Alberto Fernández no sólo se queda en gestos que resignifican los ejes rectores y prioridades de un proyecto político que a las claras exhibe otros objetivos, bien distintos a los de la anterior gestión. Pasa a los hechos, va a los bifes. Hay medidas concretas, tal vez alcanzadas a los apurones por las urgencias que impone la cruda situación y otras tantas todavía sin tomar, pero empieza a forjar otro camino con aires renovados de cara al año que se inicia, entre esperanzas y el legado catastrófico que dejó el experimento neoliberal del macrismo. Dos semanas contra cuatro años no son suficientes para que el barco de una vuelta de campana, pero estos primeros quince días del Frente de Todos parecen ya más fructuosos en términos políticos, económicos y sociales que los 1.460 eternos e improductivos días de Cambiemos en el poder.

La mega ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva aprobada por el Congreso y promulgada fue el primer paso para salir del caos del ajuste y volver a una distribución progresiva del ingreso. La iniciativa en cuestión, que de paso reavivó una vieja disputa con entidades ruralistas por las retenciones, otorga mayores facultades al Ejecutivo para aplicar reformas económicas, sociales, productivas, tarifarias y sanitarias, entre otras. A la prensa hegemónica le encanta llamarlo “superpoderes”. Mientras el presidente se muestra con entidades empresarias y centrales sindicales para dar impulso productivo-laboral a la economía y constituir un amplio acuerdo social, el gobierno de los Fernández prepara un decreto que dispondrá una suba de salarios para trabajadores y trabajadoras del sector privado.

Esta última medida estará en sintonía con el paquete de emergencia, que otorga bono a jubilados y asignación universal por hijo. Podría ser en tres pagos, entre enero y marzo, y variaría entre 6 mil y 9 mil pesos, según el sector. Después vendrán las negociaciones paritarias para intentar de esta forma inyectar más recursos en capas sociales dañadas por las políticas del macrismo, reactivar el consumo popular y fortalecer el mercado interno. Los ministros Claudio Moroni (Trabajo) y Matías Kulfas (Producción) consiguieron el visto bueno empresarial, y, al cierre de la edición de esta nota, ultimaban detalles antes del anuncio formal.

Otra medidas en carpeta gubernamental tienen que ver con un mecanismo de reintegro para las compras de alimentos con tarjeta de débito que realicen sectores de bajos ingresos, titulares de AUH y jubilados que cobran la mínima. Se estima que el 15 por ciento del importe que se paga sería devuelto, con un tope de 700 pesos mensuales. Esta medida está pensada para contrarrestar la reposición del IVA en algunos productos de la canasta básica de alimentos, que el gobierno de Macri había quitado luego de perder las Paso con el fin de evitar una nueva corrida inflacionaria tras la megadevaluación y mejorar así sus chances electorales, que, obvio, no fue suficiente después de tanto mal. Previo acuerdo con proveedores de bienes de consumo básico, sector monopolizado, también habrá relanzamiento del programa Precios Cuidados. Estas medidas son más clase media.

Las recetas ajustadoras de Cambiemos, más pateadoras de hígado (y bolsillo) que lechón con chimi (a propósito de las jornadas intestinales por las fiestas de fin de año), no maridan con el plan verano en marcha. El nuevo gobierno intenta sentar las bases de un nuevo proyecto económico, reparador, de corte productivo-industrial, más inclusivo. Atacar la inseguridad alimentaria, buscar equilibrio y crecimiento a la vez. Un poco de ajuste para los que están menos peor o fueron ganadores del modelo M (Bienes Personales, retenciones, recargo del 30 por ciento a la venta de dólares) y amplificación del gasto para los más castigados por la macrisis (pago extra a jubilados, beneficiarios de AUH, plan contra el hambre, desdolarización de tarifas y alimentos, impulso para aumentos salariales).

La ley de emergencia suspende la movilidad pero no los aumentos jubilatorios, vale insistir ante desinformados y malintencionados. Los adultos mayores perdieron en promedio un 20 por ciento del poder adquisitivo de sus haberes durante el macrismo. Con el anuncio del bono extra para abuelos y abuelas, el gobierno indicó que habrá subas cada tres meses mientras en el lapso de 180 días se discutirá un nuevo cálculo de actualización automática jubilatoria, con otro espíritu de reparto de la torta.

