Nos conocimos personalmente el día que fuimos a su casa. Después de una llamada telefónica accedió rápidamente a la “entrevista”.  Con una seguridad envidiable y sin titubear una vez, Luna nos cuenta porqué decidió militar, cuáles son sus sueños y sus necesidades. Plantea la militancia política y estudiantil como una herramienta para transformar las realidades.

Luna es la única hija de María José y Federico, y como sus padres, adoptó la militancia como una forma de vida. “Vengo de una familia que está en la política, una familia muy politizada y estaba esperando entrar al secundario para empezar a militar de alguna forma”, cuenta acerca de sus comienzos en un camino que ya lleva más de 5 años y promete abrirse paso en todos los territorios que le toque transitar.

Siempre segura de sus palabras, en más de una ocasión se toma los minutos necesarios para responder. Tranquila, piensa lo que tiene para decir y en cómo lo va a decir. No se sirve de grandes explicaciones, por el contrario es concisa para definir(se), sin que eso le quite peso a cada una de sus palabras. Si hay algo que deja en claro es que con sus 19 años la tiene más clara que muchos adultos. En esa claridad también están las dudas, la necesidad de seguir trabajando, militando, construyendo.

Foto: Paula Peña

Una herramienta de transformación social

En 2018, junto con otro compañero, presentaron por tercera vez consecutiva una lista para presidir uno de los Centros de Estudiantes más activos de la escuela pública rosarina. La última vez que el peronismo condujo el Politécnico fue en 1974. Después vino la dictadura, la proscripción y el exterminio. Cuatro décadas más tarde, volvieron. Esta vez dentro de un espacio que tuvo que incluir a todos, todas, todes. La lista Sudestada está compuesta por alumnos de diferentes fuerzas, con una marcada misión de “popularizar y hacer llegar a todos la participación política” que se ve reflejada en las políticas que llevan adelante.

“En primer año fui delegada, en segundo también y ahí conocí a un compañero del Poli con quien armamos una lista juntos. No ganamos, pero desde la secretaría pudimos empezar a activar algunas ideas”, cuenta. Y recuerda: “Me metí en la comisión directiva del centro en segundo y en tercer año me presenté en otra lista con Sebastian, que es quien me fue acompañando. Fue una muy mala elección y medio como que fue un bajón anímico fuerte” recuerda.

La apuesta personal siempre se entrelaza con la colectiva, pero a veces es difícil levantarse cuando la caída es fuerte: “Le aposté mucho al centro de estudiantes, y a modo personal me bajoneó, porque la elección fue horrible”, describe y sonríe, porque toda lucha tiene su recompensa y en 2017, ante el primer empate técnico de la historia de las elecciones en el Politécnico, perdieron el balotaje por tan solo 90 votos, pero ganaron algunas secretarías, con las cuales llevaron adelante decenas de actividades relacionadas con la reivindicación de la cultura, la memoria, la verdad y la justicia. “Creo que una de las más importantes fue el mural que pintamos en consonancia con la campaña nacional Necesito Verte Hoy”.

En 2018, con una diferencia de más de 200 votos ganaron las elecciones estudiantiles y Luna se conviritó en la presidenta del Centro de estudiantes hasta finales de este año. “Ganamos con 433 votos a 223 que había sacado la segunda lista. Fue una muy buena elección”, sostiene y sonríe.

Luna sonríe cada vez que recuerda una batalla ganada, cada vez que se refiere a una de las tantas actividades que llevaron adelante y también llora. Llora cuando habla de feminismo, llora y se toma unos minutos cuando recuerda a Micaela García, la adolescente militante del Movimiento Evita víctima de femicidio en 2017. “Lo de Mica me tocó muy cerca. Era una compañera que militaba, tenía mi edad, te deja pensando que te te puede pasar a vos, a cualquiera”.

Luna define a la escuela como “su territorio”  ese lugar en donde vivió toda su adolescencia y el que está pronto a abandonar, porque termina un ciclo, el secundario, y empieza otra etapa, lejos de casa, estudiando Sociología en la Universidad de Buenos Aires.

Foto: Paula Peña
Foto: Paula Peña

Ganar las elecciones y conducir el centro

La llegada de Sudestada al centro de estudiantes fue paulatina, varios errores y aciertos durante más de tres años dieron sus frutos, pero no fue fácil y necesitó del compromiso de gran parte del estudiantado, hubo que que convocar a alumnos y alumnas de los cursos más chicos y ese podría considerarse unos de los principales bastiones de este grupo.

“Fue y es una gran experiencia. También es la punta de algo mucho más grande, el principio de un proyecto. Más allá de los resultados, todos los años nos veníamos presentando, apostamos al centro aún no siendo conducción. La lista siempre fue muy amplia, con pibes de primer año que se pusieron la campaña al hombro y eso se vio reflejado en los votos. Fue una recompensa a un laburo que venimos haciendo desde hacía mucho tiempo. Una  de nuestras prioridades era meter gente más chica, y lo fuimos haciendo. Tuvimos muchos aciertos y errores, la idea es seguir avanzando y escuchar lo que quieren los estudiantes”

 

– ¿Qué quieren los estudiantes?

