto del tarifazo en la media y baja de la sociedad”. Se verá si de acá a octubre el plan de emergencia surte efecto.
Antes de morir en marzo del año pasado, el economista Aldo Ferrer, uno de los cerebros del plan Fénix, había alertado, a pocos meses de iniciado el gobierno de Macri, que “vuelve a reeditarse esta vieja alternativa de la concepción de la Argentina como una pequeña economía abierta, un apéndice del mercado mundial que tiene que manejarse con las reglas del sistema financiero, del FMI, de los mercados, que no tendría otra alternativa más que esa por la falta de recursos”.
El modelo económico de Macri se parece bastante al de Martínez de Hoz en la última dictadura. La historia se repite como tragedia. Con sus medidas económicas, Cambiemos protagoniza una mala remake de los años de plomo. Macri dio vuelta la tortilla cocinada en la última década, le dio un giro brusco al plan económico nacional que desplegó el kirchnerismo basado en el empleo y la reindustrialización. Según datos del Indec, la economía pasó de crecer en 2015 al 2,6 por ciento a caer un 2,3 por ciento el último año. Todas las variables económicas hoy están en fase negativa. El resultado de volver al pasado más nefasto, de reflotar un plan económico neoliberal, está a la vista de todos, hasta del que no quiere ver.
Fuente: El Eslabón
Si bien este breve repaso por los principales puntos de un plan económico conservador suena muy actual, se trata en realidad de las primeras medidas diseñadas por José Alfredo Martínez de Hoz, ministro de Economía de la dictadura cívico-militar. En abril de 1976, días después del golpe de Estado, Martínez de Hoz presentó su programa económico con la venia del establishment empresarial, que fue aplicado en la Argentina en un contexto represivo, con encarcelamiento, muertes, desaparición de personas, robo de bebés y de bienes. A 41 años del inicio del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, las graves consecuencias de aquel plan económico todavía la sufren las mayorías populares.
Son notorias las semejanzas históricas entre el actual plan económico de Cambiemos y el ideado por la dictadura de Videla y compañía. Las medidas que tomó el gobierno de la alianza PRO-UCR en sus 15 meses de gestión fueron en su mayoría un refrito de las principales líneas económicas que impulsó el gobierno de facto, que ya habían sido profundizadas durante los años 90 con inspiración en el Consenso de Washington hasta que llegó el estallido social de diciembre de 2001.
El macrismo, un gobierno conformado en su mayoría por ejecutivos de empresas, no se esforzó demasiado en cranear un plan económico: sólo tuvo que apelar al archivo más rancio, a lo que ya estaba escrito en los manuales de la ortodoxia económica. La dictadura sentó las bases de un plan económico neoliberal que fracasó y fracasa todavía en el mundo, y que hoy el macrismo viene a reeditar bajo el camuflaje del “cambio”, de la “nueva política”. Ese plan beneficia a los ricos y castiga a los sectores populares.
“Hemos dado vuelta una hoja del intervencionismo estatizante y agobiante de la actividad económica para dar paso a la liberación de las fuerzas productivas”, dijo el ministro de las orejas grandes después de usurpar el poder tras el derrocamiento del gobierno constitucional de Isabel Martínez de Perón, algo así como culpar a una “pesada herencia” y defender la llegada de una etapa de “modernización” y “sinceramiento” de la economía.
El golpe de Estado del 76, igual que los anteriores, contó con el apoyo de importantes sectores de la sociedad, sobre todo de los grandes grupos económicos, nacionales y extranjeros. El gobierno de derecha que encabeza Mauricio Macri, que llegó a la Casa Rosada a través del voto popular pero cometiendo una gran estafa democrática con sus votantes al hacer falsas promesas, tomó medidas a favor de los sectores concentrados de la economía, como era de esperar.
La familia Macri, a través del grupo Socma, obtuvo millonarios negocios y condonaciones de deudas durante la dictadura del 76. El permanente ataque al “curro de los derechos humanos” por parte de Macri y varios de sus funcionarios se explica no sólo desde el punto de vista ideológico sino también desde la óptica de la billetera genealógica.
