“…Ahí también los convoco a nuestros científicos y al buen trabajo el Conicet para que tenga un mayor impacto social. Jamás he estado en contra de la ciencia y la tecnología, si hay algo que he rescato de este gobierno ha sido eso”. Los dichos son del presidente de la Nación Mauricio Macri. Los pronunció en el debate televisivo que mantuvo con Daniel Scioli el 15 de noviembre de 2015, en la semana previa al ballotage que le daría su triunfo.

Antes, el 30 de octubre de 2015, en su cuenta de Facebook, Macri prometía duplicar la inversión en ciencia y tecnología: “Los argentinos tenemos razones para estar orgullosos de nuestra ciencia, tenemos una historia que nos ha dado científicos e investigadores reconocidos mundialmente y también tenemos, gracias a una de las mejores políticas de este gobierno, una comunidad científico-tecnológica en marcha. Nuestra propuesta es mantener el compromiso con la investigación y ponerla al servicio del desarrollo del país: aplicar todo el conocimiento generado para crear más empleo, más tecnología propia. Queremos acercarla a la sociedad para mejorar la forma en la que viven los argentinos. Confiamos en que podemos hacerlo. Tenemos una base desde donde partir, y lo más importante, tenemos científicos e investigadores apasionados. Vamos a seguir acompañándolos, vamos a llegar todavía más lejos”.

No pasó mucho para que estas promesas de campaña se volvieran otra estafa más de Cambiemos. El 1° de septiembre de 2018, ya transcurridos más de dos años de su gobierno y con una desinversión inocultable y sostenida en el campo científico y de las investigaciones, se anunciaba que Ciencia y Tecnología dejaban de ser Ministerio para convertirse en una Secretaría dependiente de Educación.

Apenas conocida esa decisión oficial, entre las muchas expresiones de repudio que siguieron, la del Grupo Ciencia y Técnica Argentina (puede leerse completa en cienciaytecnicaargentina.worpress.com) fue una de las más difundidas, por las razones expuestas, por el valioso apoyo de la comunidad científica que representa. Y que, hoy, a 20 días de las elecciones presidenciales vale la pena repasar.

“Creado en 2007 por una decisión histórica de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner que coronaba la política de promoción de la ciencia y la tecnología por parte del Estado Nacional para contribuir a un desarrollo económico independiente en un país soberano, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MINCyT) fue actor principal en la expansión del sistema científico tecnológico experimentado hasta 2015 a través de numerosas medidas que incluyeron repatriación de científicos, construcción de 90 mil metros cuadrados de laboratorios, aumento progresivo de ingresantes a la Carrera de Investigador Científico del Conicet (CIC), así como de becas, puestos de técnicos y administrativos”, arranca aquella declaración reconociendo lo hecho desde 2007 hasta el inicio del gobierno neoliberal de Cambiemos.

Enseguida señalan que la actualidad “es diametralmente opuesta”: “Se redujo en un 50% el número de ingresantes a la CIC, los salarios y becas se encuentran en los niveles más bajos de la región, no se giran fondos para el funcionamiento de institutos y centros de investigación, se eliminó el plan nacional de infraestructura, ni la ANPCYT (Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica) ni el Conicet cuentan con presupuesto para afrontar los pagos de subsidios de investigación y compras de equipamiento ya acordados, y se han suspendido las contrapartes de convenios internacionales…”.

Además de remarcar que “la destrucción del sistema de CyT es coherente con la política económica del gobierno de Cambiemos. La indiscriminada apertura de la economía, la brutal transferencia de recursos a las empresas prestadoras de servicios que involucran tarifazos que destruyen a la pequeña y mediana empresa, la liberalización del mercado y fuga de capitales, el desmedido endeudamiento, el sometimiento a los planes de ajuste del FMI y el castigo a la educación pública en todos sus niveles son las claves para entender que para este gobierno el Estado y las universidades públicas son un estorbo y la ciencia y tecnología pueden ser prescindibles”.

El documento también tiene una mención especial al triste papel del hasta entonces ministro del área José Lino Barañao (que permaneció inmutable en ese cargo desde el anterior gobierno) y al presidente del Conicet Alejandro Ceccatto, a quienes les atribuyeron “absoluta responsabilidad en este plan destructor”, avalando el ajuste y emitiendo “declaraciones que con cinismo descalificaban a los científicos y científicas de nuestro país”.

Y en esas declaraciones denuncian la sintonía entre estas decisiones del Ejecutivo con “un plan de achicamiento del Estado, con despidos masivos, que sólo cerrará con represión”. Además de llamar a resistir y movilizarse a favor del patrimonio científico. Las firmas que avalan este escrito del Grupo Ciencia y Técnica Argentina son las de prestigiosas investigadoras e investigadores como Adrián Paenza, Alberto Kornblihtt, Ana Franchi, Andrea Gamarnik, Andrés Kreiner, Carolina Mera, Daniel Filmus, Diego Hurtado, Diego Tatian, Dora Barrancos, Eduardo Dvorkin, Emmanuel Alvarez Agis, Federico Robledo, Felix Requejo, Fernanda Beigel, Graciela Morgade, Hugo Aimar, Jorge Geffner, José Paruelo, Juan Pablo Paz, Luis Alberto Quevedo, Marcelo Ruiz, Marisa Herrera, Mirta Susana Iriondo, Noé Jitrik, Osvaldo Uchitel, Pablo Nuñez, Raquel Chan, Roberto Salvarezza, Rolando González-José y Sandra Carli.

Ciencia no fue el único Ministerio que pasó a ser una Secretaría de la mano de Mauricio Macri. Ocurrió lo propio –en la misma fecha– con los Ministerios de Salud, Trabajo, Agroindustria, Energía, Cultura, Turismo y Modernización. El de Ciencia es un ejemplo más de cómo las promesas de campaña de Cambiemos, en poco tiempo de gobierno, mostraron su verdadera cara de fraude político electoral.

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Revolución educativa estilo Kellogg

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