Cuando la limosna es chica, surge la filantropía. Así es la Argentina macrista, donde el amparo no lo brinda el Estado sino algunos clubes de fútbol. Si una fuerza política tiene chances de ganar imponiendo el Estado de Malestar, todo es mucho peor de lo que parece.

Se mueren de frío uno, dos, cinco, no importa cuántas personas, en las calles de la ciudad con más presupuesto per cápita de la Argentina. La más rica, la más europea, la que gobierna el macrismo desde hace casi doce años. Se mueren a la intemperie, abrazados a una frazada, a un perro, a una familia entera que se quedó sin techo, sin vida, sin Estado.

Luego de esa muerte, de esos tipos de muerte, se esperan palabras blandas, miradas amigables, abrazos virtuales, algo de sensibilidad, mucho más si se está en campaña electoral. Se espera que hasta el macrismo tenga un recurso humano al cual echar mano al menos para la tribuna.

El intendente de la ciudad fría enumera refugios que están, que dice que están abiertos cada invierno, que hay camas de más, porque con “su equipo” prevén, siempre prevén de más, pero al enumerar el intendente Horacio Rodríguez Larreta tiene los ojos muy abiertos, habla rápido, como de memoria, sus palabras tienen la dura consistencia de la estadística mentirosa y sus palabras no muestran otra cosa que desapego por el centro de la cuestión: hay muertos de frío en las veredas de su ciudad. Seres humanos abandonados a su propia suerte, esquiva por cierto, como suele ser la suerte cuando tiene que verse cara a cara con la muerte.

En la edición del jueves 11 de julio, el diario Página 12 publicó: “Un hombre en situación de calle murió el domingo pasado a la noche en los pasillos del hospital Pirovano, en el barrio de Coghlan, donde se refugiaba del intenso frío. A pesar del hermetismo y la presión que puso el gobierno porteño a los trabajadores del centro de salud para que no trascendiera la información, este diario pudo confirmar el fallecimiento, aunque todavía no fue posible establecer su identidad. Es la segunda muerte por hipotermia en el distrito con más recursos económicos del país, después de la de Sergio Zacariaz, el hombre de 52 años que falleció en plena calle, a pocas cuadras de la Casa Rosada, que volvió a poner en discusión la situación de los sin techo”.

En otro dramático párrafo, se dice: “Al igual que en otras circunstancias, en las que el Estado porteño tiene algún tipo de responsabilidad, los trabajadores estatales prefirieron no quedar expuestos a las represalias porque «hubo mucha presión para que no se arme quilombo, pero nada de ayuda», comentaron”.

Está claro que el frío tiene un duro rival, y no es el Estado. El adversario más duro que se opone a las gélidas temperaturas en su afán por matar a los más vulnerables es el odio, que tiene la potestad de justificar esas muertes sin que se le mueva un párpado, porque se sabe, el odio no tiene párpados.

El “cambio” es una intemperie eterna

El mismo jueves, el diario La Capital tituló: “La demanda alimentaria sigue en aumento en Rosario”. Y más abajo, informó que “el ministro de Desarrollo Social, Jorge Álvarez, responsabilizó a Nación por la situación”.

El funcionario local relató: «El incremento no ha cesado, ha ido aumentando y nuestra tarea es seguir acompañando desde el Estado, junto a municipios y comunas. En cuanto a las iglesias, hemos reforzado la transferencia en recursos, con Cáritas, con centros de día de parroquias, vamos haciendo el acompañamiento que requiere la sociedad; pero hay una situación de fondo: la macroeconómica nacional”.

La Iglesia católica ponderó ese aumento en el reclamo de alimentos por encima del 30 por ciento, y Álvarez reveló que “a la demanda alimentaria se vienen sumando sectores de clases media o media baja. Y añadió: “Lo vemos en los centros de día y en los de acción familiar. No sólo los pedidos son de parte de los chicos, sino especialmente en las personas mayores hay mayor demanda”.

Sobre la ayuda que debería reforzar la Nación, se lamentó: “No hemos tenido respuestas positivas. Desde junio de 2016 no tenemos aumento de transferencia por parte de Nación. Nos aumentaron sólo un 10 por ciento el año pasado”.

La ministra de Salud y Desarrollo Social Carolina Stanley mostró su faceta humanitaria aplicada a la retórica oficialista: “Duele la pobreza, la falta de un plato de comida”. Palabras que brotan con el tono compungido con que se referían a la pobreza las damas de beneficencia.

La funcionaria señala que su gobierno “ha plantado todos los cimientos para que el país pueda crecer definitiva y sostenidamente durante los próximos 20 años”, antes de afirmar que –»sin duda»– el presidente Mauricio Macri será reelecto.