La Junta Militar y el ministro Martínez de Hoz atacaron a los sindicalistas y a los trabajadores en su conjunto, con el fin de echar por tierra las conquistas y cierto bienestar que se extendían desde la época del peronismo. Macri sostiene un discurso antisindical y una política de ajuste que busca aplastar el poder de compra de los salarios, aunque los trabajadores sindicalizados, a diferencia de la época dictatorial, pueden defender sus ingresos en una mesa de negociaciones paritarias. La dictadura desplegó un plan sistemático de aniquilamiento de personas. Y hoy, como escribió el periodista del diario Página 12 Washington Uranga, Macri encabeza un plan sistemático de aniquilamiento de derechos laborales y sociales.
Durante la gestión del estanciero Martínez de Hoz al frente del Ministerio de Economía, del 76 al 81, la etapa de la circulación de dinero que producía más dinero fue denominada “plata dulce”. Esto, junto con el acelerado endeudamiento externo, trajo beneficios a los grandes grupos económicos. Con Macri, la industria que más funciona es la de la especulación financiera (plata dulce), mientras se va desmantelando otra vez el aparato productivo, se debilita el mercado interno, con caída del consumo, destrucción de empleo y más pobreza.
“En un contexto electoral y ante el fracaso del proyecto inicial de reactivar la economía por la vía del arribo de inversiones externas, el gobierno ha trazado un plan de emergencia tomando elementos de la gestión económica de Martínez de Hoz en tiempos de la última dictadura militar y de la convertibilidad de Menem-Cavallo”, se indicó en el último informe de coyuntura que difundió el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (Ceso).
En este sentido, el reporte del Ceso ejemplificó: “Un relanzamiento de la obra pública centrado territorialmente en los distritos administrados por el oficialismo y sus aliados, que permita reactivar la actividad de la construcción y consolidar su posición parlamentaria-territorial. Un dólar barato y apertura importadora que permita disminuir la inflación, generar un bienestar de consumo en la franja media-alta que constituye la base social más firme del oficialismo, y compensar el impacto del tarifazo en la media y baja de la sociedad”. Se verá si de acá a octubre el plan de emergencia surte efecto.
Antes de morir en marzo del año pasado, el economista Aldo Ferrer, uno de los cerebros del plan Fénix, había alertado, a pocos meses de iniciado el gobierno de Macri, que “vuelve a reeditarse esta vieja alternativa de la concepción de la Argentina como una pequeña economía abierta, un apéndice del mercado mundial que tiene que manejarse con las reglas del sistema financiero, del FMI, de los mercados, que no tendría otra alternativa más que esa por la falta de recursos”.
El modelo económico de Macri se parece bastante al de Martínez de Hoz en la última dictadura. La historia se repite como tragedia. Con sus medidas económicas, Cambiemos protagoniza una mala remake de los años de plomo. Macri dio vuelta la tortilla cocinada en la última década, le dio un giro brusco al plan económico nacional que desplegó el kirchnerismo basado en el empleo y la reindustrialización. Según datos del Indec, la economía pasó de crecer en 2015 al 2,6 por ciento a caer un 2,3 por ciento el último año. Todas las variables económicas hoy están en fase negativa. El resultado de volver al pasado más nefasto, de reflotar un plan económico neoliberal, está a la vista de todos, hasta del que no quiere ver.
Fuente: El Eslabón
adhemarprincipiano
25/03/2017 en 19:03
Debemos dialogar desde hoy, para el mañana, con la mira puesta en el futuro e incorporando las nuevas generaciones con la conciencia politica historica en lo social de la vida humana. Debemos romper el mito de «civilizacion y barbarie» Debemos exterminar la expresion «democracia» sostenida con el sistema electoralista burgues corruptos, con listas de «doctorcitos» del votogarante. Las naciones se construyen hacia dentro.terminar con la industria del consumo, por el consumo mismo. La dignidad de un ciudadano, es la cultura, educacion y el conocimiento. LA sociedad debe ser laica y libre. El poder religioso es la esencia del capitalismo.