No insistas, Dios ya no atiende en tu barrio hace una bocha

y encima el sol te acribilla el lomo

y esta terraza ajena te recuerda a cada paso tu rancho desnutrido

y vos así, media cuchara sin hormigonera

regalado en este borde sin andamios

regalando una vez más la cintura en esta changa injusta

mocasín gastado,

quinta generación de los de atrás de todo.

Decí que llegó la noche y esa luna es toda tuya.

Cuando esta cumbia calmante y este vino en caja musical se acaben,

te encargo la resaca.

Se te puede leer la mente desde la esquina, amigo:

-¿Hasta cuando Virgencita, nunca un mango?

-¿Quién reparte lo garrone en esta tierra?

Si San Martín se entera, te juro, no sabes el chiquero que armaría.

Ojalá tu alma resista hasta que la patria llegue a rescatarte.

Ojalá dejes de morir todos los días.

A los que hoy se quedan con tu pan y te comen el futuro

ojalá

les estallen los dientes por el aire.

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