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El Gobierno de Donald Trump está escalando las agresiones contra Venezuela con la clara intención de forzar un “cambio de régimen” en el país suramericano. Fue hace más o menos un año que el mandatario estadounidense espontáneamente dijo ante la prensa que estaba considerando «una opción militar» en Venezuela. Su declaración tomó a muchos por sorpresa y rápidamente fue neutralizado por sus asesores, quienes aseguraron al mundo que realmente no tenían planteada ninguna acción militar. Una mayoría de naciones latinoamericanas, incluyendo aquellas que mantenían posturas críticas hacia el Gobierno venezolano, rechazaron las declaraciones de Trump sobre la opción militar.
Sin embargo, algunas veces el presidente estadounidense dice la verdad. Y sobre todo, impulsivamente suelta sin escrúpulos o estrategias lo que está pensando y lo que le gustaría hacer. Y así sucedió con el tema de Venezuela y la intervención militar.
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Un año después de ese exabrupto, The New York Times publicó un extenso reportaje detallando cómo el Gobierno de Trump había estado colaborando cercanamente con opositores venezolanos y facciones de militares disidentes que estaban planeando un golpe de Estado contra el presidente Nicolás Maduro. Aunque los funcionarios estadounidenses dijeron al citado medio que finalmente no apoyaron los esfuerzos golpistas en Venezuela, parece que hubo un apoyo tácito, al menos, para cualquier acción que terminara logrando su objetivo común: la salida del presidente venezolano. Cuando sucedió el ataque con un dron explosivo en Caracas contra Maduro en agosto pasado, la Casa Blanca fue lenta en condenarlo y, finalmente, no expresaron ningún nivel de condolencia o apoyo para el Gobierno venezolano, sino un débil rechazo a la violencia como método para provocar cambios políticos en el país.
Las sanciones contra Venezuela
El Gobierno de Trump ha impuesto múltiples sanciones contra Venezuela durante los últimos dos años, incluyendo sanciones financieras directamente contra el presidente Maduro y contra casi todo su gabinete y su entorno más cercano. Ya van más de 70 funcionarios sancionados por Washington. Y apenas minutos antes del discurso de Trump ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 25 de septiembre de este año 2018, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos anunció nuevas sanciones directas contra la esposa de Maduro, Cilia Flores, su vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez, y su hermano, Jorge Rodríguez, quien también es actualmente el ministro de comunicación e Información. También impusieron sanciones contra el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, y otros individuos y empresas supuestamente vinculados con actos criminales y corrupción.
Estas últimas sanciones contra las figuras más cercanas a Maduro son significativas. El Gobierno de Trump había evitado sanciones contra Cilia Flores, los hermanos Rodríguez y el General Vladimir Padrino con la intención de persuadirlos a asumir una transición en Venezuela. Casi todos los demás funcionarios y principales dirigentes políticos vinculados con el presidente venezolano ya habían sido sancionados por la Casa Blanca. Personalmente, lo vi con sospecha cuando no aparecían sus nombres en las extensas listas que publicaba el Departamento del Tesoro a cada rato. Según fuentes del Gobierno estadounidense, la razón era que estaban esperando que Cilia Flores presionara a Maduro a renunciar y, así, posiblemente Delcy y su hermano Jorge asumieran un rol principal en una transición. Por su parte, el General Padrino hubiese sido el encargado de neutralizar cualquier protesta dentro de las Fuerzas Armadas venezolanas para asegurar una transición pacífica.
