Mercedes Ianello, Agustina Roldán y Marina Calvagna forman parte del Colectivo que nuclea a estas artistas locales. En diálogo con este medio, cuentan cómo y por qué decidieron organizarse.

“Es una emoción enorme. ¡Es sarpado!”. Marina Calvagna tiene 33 años y empieza la entrevista con el eslabón después de un largo suspiro. Se notan las idas y venidas a la hora de elegir la palabra exacta, que no encuentra y termina siendo una expresión. La pregunta parece simple: ¿Por qué las músicas rosarinas empezaron a organizarse? Las entrevistadas, sin embargo, dejan entrever la complejidad de un presente que moviliza y cuestiona a todos y todas. “Chorreada de amor”, “flor de piel”, “flashear”, son los conceptos que mejor describen, a través de tres de sus protagonistas, al Colectivo de Mujeres Músicas de Rosario, un espacio de encuentro que nació hace tres meses, y que el 10 de agosto tendrá su lanzamiento en el Galpón de la Música.

Las mujeres de distintas ramas artísticas y profesionales comenzaron a organizarse este año con un objetivo: decir que las que hacemos música o periodismo, somos abogadas o enseñamos, todas, acompañamos la ley de legalización del aborto. Al Congreso le llovieron firmas de miles y miles de mujeres que se juntaron una, dos, tres veces. Empezaron a llamarse “Colectivo de” y saben que –salga o no la ley– seguirán juntándose. El aborto fue una excusa, la más linda de todas, para juntarse. Y cuando las mujeres se encuentran, explota todo. Eso pasó en el Colectivo de Mujeres Músicas de Rosario.

Lo principal: son un montón

Lo primero que pensó Agustina Roldán, de 21, fue que las mujeres rosarinas son un montón. “Yo no tenía ni idea. Conozco muchos músicos, pero mujeres no tantas. Lo primero fue decir eso: cuántas somos”. La joven, que toca en la banda Río Chino, nunca había participado de una asamblea y asegura que nunca se había sentido tan parte de un grupo. “Apenas llegué, vi que estamos en la misma. Sentí que había mucho poder organizativo y de creación. Y sobre todo, que no competimos”. Agustina asegura que las músicas –como las mujeres en general– están acostumbradas a pensar que son pocas, que no están capacitadas (o no tanto como los varones), que tienen que competir entre ellas. “Pero nos dimos cuenta que somos muchas y que podemos crear y visibilizar nuestro arte juntas”.

Mercedes Ianello

Mercedes Ianello tiene 48, es cantautora, y asegura que nunca se había imaginado la conformación de un Colectivo de estas características. Fue a todas las reuniones y de todas destaca la sensación de que “te atraviesa todo”. “Son muy emocionantes, interesantes, hay mucho power. Yo estoy revisando muchas cosas mías, viendo qué grado de violencia e injusticia hemos vivido. Me encanta poder transmitir mi experiencia y una visión optimista. Porque cuando yo comencé a hacer música, éramos contadas con los dedos de la mano. Hay que aprovechar este momento”, dice.

Marina, cantante de la banda Chiquita Machado, nunca había pensado en la posibilidad de que las mujeres músicas se organicen. Dice que se veía a ella y sus compañeras con ganas de hacer algo pero sin saber cómo; que esa energía se volcaba en las marchas, pero que no había ido más allá. Ahora no lo puede creer. “Teníamos idea una de la otra, pero nada más. Surgió que tenemos una necesidad de hablar muy grande y evidente. Todas queremos ser protagonistas, opinar, decir. Es re lindo eso”. La cantante destaca lo mismo que Agustina: la pelea ahora es para cambiar cosas. Sobre todo la competencia no manifiesta, pero sí instalada. “Estamos todas muy a flor de piel. Todo es partiendo desde el amor. Me flasheó la capacidad de organización, pero no me sorprende, sí me pregunto por qué antes no lo hicimos, a qué le tenemos miedo”.

