Una señora sostiene el pañuelo verde en alto. Es una señora grande. Las arrugas, el pelo y la sonrisa, brillan. Los ojos también. La señora escucha atenta. «Les tomamos el Congreso y le quemamos la Catedral», agita la manada. Ella sonríe, se ríe, se entusiasma, mueve el pañuelo con fuerza y repite con las más pibas, las niñas, las travestis, les no binaries y las más viejas. «Les decimos que se nos da las ganas de ser putas, travestis y lesbianas», sigue agitando la manada. Ella, otra vez, escucha atenta, salta entusiasmada, repite y se suma. Todas, todes, se multiplican. Desde el escenario, Viviana Della Siega, referente histórica de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, asegura que «a diferencia de la marea oceánica, esta marea no retrocede más».
Pasan los pañuelazos, las marchas, las asambleas, y a veces las cronistas – o al menos quien escribe esta nota – pensamos que no vamos a tener con qué renovarnos a la hora de contar qué sucede. Pero la historia nos pasa por encima y cuando una vuelve de ser parte, las páginas blancas no son tan temerosas. Las sensaciones desbordan y una quiere contar todo, porque siempre es emocionante, siempre te deja la piel de gallina. Que hay señoras que brillan, niñas haciendo piruetas, bebés tapados en pañuelos; que hay una cantidad de abrazos impresionante; que la jornada se espera con ansiedad y se vive con pasión.
La convocatoria federal implicó que miles de personas se levanten este miércoles sabiendo que iban a movilizarse. Tomando conciencia de su pañuelo verde o de sus ganas y convicción de tener uno. Intercambiaron miradas cómplices con las que se iban cruzando con la misma intención y arreglaron con sus amigas, compañeras de trabajo, madres, hijas, tías, compañeras de militancia, para encontrarse en un parque o plaza, llevar el mate o la heladerita con latitas.
En Rosario, la convocatoria fue masiva. Las inmediaciones del Monumento a la Bandera fueron ese punto de encuentro sororo que cada tanto llega en el año y contagian alegría, la alegría de una lucha compartida. Las fuerzas de seguridad custodiaron la Catedral mientras en el Parque Nacional a la Bandera se disfruta y los titulares de todo el país hablan de una ciudad que explota de violencia. Ninguna les prestó atención, salvo las que no aguantaron la bronca y les recordaron a los y las oficiales que mientras ellos estaban ahí, a nosotras no nos alcanzan los dedos de las manos para contar los femicidios de cada año.
El ánimo en el ambiente lo dice. Las declaraciones del presidente Alberto Fernández y sus funcionarios lo afirman. Las militantes feministas lo aseguran. El 2020 es el año en que la interrupción voluntaria del embarazo va a ser ley. Del 19 de febrero de 2018 a ahora, la ciudadanía viene de dos años ininterrumpidos de pensar y sentir todo: la sexualidad, el deseo, las decisiones, los mandatos, las violencias, la otra, el otro, le otre, las identidades, las familias, las amistades, las relaciones, las formas del amor. No es sólo la más importante de las urgencias, es decir, salvar vidas, sino también de poder decidir cómo vivirlas.