La opción militar
Parece que su mal pensado ‘plan’ no dio fruto y el impaciente Trump decidió apretar los botones. Con ya todos los funcionarios sancionados y ninguno con el que poder negociar, podría ser reactivada la opción militar. Justamente un ex asesor de seguridad nacional de Trump afirmó hace unos días que existe un plan para intervenir militarmente Venezuela y que «no ve otra salida que sacar al presidente Nicolás Maduro por la fuerza». Según Fernando Cutz, quien salió del Gobierno de Estados Unidos en abril de este año, la cuestión es «cómo hacerlo». Además, reveló que «Trump dejó claro desde el primer día que Venezuela era una de sus prioridades» y que «se dio luz verde para actuar». Por eso, el lapsus linguae del mandatario estadounidense sobre la opción militar en Venezuela no fue arbitrario ni inventado en el momento. Es algo que su Gobierno estaba, y está, activamente estudiando y planeando.
Todo indica que Trump también tendrá el apoyo del Congreso estadounidense para actuar con fuerza contra Venezuela con el objetivo de sacar a Maduro. Legisladores de ambos partidos –demócrata y republicano– están proponiendo un plan de 58 millones de dólares para aislar al Gobierno de Venezuela y forzar un cambio de “régimen” para, según ellos, ‘restaurar la democracia’ en el país sudamericano. El plan sería la propuesta más comprehensiva sobre Venezuela que ha promovido el Congreso estadounidense y algunos lo han comparado con el bloqueo contra Cuba y la ley Helms-Burton, que impuso fuertes sanciones y prohibiciones contra la isla caribeña. El plan incluye amplios castigos financieros contra el Gobierno de Maduro, incrementa la presión diplomática sobre países de la región e incluye millones de dólares en financiamiento ‘humanitario’ para venezolanos dentro y fuera del país. Sobre todo, la propuesta legislativa codificará las sanciones contra Venezuela, y también obligará al Departamento del Tesoro a publicar detalles sobre los supuestos bienes de Maduro y otros funcionarios venezolanos sancionados por Washington.
El plan del Congreso contra Venezuela también ampliaría el apoyo a la Organización de Estados Americanos (OEA) y sus iniciativas contra el Gobierno venezolano. Ya el secretario general de la OEA, Luis Almagro, quien ha estado ejecutando una fuerte guerra de agresión contra Venezuela desde que asumió el mandato de la organización interamericana hace tres años, ha indicado su apoyo a una intervención militar en Venezuela, aunque él lo ha llamado una «intervención humanitaria». Varios mandatarios regionales también han manifestado su aceptación de alguna acción militar, enmascarada como ‘humanitaria’, para sacar a Maduro.
Por supuesto, están aquellos dirigentes opositores venezolanos de siempre pidiendo la invasión de los marines gringos para salvarlos de su situación. A ellos, es mejor ignorarlos. Solo hay que ver la miseria, la muerte y la destrucción masiva que Estados Unidos y sus invasiones militares han causado en Afganistán, Irak, Yemen, Libia y Siria, entre otros, para entender que una invasión no trae la buena vida para nadie. Lamentablemente, creo que una acción militar contra Venezuela, ordenada por el malévolo e ignorante de Trump, es solo cuestión de tiempo. Y recuerden que en su mira está el petróleo venezolano, no la salvación del pueblo.
Ojalá los venezolanos encuentren la manera de neutralizar esta amenaza inminente, que no distinguirá entre partidos o ideologías, antes de que sea tarde.
(*) Eva Golinger es abogada, escritora e investigadora. Nació en los EEUU, pero está nacionalizada como ciudadana venezolana por matrimonio y jus sanguinis. Actualmente está abocada a la investigación del intervencionismo norteamericano en Venezuela y otros países de Latinoamérica.
MM
25/11/2019 en 2:44
Me pregunto por que esta mujer desarrolla extensamente un supuesto y hasta super repetita intervencion de USA en latinoamerica, pero lo que veo es que EEUU gobierna ningun pais de Latam, pero existe una perimida idea de paranoicos o aviados prendidos al Estado corrupto y tiranico, ademas de corrupto, de este sucialismo, que solo lo usan para enriquecerse
y atacar a sus compatriotas que huyen en masa- De eso no se ocupa esta supuesta experta en invasiones??? dan asco, realmente