Un encuentro que se caía por su propio peso

“Era necesario que nos encontráramos. No sólo porque tenemos otra visión del arte, sino porque también tenemos varios reclamos. Se caía por su propio peso, por el momento histórico que vivimos”, sostiene Mercedes. Acompañar la legalización del aborto fue el puntapié inicial para todo: el encuentro, la emoción y también un pliego de reclamos. Uno de los principales objetivos en ese sentido es lograr mayor visibilidad de mujeres artistas, protagonistas y laburantes: los jurados de los festivales o concursos son mayoría de hombres, así como en las grillas artísticas. La mujer, con o sin intención, parece el decorado. Los datos que aportaron desde el Colectivo son llamativos: en los últimos cinco años, el concurso pre-primavera de la Municipalidad tuvo en el jurado 50 varones y sólo 5 mujeres.

Las comisiones que se conformaron en las asambleas son variadas: desde temas legales hasta talleres de capacitación. Las tres mujeres consultadas destacan, además de la necesidad de visibilización mencionada, la de contención. Para eso, el Colectivo conformó una comisión que se llama “Sonororidad”, armada para la escucha y acompañamiento por todo, incluidos maltratos, casos de abuso y acoso. “Nos pasó que salió todo. Respecto a bares, técnicos, compañeros músicos. La idea es acompañarnos y ver qué respuesta damos en estas cuestiones”, explicó Marina.

Para Agustina Roldán, todo lo que sucede es un “a vos también te pasó” y lo dice como si eso fuese sinónimo de un poco más de paz. “Estar en una reunión y decir a mí también me pasó, y a mí, y a mí, es una emoción terrible, es ver  que todas hacemos una deconstrucción muy grande”.

“Cada vez más plantadas”

Mercedes Ianello es cantautora, mamá, productora cultural, y además, toca con tres varones. “Mis compañeros se ríen un poco, noto que se sienten incómodos. Pero les tengo paciencia, son mis amigos. Yo creo que todavía no saben cómo ubicarse para acompañar y apoyar”. Para Mercedes, en los escenarios rosarinos todavía hay una reticencia a sentirse iguales. “Es como que no nos animamos a sentir que hacemos lo mismo. A veces nosotras pedimos demasiado permiso, debemos empoderarnos más. De todas maneras, se empieza a aceptar mucho más la presencia femenina”.

Agustina dice que los varones todavía están a la defensiva. Que ellas siempre tienen que estar más plantadas. “Hay una cosa con las mujeres de prejuzgarnos. Muchos ambientes están todavía colmados de hombres y como el género está en agenda, parece que nos llaman para quedar bien”. Y cuenta experiencias personales: que los sonidistas siempre sean varones, y que siempre busquen a alguien de la banda para hablar, nunca con ella; que llegues a un grupo y te quieran encarar, o te quede un lugar más de objeto que activo. “Todas esas cosas hacen que después haya menos mujeres en el escenario. Somos menos sólo porque nos cuesta más llegar. Pero ahora todas sabemos que hay un montón de compañeras que te acompañan. Eso te tira para adelante”.

Los primeros años de Marina en la música fueron y son en una banda conformada por mujeres. Para ella no es casual, como si Chiquita Machado hubiese sido la previa a todo esto, el resumen de que algo se estaba gestando para explotar. Marina sostiene que se ha encontrado con “cosas chotísimas” arriba y abajo del escenario, pero su experiencia es buena. “Estoy súper contenta de estar en el 2018, en este contexto, y tener un micrófono en la mano para expresarme”.

El domingo anterior a su primera asamblea en el Colectivo de Mujeres Músicas, Marina se había encontrado con sus compañeras de banda para componer. Ya tenían la estructura de una canción y faltaba la letra. La idea era que las que se animaran lleven propuestas, para ver qué salía. “Quedó una canción hermosa, compuesta desde sensaciones particulares pero que todas desembocan en lo mismo: estamos en un momento que nos atraviesa de forma sarpada”.

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