– En realidad el centro de estudiantes es muy participativo, y lo que nosotros queríamos generar se basaba en eso, acompañar lo que los estudiantes quieren y poder darles las vías institucionales pero también acompañar el deseo.  Lógicamente, en las escuelas no todos pensamos lo mismo, pero siempre tomamos posturas que representan a las mayorías y también a las minorías o disidencias.

 

El instituto Politécnico es una de las escuelas secundarias dependientes de la Universidad Nacional de Rosario, y eso no es un dato menor. Desde su creación a comienzos del siglo pasado marca un antes y después en la preparación curricular, política y cultural de los alumnos que allí concurren. La creación y funcionamiento de su centro de estudiantes va en esa línea. «Lo que dejamos para otras generaciones, para los pibes que vienen, es el hecho de usar el centro como una herramienta para transformar todo lo que no es justo”, sostiene Luna.

Cuando lo político es personal

La palabra territorio aparece mucho en ella. Se define peronista y feminista y aclara, en más de una ocasión, que su territorio es el espacio de estudio, la secundaria primero y pronto la Universidad. Como presidenta, más allá de los logros colectivos, Luna relata que también hubo logros personales, porque encabezar una lista tuvo que ver con una decisión personal que luego al ganar las elecciones y materializarse se volvió irremediablemente colectiva.  “Fui creciendo con esa idea y fui haciendo mi camino a través del centro como la herramienta más clara para transformar mi realidad y también el territorio que este caso es la escuela. Hay que militar eso, si todos estamos transformando nuestro territorio todo el tiempo, vamos a lograr algo más grande”, sostiene.

Foto: Paula Peña

“La política es la herramienta para transformar realidades”, dice, y una vez más se refiere a su territorio, su realidad, el colegio secundario y la necesidad de transformarlo para que sea un lugar mejor. Y remarca: “Creo que hubo muchos aciertos y cosas que empezamos a modificar, también hay cambios más profundos que van a llevar más tiempo, por eso nos presentamos este año con el mismo nombre que años anteriores, para darle continuidad al proyecto. Fue una experiencia que muchas veces no supe como manejar porque no tenía a ningún ex presidente que me acompañara. Por suerte hubo y hay muchos compañeros que bancaron, lo fuimos haciendo de a poco y funcionó”

La apuesta colectiva

“Desde lo personal y desde lo colectivo, que me haya votado tanta gente fue importante”, considera Luna. Entre las actividades que destaca como importantes llevadas adelante por el Centro de Estudiantes está el Polirock, un festival de música que se realiza dentro de la casa de estudios y tiene como principal finalidad brindar un espacio a los alumnos y alumnas que forman parte de bandas musicales y no cuentan con los recursos para hacerse conocer en la sociedad. En ese orden, destaca: “Hubo algunas cosas que pudimos lograr que hicimos entre todos, como el Polirock, que es un festival que se hace desde hace mucho, es histórico, se hace dentro de la escuela y la idea es que alumnos muestren sus bandas.  Al Polirock puede concurrir cualquiera, es abierto a la comunidad y se le da prioridad a las bandas que tienen integrantes del Poli. Hace mucho que veníamos insistiendo en poder hacer dos, pero rectorado no nos pagaba el resguardo patrimonial (se le llama a la guardia de seguridad de la UNR. Un grupo de personas encargado de resguardar el patrimonio de la universidad). A Través de un montón de notas, cartas y reuniones, lo pudimos concretar. Fue una victoria re grande”, celebra.

La voz de las pibas y los pibes

Con la llegada de Néstor Kirchner al poder, comenzó una transformación institucional  que tuvo a la política como instrumento esencial para darle a la sociedad los derechos que tantas veces se habían postergado. Los pibes y las pibas lejos de quedarse atrás tomaron esa iniciativa y enarbolaron sus propias banderas, y se incorporaron al proceso de transformación que a pesar de los retrocesos vividos durante estos cuatro años de Macrismo, no dejó de crecer.

En el Poli como en otros colegios dependientes de la Universidad, los y las estudiantes sostienen una lucha que tiene que ver con los derechos ganados pero también con los que faltan conquistar. “El Poli y su centro de estudiantes es transversal al resto por su historia pero si no tenemos ciudadanía es porque las autoridades, adultos ellos, creen que no somos competentes para decidir quién es nuestro director,  no quieren institucionalizar nuestra vida política. Yo creo que cualquier pibe de 14 años capaz puede votar mucho mejor que un adulto”.

La ciudadanía universitaria es la punta del iceberg, y la primer batalla ganada se dió hace poco al lograr que las elecciones para cargos directivos sean mediante el voto de los y las alumnas, personal docente y no docente. Es decir que  la UNR no hará más uso de sus potestades para designar autoridades.

“Ahora tenemos en el Poli la posibilidad de votar director, hace varios años que llevamos esta lucha de la ciudadanía universitaria, y este es un primer paso. No significa sólo poder elegir al director o directora, sino que también tiene que ver con discutir el presupuesto, nuestros planes de estudio y tener un consejo directivo. Esto marca un precedente del que no se puede volver atrás”, remarca.