Luego de que durante semanas se hizo pública la preocupación de profesionales de la salud respecto de la falta de vacunas, que manifestaron desconocer si está asegurada la provisión para 2020, Stanley pide «tranquilidad», ya que “las vacunas para este calendario se están comprando y entregando”. Incluso amplía: “La única vacuna con la que hubo un problema fue la del meningococo, pero fue por algún retraso del laboratorio».

E insiste: «Duele la pobreza, la falta de un plato de comida. Cada chico merece una educación de calidad, una sala de salud donde atenderse y tener las mismas oportunidades con los cuidados en la primera infancia, para que mañana pueda elegir su carrera, su trabajo, su futuro».

Pero no dijo si ese objetivo lo van a lograr estimulando la bicicleta de las Leliq, profundizando el endeudamiento externo, o transfiriendo más recursos aún de los que menos tienen a los sectores más ricos de la Argentina, que es lo que vienen haciendo y lo que genera que esas vacunas “se estén comprando”, en lugar de tener el stock correspondiente, como sucedía con el anterior gobierno “populista”.

Stanley tomó distancia de «todo lo que pasaba en el gobierno anterior». Para la funcionaria, hay una diferencia entre «un país cerrado y un país abierto», y que todavía existe «gente que quiere seguir extorsionando a las personas que cobran un plan social».

Y, por supuesto, apeló a ya agobiados caballitos de batalla: “Corrupción frente a transparencia, no institucionalidad frente a la institucionalidad, el clientelismo frente a la no intermediación y la libertad”. Ya se sabe, se es libre de morir en la calle. De frío, o de lo que quiera morirse quienquiera.

En paralelo, a la misma hora en que se conocía el fallecimiento en el Pirovano, el secretario de Justicia y Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro, explicó la represión de la Policía Metropolitana a las organizaciones sociales que entregaron alimentos y colchones el 9 de julio en el Obelisco, porque fueron a «buscar conflicto» y aseguró que los dos detenidos «no eran meros referentes sociales». Así fue publicado por Página 12, que agregó que “la Defensoría 4, a cargo de Sebastián Zanazzi, asistió a ambos detenidos y, en el caso de Ventrice, pidió un certificado médico por los golpes que recibió durante el traslado a la comisaría”.

El defensor general adjunto del Ministerio Público de la Defensa porteño, Luis Duacastella, expresó: «Estamos haciendo la investigación para presentar el caso como violencia institucional».

Alguien dice, puede ser Jaime Durán Barba o cualquiera de esta banda de asaltantes VIP, que hay que enojarse, que eso traerá réditos en campaña, que no todo está perdido, que aún hay mucho odio de clase y social sin explotar, que es esperable que mientras más se demonice y estigmatice más provecho se podrá sacar de las consecuencias que trae aparejado semejante pillaje.

El funcionario de Larreta brama. Vocifera, no actúa como vocero. Los dos detenidos fueron a «buscar conflicto» y «no eran meros referentes sociales». Así, brinda un diagnóstico que permite molerlos a bastonazos y a golpes.

“Macri molesto con D’Onofrio por la campaña de River contra el frío”, titula La Política OnLine (LPO), en referencia a que el presidente de River “organizó junto a Juan Carr, titular de Red Solidaria, una colecta de frazadas y abrigos y abrió las instalaciones del club para personas en situación de calle”.

Jorge Rial, reconocido hincha de River, publicó en su cuenta de Twitter: “River abre sus puertas para que los que viven situación de calle no se mueran de frío. El fútbol hace lo que debería ser una obligación del @gcba. Vergüenza”.

Y acto seguido, en una de las intervenciones más miserables alrededor de la pobreza extrema y lo extremo de toda muerte, el diputado macrista Fernando Iglesias tuiteó: “Por si alguna duda quedaba de que era una opereta kirchnerista, se encarga de despejarla el canalla de Jorge Rial”. Una opinión que además da cuenta de que no está errado quien asegura que hay todavía muchas placas tectónicas de odio en el seno de la sociedad, que están dispuestas a ser conmovidas merced a estímulos de lesa humanidad.

Y para ello, el ejército de trolls rentados, manipulados por el jefe de Gabinete Marcos Peña, apuntó contra Carr sólo porque dijo la verdad, que ya hubo 5 muertos por hipotermia en lo que va de 2019. Bajo cobijo, el frío no mata. El que mata es el odio que arroja al frío a miles de indigentes frágiles de toda fragilidad.

La Ctep, La Dignidad, el Frente Popular Darío Santillán y el MTE, las organizaciones que protagonizaron la entrega de frazadas, colchones y abrigo en el Obelisco, lo hicieron bajo una consigna clara, precisa, impregnada de un dolor profundo: “La calle no es un lugar para vivir”.