Sin embargo, desde varios sectores, sobre todo medios de comunicación hegemónicos, confundieron a las audiencias desprevenidas al decir que con los aumentos por decreto “perdían” los jubilados, que se trataba de una nueva “estafa” y que había “congelamiento” de haberes previsionales. ¿Aumento es sinónimo de ajuste? ¿El gobierno debería trasmitirlo, comunicarlo y explicarlo mejor? Puede ser, pero “llegamos hace diez (o veinte) días, Luis”, como le dijo en una entrevista televisiva Alberto al periodista Luis Majul.

En igual dirección, el director de la Ansés, Alejandro Vanoli, anunció otras medidas destinadas a mejorar el ingreso de los jubilados, como la reducción de un 12 por ciento en la tasa interés de los créditos Argenta, mientras suprimieron cuotas de enero, febrero y marzo hasta que se reestablezca un nuevo cronograma de pagos. La baja en el precio de medicamentos también viene para este lado.

Otro tema, no menor. La senda del desarrollo y el crecimiento que pretende el Frente de Todos para la economía no debería apartarse de la ecología, de la armonía con el medio ambiente, la naturaleza y el cuidado de los recursos naturales. Es un reclamo cada vez más presente, como bien se reflejó en las manifestaciones ambientalistas y populares en defensa del agua y en contra de la megaminería y sus consecuencias en la salud y en el bienestar de la población, en este caso mendocina.

Para crecer, primero hay que dejar de caer, se entona en por estos arrabales sureños del mundo. Y después recién afrontar la deuda externa. Esto repite Alberto Fernández y el equipo económico que comanda el ministro Martín Guzmán. AF puso otro ejemplo/metáfora para graficar la espinosa coyuntura: “Con el macrismo íbamos en un colectivo a toda velocidad hacia el precipicio y ahora estamos intentando frenarlo, para recién después emprender el camino opuesto”.

Entre viajes de placer y vacaciones, el jinete de reposeras reapareció en la escena política con un saludo navideño vía Twitter y dijo que en su gobierno “se creció mucho”. Sin embargo, la realidad “jojojo” de Mauricio, en plan de “desintoxicación” de la política argentina, contrastó con la noticia de canales y portales sobre una nueva caída en las ventas navideñas, como ocurre desde 2016 como resultado del paquete ajustador de Cambiemos.

Según Naciones Unidas, la Argentina es el país del mundo en el que más cayó la actividad industrial en los últimos cuatro años. La producción nacional se vino a pique y las fábricas esperan frenar la caída para volver a encender las máquinas apagadas por la recesión macrista.

Según datos oficiales, en cuatro años de Cambiemos se perdieron 223 mil empleos privados en blanco, se expandió la precarización de las condiciones laborales y el salario real cayó un 11 por ciento. La destrucción de puestos de trabajo formales acumula 21 meses seguidos, situación que pinta un panorama desolador. El desempleo está en los dos dígitos, después de cuatro años de aliento a la especulación financiera. Pobreza en 40 por ciento, 500 por ciento de devaluación, 300 por ciento de inflación en cuatro años sazonan una economía devastada.

“No habrá reactivación hasta que no se equilibre con la caída de la actividad, que viene en derrumbe desde hace cuatro años. Pero es importante que empiece a haber señales de mejora para poder salir del pozo”, machaca el presidente, que para gambetear el calvario macrista tiene que ser más que Maradona.

Una misión del FMI llegará en los próximos días a la Argentina, confirmó el propio presidente. El Fondo Monetario Internacional viene a negociar la abultada deuda y a interiorizarse de las medidas del nuevo gobierno. El organismo llega, como quien dice, con la cola entre las patas, ya que pesa sobre él gran parte de responsabilidad por el megaendeudamiento de la Argentina en tiempos de Macri y por las políticas de ajuste aplicadas por la derecha cool que busca reinventarse en las filas opositoras. Fernández se refirió al pago de la deuda con el Fondo y remarcó: “No la van a pagar los que menos tienen”.

Para avanzar, hay que caminar y saltar un montón de obstáculos. Muchos se despabilaron de la siesta macrista, que nos quiso dormir a todos y a todas. Otros reclaman rápida atención a un gobierno que, saben, les prestará mayor atención. Otros se desilusionan fácilmente. No es fácil (tampoco necesario) conformar a todos, pero sí a las grandes mayorías.

El gobierno de AF intenta establecer mínimas condiciones para salir de la recesión heredada y empezar la remontada. La base está, dijo un DT de fútbol. “Dale que falta mucho”, gritó alguien desde el banco. Si me caigo, me levanto y sigo. En economía o en las enseñanzas de la vida. Esa parece ser la ley primera del Frente de Todos (Argentina de pie), que, en sus primeras semanas y a su ritmo, expuso corto trecho entre lo dicho y lo hecho.

Fuente: El Eslabón

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