El profesor Juan Farina  fue quien obtuvo más del 50 por ciento de los votos y  será el director por los próximos cuatro años: “Como Centro de estudiantes no sacamos ninguna postura respecto a ninguno de los dos candidatos, pero sí decidimos organizar un debate con ambos y alcanzar la propuesta escrita a los estudiantes. Personalmente, apoyé la lista de Juan Farina, entendiendo que es el mejor candidato para hacer una escuela distinta a la que yo fui estudiante. De todas formas, como Centro vimos que la elección fue un pequeño paso de una lucha mucho más grande. Los derechos como ciudadanos universitarios son muchos más y por ellos lucharán los que vengan. Creo que la discusión profunda es qué podemos hacer los pibes menores de edad”.

Foto: Paula Peña

Materia de inclusión

Hay un tríptico que está en el centro de las miradas y tiene que ver con la incorporación de nuevos derechos para todos y todas. Educación sexual integral, aborto legal y lenguaje inclusivo forman parte de un todo y es desde la escuela donde se debería poder llevara adelante las primeras transformaciones que luego se abran paso hacia la sociedad en su conjunto. “Siento que lo más importante, lo mejor de todo este proceso de estar tanto en el centro, hizo que nosotros, ganemos o perdamos una elección, queramos estar, ser parte y apostar a ese espacio”, sostiene Luna.

La provincia de Santa Fe adhirió mediante un decreto a la ley nacional 26.150 de Educación Sexual Integral. Su implementación en la educación primaria y secundaria es un tema de discusión en muchos ámbitos de la educación pública, pero es un hecho indiscutible la necesidad de un abordaje integral y consciente que pueda dar acceso a la información a los alumnos y alumnas de todos los niveles en todos los espacios educativos: “Los estudiantes y los centros apostamos mucho a la ESI, puntualmente en el Poli hay una mayoría del cuerpo de docentes que no se aggiornó mucho. Lo más peligroso de no implementarla es el tipo de personas que se nos están formando en la escuela”, dice. Y añade: “No puede ser que en primer año tengas un profesor que haga chistes machistas y que se naturalice, denigrando a las compañeras mujeres de un curso. Me pasó una vez en una reunión de delegados que una chica comenta que un docente le había dicho algo y los pibes más grandes se cagaron de risa, no por lo que había contado, pero sí naturalizando y  normalizando esas conductas. La discusión que tenemos que dar es no aceptar dentro de las instituciones ese tipo de conducta”.

Durante 2018 en nuestro país la discusión acerca de que si el Estado debe hacerse eco de la problemática de aborto clandestino tomándolo como un asunto de salud pública fue intensa y a pesar que no pudo obtener los consensos necesarios para convertirse en ley, está en el ranking principal de la agenda pública. El presidente electo Alberto Fernández declaró recientemente que el Estado debe tomar cartas en el asunto y hacerse eco del reclamo que gran parte de la sociedad y el movimiento feminista sostiene desde hace años, los y las estudiantes también sentaron posturas: “Nosotros el año pasado tomamos una postura como el centro y nos sumamos a la Campaña por el Aborto Seguro, Legal y Gratuito y creo que en ese sentido van de la mano con la ESI”.

En los medios y en la comunidad, esos cambios culturales encuentran resistencias que no se darían si se implementara la ESI, lo mismo con el lenguaje inclusivo: “Es inentendible cómo alguien puede negarse a que el otro tenga un derecho más. Y encima es un derecho que incluye a otras identidades, el derecho a alguien a aparecer, a ser, a estar. Además pienso que como futuros profesionales nosotros tenemos un título técnico y algo que tenemos pendiente es pensar la función de nuestro rol socialmente, y eso va mucho más allá de salir y trabajar en una empresa, es una discusión pendiente”.

La militancia orgánica 

Paralelamente a la militancia estudiantil, desde mediados de 2015 y después de haber estado en el acto por el Día de la Bandera en el cual la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner visitó el Monumento, Luna comenzó a militar en el Movimiento Evita. “Después de haber estado ahí, al ver y escuchar a Cristina, me dieron más ganas de meterme en una organización política , con todo lo que fue ese año, con las elecciones. Y de alguna forma fue mi primer acercamiento a la militancia partidaria”.

Luna recuerda que aquel día nacieron las ganas de pertenecer y participar en un espacio por fuera de la escuela. Si bien ya venía actuando desde la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), decidió acercarse al Movimiento Evita, un espacio político que supo contenerla y brindarle, tal vez, algo que le estaba faltando: “Me sumé porque fue un espacio que me abrió las puertas y se fue creando el sentido de pertenencia. Lo que más me gusta es cómo surgió. Empezó como un movimiento social que después se vuelca a la política electoral puntualmente y también la posición crítica al kirchnerismo. Me alucinaba la figura de Cristina, pero había muchas cosas que no me cerraban del todo o que creía que eran discutibles como el hecho de no cambiar estructuralmente la vida de la gente, por eso pasó lo que pasó después de 2015, que se fue para atrás en un montón de derechos que creíamos super asentados y no era así. Encontré en el Movimiento Evita entonces un espacio que me contiene, desde más de un lugar”.

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