Manuela se despertó a las 5 de la mañana rompiendo bolsa. Era mediados de mayo, la ciudad llevaba 20 días sin contagios de coronavirus y ella esperaba a su hijo recién para junio. Pero el niño no quiso esperar. La mujer se relajó, se bañó y salió con su pareja rumbo al hospital. La única certeza que tenía era que iba a estar sola con su compañero durante todo el parto: había sido su deseo y las medidas de higiene y seguridad no dejaron mucho lugar a la discusión.

La madre habla por teléfono con tranquilidad y alegría. Repasa de a poco, con más o menos detalles, toda la previa, el durante y el post recibimiento de su bebé. Se ríe cuando relata cómo pidió a gritos la peridural, contra todo lo que ella había pensado durante el embarazo, y no llegó a necesitarla porque, otra vez, el niño se adelantó y nació sin la inyección. Por suerte, su papá llegó a vestirse y estar en el momento. Cuenta que llegó a pensar que iba a cesárea y la incertidumbre de que su bebé vaya a neo. También, cómo repitió una y otra vez, como un bálsamo, que todo era por el bien de su hijo.

Desde el principio de su embarazo, Manuela, sostiene, se informó. “Quería conocer cuáles son mis derechos y cuáles son las posibilidades de elegir, que no me limiten en mis posibilidades, poder dejar que fluyan algunas cosas, estar más relajada”, cuenta, y a la vez afirma que “no estaba negada a nada si era necesario, estaba abierta a lo que pasara”.

La familia estuvo 48 horas en el hospital Italiano de Rosario. Ahora, se conocen haciendo cuarentena. “La situación de la pandemia me genera algunas contradicciones. Por un lado, me dio mucha paz que estemos sólo nosotros tres en el hospital. Pero no pude abrazar a mi obstetra y ahora se necesita la contención de mi familia alrededor. Al principio estuvo bien, pero ahora ya me gustaría estar con todos, compartiendo. Lo mismo me pasó con el embarazo. Yo estaba más sensible, y lloraba, porque necesitaba a mi mamá, a mis amigas, los abrazos, el mate y no lo pude tener, fueron dos meses sin eso. Fue el previo y el post, la necesidad del abrazo y la contención, ¡de recibir mimos!”.

Nacer es respetar

Desde 2004 rige en el país la Ley nacional 25.929 de Parto Humanizado, que es de aplicación obligatoria en todo el sistema de salud. Y desde ese mismo año, cada tercera semana del mes de mayo se celebra la Semana Mundial del Parto Respetado. En este 2020, el embarazo, el parto, el postparto no están exentos a ser diferentes, como todo. Sin embargo, protocolos, especialistas, obstetras, médicos y médicas, aseguran: lo diferente y las medidas de seguridad no significan vulneración o avasallamiento de derechos de bebés, madres y familiares. El lema de este año lo resume bien: “Mi decisión debe ser respetada”.

La Maternidad, Sector Quirúrgico y de Neonatología del hospital Roque Sáenz Peña de Rosario  se re inauguraron en junio de 2017. Las tres áreas están enmarcadas en prácticas que buscan: evitar prácticas invasivas, suministro de medicación innecesaria, e informar sobre las diferentes intervenciones médicas y, ante todo, la posibilidad de que la parturienta pueda participar en la toma de decisiones. Desde la apertura llevan realizados más de 3.500 partos y unos 225 en contexto de pandemia (del comienzo de la cuarentena al cierre de esta edición).

“Aunque esta vez no sea posible, todos los años, durante esta semana, hacemos jornadas, debates, invitamos a gente de afuera y aprovechamos para parar un poco y ver qué venimos haciendo”, explica Matías Vidal, director del hospital municipal. “Lo que nos pasa cuando frenamos es que podemos ver que los indicadores mejoraron a partir de esa propuesta. No fue el objetivo pero es algo que ocurre”.

La mejora de indicadores implica una disminución drástica en las intervenciones durante el parto. Entre los ejemplos que da Vidal, remarca: que la colocación del suero a mujeres pasó de un 80 a un 5 por ciento, y que sólo el 24 por ciento de los nacimientos que tuvieron desde la reapertura fueron por cesárea. “Lo que hacemos es lo que dice la ley, pero no la mayoría de los libros: eliminar todo tipo de intervenciones innecesarias y acompañar los tiempos de la mujer y sus derechos, como el derecho a ser acompañada, a no restringir sus movimientos ni sus expresiones, a no generar prácticas médicas como el uso de oxitocina de manera automática en todas las mujeres por igual, etcétera”, detalla el director.

Si bien hubo una pausa en la celebración de la semana del parto respetado, los embarazos, los partos y los tiempos de madres y bebés no se toman pausa. Y la maternidad sigue recibiendo niños y niñas con protocolos y derechos incluidos. “Tuvimos mucha suerte porque la pandemia nos encuentra con la experiencia de otros lugares del mundo y pudimos organizarnos, ordenar la información y armar un protocolo por prioridades”, explica Vidal.

