Al barrio, a medida que crecía, llegaban familias de todo pelaje. Eso dijimos cuando llegaron unos rubiecitos que venían del centro. Eran dos hermanos que enseguida se integraron y se destacaron rápidamente para el fútbol, uno como 4 y el otro como 8. El 4 subía con dominio y el 8 bajaba para marcar cuando se lo necesitaba. Como una paradoja del destino, eran como la clase media: bajaban y subían. Para colmo, como se parecían bastante, cuando alguno se mandaba una cagada no sabíamos a quién putear. Como ocurría en River y jugaban los dos Onega (Daniel y Ermindo), que el relator tranquilamente podía tirar cualquiera, total nadie se daría cuenta en la vorágine de la narración radial.
Cuando Pedro empezó a ir a escuelas de centro y cuando se incorporó a la militancia de los sectores juveniles del peronismo con los rubios peronistas, la cosa se emparejó. Era a principios de los 70, cuando amplios sectores de la clase media se incorporaban al gran movimiento nacional.
Cuando comenzó la gran noche de la dictadura, las políticas antipopulares les pegaron a casi todos por igual. Para cuando terminó, ciertos sectores de la clase media se habían alejado del peronismo. Pero volvieron con el menemato, ya que se los cautivó en ese momento con un peronismo más cerca del empresariado que de los trabajadores, más cerca del coloniaje que de la patria. Y bueno, los 90 terminaron como terminaron.
Cuando la primavera kirchnerista le abrió los brazos a todos los sectores, volvieron los rubios peronistas, en particular los jóvenes.
El otro día, me recuerda Pedro, a casi dos años de gobierno Pro, estando en el centro, después de una actividad, se largó a llover y el 126 negro, el que encara al sur por Avellaneda, se llenó. Y no sólo con los habitués, sino con gran cantidad de rubios bien vestidos. Seguro, piensa Pedro, afectados por el ajuste, muchos de ellos habrán votado amarillo. Y ahora, que no les daba el presupuesto para el taxi, compartían el transporte público. Quizás, cuando se den cuenta que las políticas económicas de este gobierno a mediano plazo también los terminará afectando, se vuelvan a subir nuevamente al colectivo nacional y popular. Por ahora, volviendo al 126, el último rubio se bajó en Lagos y Viamonte. Ojalá, me dice Pedro, que terminemos todos como J. J. Viamonte, con sus idas y venidas en la causa popular.