La respuesta de Rodríguez Larreta fue asquerosa, nauseabunda: “Ayer nos vinieron a patotear estos neokirchneristas en el Obelisco”. ¿Qué contrato social se puede firmar con esta gente? ¿Para qué?

Una campaña atravesada por la angustia

Falta poco menos de un mes para las Paso. “Alberto Fernández tuvo su foto con Juan Schiaretti en Córdoba”, titula un medio digital, antes de señalar que “se encontraron en el Centro Cívico del Bicentenario cordobés”, y que “es el primer precandidato recibido por el mandatario reelecto en mayo último”.

Tal vez la foto, o lo que la misma encierra, tenga algún efecto electoral, lo cual no explica la distancia abismal que existe entre la búsqueda de ese punto que permita aplastar electoralmente al macrismo y el escenario de angustia en que se desarrolla esta campaña presidencial.

Está claro que no se trata de una elección más o que solamente se trate de elegir un Gobierno. Está en los gestos crispados de Macri, María Eugenia Vidal, Larreta, Peña, Rogelio Frigerio, Stanley, sus miradas heladas, sus rictus endurecidos por el discurso, el coaching y, más que nada, por la tensión que les representa saber lo que pierden si pierden.

Y la tensión de esta manada de depredadores coagula en angustia social, que es el ánimo con que se viene sobrellevando la miseria desplegada por el modelo de la nueva oligarquía.

La reunión de Schiaretti con Alberto –compañero de fórmula de CFK– acaso represente un gesto del cordobés al Frente de Todos, quizá no sea más que una foto. Lo cierto es que hay millones de personas que ni se enteran, y hay más a quienes les importa tres camotes.

Entre esos márgenes navega la única fuerza política que puede sacar del actual cauce a la Argentina, que se aproxima peligrosamente a una zona de saltos y cataratas de las que no sobrevivirá tal cual se la conoce como Nación desde los tiempos de la Guerra de la Independencia.

La dimensión del desastre económico y social que ha llevado a cabo este régimen criminal tiene proporciones desusadas incluso en las guerras de conquista, porque además de la apropiación de la renta nacional, el endeudamiento externo e interno, y otras calamidades por el estilo, se asiste a un loteo de los recursos no renovables que es preciso detener.

Como publicó Redacción Rosario, esta semana se supo, gracias a un informe del Observatorio de la Energía, Tecnología e Infraestructura para el Desarrollo (Oetec), que entre enero y mayo de 2019 respecto del mismo período de 2015, las importaciones de nafta y gasoil aumentaron un 77,4 por ciento.

Desde el centro de estudios explicaron que «las importaciones de crudo, que en 2017 aumentaron 36 por ciento, cayeron 65 por ciento en 2018. Desde entonces, se redujeron a cero. Sucede, no obstante, que la caída no obedeció a ningún objetivo de autosuficiencia sino a las siguientes causas:

  • La destrucción del mercado interno y la profundización de una política económica recesiva.
  • La brutal desregulación y la anarquía de mercado en el sector del downstream.
  • Los objetivos de reducción del déficit comercial impuestos por el FMI». 

Federico Bernal, director del Oetec, agregó: «Las importaciones de combustibles están en máximos históricos. Sin ir más lejos, entre enero y mayo de 2019 respecto del mismo período de 2015 las compras externas de nafta y gasoil aumentaron un 77,4 por ciento. Es decir, se están sustituyendo importaciones de crudo refinable por combustibles extranjeros, lo cual es sumamente lesivo para la economía nacional».

Para cerrar, el instituto advirtió: «Prometieron autosuficiencia en combustibles. Durante la campaña de 2015 criticaron el impacto de las mayores importaciones en la balanza comercial. Sin embargo, vemos que desde que asumieron, la pérdida de autosuficiencia en nafta y gasoil cerró el año pasado siendo la mayor desde 2010, como mínimo”.

Menos refina YPF, menos vale. Para venderla, para privatizarla, para competir con ella desde Shell, Exxon, cualquier compañía extranjera. “Pérdida de autosuficiencia” es, también, gente muriendo de frío en las calles de la ciudad más cara de América latina. Y la más inhumana.

Vale la pena recordar que el Presidente, esta semana que culmina, se refirió a las condiciones climáticas durante las que personas en situación de calle murieron, pero fue para felicitar al ministro de Transporte por un servicio que impide esperar de más al colectivo.

En efecto, Macri habló de la ola de frío polar durante el acto de inauguración del viaducto San Martín, y destacó la app «Cuándo SUBO», un servicio predictivo que anuncia cuándo llega un colectivo y permite a los usuarios permanecer menos tiempo en la parada.

Mirando a Guillermo Dietrich, lanzó: «Te felicito Guillo por el desarrollo Cuando Subo». No hay manera más clara de demostrar que el odio mata más que el frío.

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