La industria de la moda parece estar dejando atrás los perfiles delgados, altos y con medidas 90-60-90 de las supermodelos que triunfaron en los años noventa, como Claudia Schiffer, Naomi Campbell y Cindy Crawford. Este cambio en el sector se inició con la introducción de rasgos fuera de lo común como las cejas de Cara Delevingne o la belleza andrógina de Andreja Pejić.

Son cada vez más, por otro lado, las maniquíes con cuerpos fuera de los cánones de belleza impuestos por la sociedad las que se están haciendo un hueco. Es el caso de la modelo de tallas grandes estadounidense Tess Holliday, que este mes de agosto fue portada de la edición británica de la revista Cosmopolitan, que suele incluir figuras como Kendall Jenner, Gigi Hadid o Kaia Gerber.

Entre las modelos mejor pagadas del año pasado, además, destaca la presencia en la lista de Forbes de Ashley Graham, que ejemplifica a la perfección el poder que han tenido las redes sociales en dar un espacio en la industria de la moda a chicas que siempre han sido excluidas de ella. Otras influencers de tallas grandes que han conseguido acabar con el estigma son Marquita Pring, Iskra Lawrence o Tara Lynn.

Admiradas por millones de mujeres en busca de un modelo a seguir con un cuerpo similar al suyo, su comunidad de seguidores aplaude su valentía por entrar en un mundo donde el mínimo “defecto” es atacado con maldad y cero de empatía. La fuerza de modelos como Robyn Lawley se mide también en las personas que, gracias a ellas, empiezan a quererse cada día un poco más.

Si bien los filtros usados en plataformas como Instagram pueden retratar una sociedad acomplejada y con miedo a subir fotografías que saquen a relucir sus imperfecciones, lo cierto es que estudios recientes confirman que la utilización de efectos de este tipo a la hora de editar una selfi está reduciendo el número de intervenciones de cirugía estética.

Este dato tan revelador se suma a las varias iniciativas que han tenido lugar en los últimos tiempos para romper el estereotipo y construir una industria mucho más inclusiva. Tiendas como Oysho o Primark ya no incluyen en su publicidad el concepto de “tallas grandes” al utilizar una modelo curvy, y firmas como Fendi o Michael Kors apuestan por físicos de todo tipo en sus pasarelas de moda.

Ya lo dijo la maniquí Candice Huffine: el verdadero triunfo llegará cuando no haga falta diferenciar a las modelos por su talla. Los pasos son lentos, pero la transformación del sector también se está viendo en la moda masculina. Asos o Levi’s ofrecen tamaños más grandes que hace unos años, e Instagrammers como Zach Miko, Harvey Guillen o Troy Solomon demuestran que el cambio es posible.

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