José Rigatuso publicó durante años en la contratapa de El Eslabón el Horóscopo Criollo, bajo el seudónimo de Seferino Ozuna, gaucho oracular. Recuerda anécdotas de los inicios de este proyecto y destaca lo sanador de tomarse a risa las cosas más duras de la realidad.

La contratapa de El Eslabón siempre intentó descontracturar la densidad de los informes y noticias de la agenda periodística con algo humor. Y uno de los aportes a ese objetivo fue el delirante Horóscopo Criollo que José Rigatuso preparó durante años. En el marco de las notas especiales por los 20 años de este medio autogestionado, el autor rememora y destaca como particularidad de aquellos años, el sentido del humor con que se trabajaba y vivía, como una práctica liberadora y sanadora para enfrentar tiempos muy difíciles, de mucho dolor y angustia, un eje vital que aún se mantiene. “Nos divertíamos mucho”, sintetiza.

“Corría el año 2000-2001, la Argentina estaba muy convulsionada. En lo particular, tenía una militancia muy activa en Hijos”, recuerda Rigatuso. “En ese entonces, yo me dedicaba a las Bellas Artes, al teatro, tenía un puesto en una feria de artesanos, y bueno, me había estado nutriendo de arte durante mucho tiempo y había encontrado distintas formas de expresión artística para llevar adelante mi lucha cotidiana, mi espacio de lucha con los compañeros. Y desde el humor había encontrado el Horóscopo Criollo como una herramienta para descomprimir”, relata. 

“El personaje Seferino Ozuna nace como un hombre mayor que, se afloja las uñas de los dedos de los pies para no romper la alpargata”, cuenta. “Este hombre con las patas en remojo con agua y sal, en la parabólica formada con la palangana, empieza a recibir señales del cosmos y a hacer una lectura de ella. Entonces, empezamos. Digo empezamos y pienso será que tengo un trastorno de los que hablan en tercera persona del plural”, elucubra el colaborador de este periódico.

“Y así es como en el cosmos empiezan a aparecer las distintas constelaciones y las «negulosas» porque lo particular del personaje era que escribía como hablaba, lo cual era un problema para el corrector”, detalla con una sonrisa, El Riga, como se lo llama cariñosamente.

“Eran 2.900 caracteres, con eso tenía que armar todo. Entonces arranqué, empecé a poner una fecha acá, otra allá. Un signo empezaba hoy, y duraba cinco días, después arrancaba otro. Y cuando se hizo la primera publicación, Juane (Basso) llevó una tanda de periódicos a la reunión plenaria de Hijos y otro compañero me dice: «Riga, yo nací el 5 de mayo, no tengo signo acá. Entonces, en la edición siguiente salió el loro barranquero. Pero había signos de un solo día, como el del hornero. Y así lo íbamos construyendo. Me han llegado comentarios que había gente que compraba El Eslabón, leía la tapa primero, y después encaraba la contratapa con el Horóscopo Criollo y se buscaba para ver cómo le iba a ir en ese mes, porque en ese entonces era El Eslabón era mensuario”, resalta.

Todo esto le valió una invitación de Manuel Baella para participar del programa de Miguel Franchi, El Club del Coyote, con Seferino Ozuna desde el territorio liberado de Pichincha. Para El Riga el humor era terapéutico contra todo lo que dolía. 

También recuerda otra participación radial con el personaje en el programa Agítese antes de usar, en donde siempre se tocaban las cuestiones referentes a la apertura de las causas por delitos de lesa humanidad. 

“Una de las cosas que hacíamos era tomarnos con humor todo, todo lo que nos dolía, todo lo que nos atravesaba. Y era sanador, por lo menos para mí”, asegura.

Después también participó como modelo en distintas portadas de este periódico, como la que se tituló Votoshop, entre otras producciones. 

Sobre los primeros años de este medio, define: “Fue muy hermoso a pesar de todo lo que estaba pasando, que no estaba nada bueno, se nos había complicado la vida cotidiana, seguir estudiando, el laburo”. Sobre el Horóscopo Criollo, explica que “luego con la reactivación de la economía y la industria, Seferino Ozuna, que nació como un desocupado, desaparece”, aunque a la vez hay un historia personal que lo atraviesa: “En agosto de 2007, que mis padres tuvieron un accidente automovilístico, justo coincidía con el aniversario de El Eslabón, porque esto fue el 27 de agosto, días previos al 2 de septiembre que salió el primer número. La primera reacción que tuve es que no podía manejar, estaba bloqueado. Lo llamé a Juane, el único compañero que tenía auto, tenía que ir a Baigorria, de Baigorria a Funes. Me parece que ese día estaban comiendo un asado festejando y le corté el mambo a todo el mundo. Y al día siguiente, estaban todos los compañeros aguantandome al hombro”, relata El Riga. “En ese accidente falleció mi papá. Y como que se me dio de baja ese alter ego que era Seferino Ozuna, que tenía muchas cosas de mi papá y que yo utilizaba en el personaje: gestos, anécdotas de cosas que le pasaron en su juventud en la provincia de Santa Fe, en los ingenios azucareros y su vínculo con su familia correntina. Y eso que siempre contaba como anécdotico, eran los condimentos de Seferino. Entonces, no lo volví a hacer”, cuenta. 

Para el Riga, las dos décadas de El Eslabón “son veinte años de hermandad” que van más allá del periodismo: “En la cancha, en los locros, en los 25 de mayo, y en las fechas simbólicas que solemos atravesarla juntos, como símbolo de scrum, para seguir estando juntos, cerca, y en donde las risas y el humor nunca faltan”, sentencia.

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