El presidente electo Alberto Fernández se planta ante el FMI, pone énfasis en el desastre económico que recibirá del macrismo y los desafíos que lo esperan en Casa Rosada, en medio de una explosiva transición.

El futuro gobierno del Frente de Todos reforzó el discurso que apunta contra la pesadísima herencia que recibirá del macrismo, pasando revista por los desastres y desafíos económicos rumbo al 10 de diciembre y más allá, haciendo corresponsable de la hecatombe al Fondo Monetario Internacional y sus recetas de ajuste. “El 10 de diciembre no es una fecha mágica. No cambia el país ni las pésimas condiciones en la que lo dejará Macri, cambia un presidente”, machacó el mandatario electo Alberto Fernández desde México, primer país que visitó tras el amplio triunfo en las elecciones del 27 de octubre, donde, entre otras actividades de una agenda recargada, se reunió con el presidente Andrés Manuel López Obrador y empresarios mexicanos con intereses en la Argentina.

El viaje de AF al país azteca (no por Flybondi) persiguió diferentes objetivos: entre los más evidentes, enviar fuertes señales hacia una reconfiguración y reinserción de la Argentina en un mapa regional que parece ir mutando. Cuando falta un mes para que tome las riendas, el presidente electo, reconocido y saludado por pares de diferentes países del mundo, dejando en ridículo el mensaje de Macri y aliados en cuanto a la desconfianza universal que supuestamente despierta el kirchnerismo y el Frente de Todos, empezó a darle un tinte progresista a sus relaciones exteriores. Y desde México, también comenzó a marcar otro rumbo en el plano económico y comercial, en medio de una transición signada por la crisis.  

Los principales desafíos que van al encuentro de AF están en el plano económico, después de cuatro años de políticas ajustadoras, economía low cost, feroz endeudamiento externo, especulación financiera, tarifazos a troche y moche, inflación desenfrenada, destrucción del tejido social y laboral. Además de subrayar y tratar de explicar de manera sencilla y con claridad el rojo económico que dejará la gestión saliente, el futuro presidente sostuvo que es necesario encender los motores de la economía para empezar a salir de la crisis y pagar la deuda, reactivar la producción industrial y el mercado interno, relanzar exportaciones y ganar nuevos mercados, y todo eso mientras se atacan las desigualdades sociales. Titánica tarea lo espera sentada.   

Mauricio le traspasa a Alberto una economía en terapia intensiva, nada que ver a la que le tocó heredar del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, donde había problemas pero no a este nivel. Los números no mienten. Los retrocesos son plaga. Megadevaluación, sideral fuga de capitales, menos inversión, una economía recesiva, cierres de empresa, con mayor desempleo y pobreza, caída de salarios y jubilaciones, empeoramiento general en las condiciones de vida de la población.

Discutir la herencia macrista, dar cuenta de los gravísimos problemas y poner de relieve los resultados negativos de atravesar un nuevo experimento neoliberal, resulta para el nuevo oficialismo fundamental y necesario no sólo para contraponer proyectos económicos y políticos antagónicos y sus consecuencias en lo cotidiano, sino para enfrentar el contexto y las presiones que vienen, como la inminente reestructuración de la deuda externa.

Desde México, AF les pidió a las autoridades del Fondo que asuman su responsabilidad por la crisis en la Argentina y dijo que su par López Obrador lo respaldó en este reclamo. Ratificó la postura de cumplir con las obligaciones pero “no en estas condiciones”, según declaró en una entrevista que le realizó el ex presidente de Ecuador Rafael Correa para la cadena Rusia Today (RT).

En la misma sintonía, días tras AF había deslizado la posibilidad de rechazar los desembolsos pendientes del acuerdo stand by que el FMI firmó con el país bajo el gobierno de Cambiemos. El pueblo argentino no necesita la plata del FMI, dijo AF. En uno de sus últimos informes, el mismo Fondo desconfía de sus propias recetas y, de alguna manera, acepta el desprestigio mundial que conlleva su programa de ajuste. Entonces, pensará Alberto, por qué no torear a un organismo de crédito que no para de cosechar descrédito, ¿eh?  

Desde México, como se dijo, AF envió mensajes al FMI, organismo que se muestra “colaborativo” con la Argentina, habló de revivir las plataformas regionales Unasur y Celac y desafió a Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, que bravuconea con impulsar sanciones y hasta expulsar a la Argentina del Mercosur, el bloque comercial regional. Entre paréntesis: el colmo del vecino facho fue cuando anunció que cerraban importantes fábricas en Argentina para mudarse a Brasil, aunque horas después, el mandatario brasilero borró el tweet y las multinacionales desmintieron la información.

¿Macrilandia existe?

La mayoría del pueblo argentino, casi el 50 por ciento del padrón electoral, le dio la espalda al gobierno de Macri, justamente por todo lo malo que hizo en estos últimos cuatro años en compañía del Fondo. Sin embargo, la Jefatura de Gabinete presentó días atrás un informe con datos de una Argentina virtual, donde la mentira y el cinismo se conjugan para intentar instalar un “relato” que choca de frente con la realidad. Marcos Peña divulgó un balance con supuestos “logros” de la economía macrista, repleto de falsedades y hasta errores técnicos.

Quizá envalentonado por el engreído 40 por ciento, ocho puntos y pico menos que el candidato ganador, el relato macrista, el mismo que ve “empate técnico” en las elecciones, sostuvo que en los últimos cuatro años se creó empleo, se resolvió el tema de la inflación y la deuda externa dejó de ser un problema. En Argentina, sucedió todo lo contrario.

“Nos vamos a casa con la conciencia tranquila y las manos limpias”, dijo Macri, que se va sin reglamentar la ley de emergencia alimentaria sancionada por el Congreso. Macri y su gobierno, en medio de planteos de Naciones Unidas por probables irregularidades judiciales, también se va con restricciones cambiarias más duras de las que recibió y a las que tanto criticó.

También desde México, AF además se hizo tiempo para responderle al poco creíble informe que presentó el gobierno sobre sus “logros”, donde adultera datos referidos a la herencia kirchnerista y vende espejitos y globos, cuando todos los indicadores muestran que la economía argentina está en peores condiciones comparada con fines de 2015, cuando asumió Cambiemos.

“Este problema de la deuda no existía hace cuatro años y hace dos años nadie pensaba que la Argentina iba a tener la crisis de deuda que hoy tiene, que es producto de la gran inoperancia. Aunque les queden diez minutos de gobierno, tienen que parar con la mentira”, sostuvo el presidente electo AF como respuesta al paper que hizo circular la Jefatura de Gabinete.

El macrismo gobierna hasta el 10 de diciembre. Y pasaron las elecciones, y siguieron los despidos masivos y suspensiones. El caso más resonante de los últimos días fue en la Patagonia, el parque eólico Chubut Norte, que Macri había inaugurado en enero, echó a 900 trabajadores. La empresa encargada del proyecto, Genneia, paralizó actividades porque se quedó sin financiamiento luego de que comenzaran los controles a la compra de dólares. De acuerdo a estadísticas oficiales, se perdieron casi 160 mil empleos formales en la era Cambiemos. Los principales sectores afectados fueron comercio, industria, transporte y construcción.

El futuro oficialismo insiste con la difícil realidad económica que lo espera cuando desembarque en Casa Rosada, con bombas que ya van explotando en la transición, al mismo tiempo que busca mostrarse con cabeza para revertir la compleja situación y de atender las demandas multisectoriales, que llueven y brotan a lo largo y ancho del terruño argentino.

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