“A diferencia de la pandemia de la Gripe A, este virus no es drástico para embarazadas. Eso nos permitió no poner el foco en la pandemia, porque sino íbamos a avasallar algunos derechos, como por ejemplo, estar acompañada”, continúa el funcionario. Al principio, recuerda Vidal, como si fuera hace mucho tiempo, la incertidumbre se notaba incluso en el personal médico. De a poco todo se fue desdramatizando y se puede aplicar un protocolo que garantice derechos y no ponga en riesgo de contagio a la mujer, a quien la acompañe, al bebé ni al equipo.

“Hay una pandemia, pero también hay leyes y hay derechos que tienen que respetarse y hacerse respetar. La pandemia lo único que cambia son algunas medidas de seguridad para no contagiarse, pero la lactancia está permitida, el contacto con la mamá también, el o la acompañante. Eso dicen los protocolos de Nación. Pero lo que pasa es que en muchos lugares eso no ocurre nunca. Para nosotros, el ordenador fue distinto: qué derecho no avasallamos cuando nos tengamos que reorganizar. Algunas cosas cambiaron pero lo más importante no”, remarca.

Cambiar el mundo

Paulina Hiba es psicóloga y psicomotricista. Para esta Semana Mundial del Parto Respetado lanzó el hashtag #7DíasParaDialogarenlasRedes y difundió siete placas donde distintas protagonistas que asisten los partos pusiese su mirada sobre lo que estaba pasando. “Surgió la idea de ocupar las redes y darle presencia y visibilización a la semana”, cuenta. Y profundiza: “Este año, el lema es: mi decisión debe ser respetada. En este contexto, sobre todo al principio de las medidas de aislamiento, se empezaron a poner muy en jaque ciertas decisiones que parecían derechos logrados, como estar acompañada o no separar a los bebés de su mamá. Entonces yo puse a dialogar ese lema con diferentes actores para que cada cual pusiese su mirada al respecto. La idea de que sean publicaciones y no una actividad virtual o una charla en vivo tiene que ver con invitar a abrir las preguntas y sobre todo a fortalecer los fundamentos de la decisión que cada mujer o familia toma”.

Para Paulina, lo fundamental es entender que no hay una forma correcta de parir. “Quizás la manera respetuosa es que esté en sintonía con la posibilidad y la situación de cada mujer que va a parir. Ese es el respeto, que sea lo que necesita, no que esté en el agua, colgada o parada. El parto es el respeto de lo que necesita y que sea escuchada”, remarca en diálogo con El Eslabón.

La profesional también se apropia de la famosa frase del obstetra francés Michel Odent: “Para cambiar el mundo, hay que cambiar la forma de nacer”. “La impronta de la manera de la cual nos recibieron nos deja una huella, una primera experiencia vital que se instala en nuestros modos de comunicarnos, vincularnos, estar en relación con el mundo y nuestra experiencia. Y eso no es un capricho: tiene todos los fundamentos de la salud. Todas estas cosas están probadas. La clave es la formación integral de las personas que asistimos los partos, que puedan empapar todo su saber profesional y también toda su humanidad”, sostiene.

Los objetivos son otros

Matías Vidal se formó en los centros de salud de la Municipalidad de Rosario y es especialista en medicina familiar. “Mi formación tiene que ver con el derecho del otro, que es para lo que estamos”, remarca. Cuando llegó al hospital Roque Sáenz Peña y comenzaron las refacciones, él y todos los trabajadores y trabajadoras comenzaron a revisar protocolos y estudiar. “Me voló la cabeza”, resume el director del Roque. “Teníamos mejores condiciones edilicias pero lo que había que cambiar era la cabeza de muchas personas que venían haciendo, por años y años, sus prácticas de otra manera. Entonces, trabajar con gente que desaprendió y volvió a aprender, fue verdaderamente emocionante y conmovedor. Porque no dependía sólo de las condiciones edilicias, sino de lo que se había gestado dentro del equipo de trabajo”.

Vidal explica lo que sucede en la maternidad con palabras intensas: emocionante, un cachetazo de realidad, maravilloso, satisfactorio. Dice que las familias confiesan haberla pasado “bárbaro” durante el parto, y que siempre se emocionan hasta las lágrimas. Dice que no se escucha a los bebés llorar y todo indica que tiene que ver con el contacto piel a piel en las primeras dos horas de nacimiento. “Tiene un efecto muy fuerte. Y eso nos ha servido para tratar de atravesar las otras prácticas médicas, que pueden humanizarse mucho más”.

Lo cierto es que estas prácticas vienen del Estado. No es una opción cool para quienes pueden pagarlo: es un derecho. De hecho, Vidal admite que todos los días responden mensajes y llamados de mujeres de todo el país que quieren parir en el Roque. “Lo que sucede en este hospital es lo que debería ser, que tiene que ver con respetar tus tiempos y no los míos como obstetra, por ejemplo. Tendría que ser un ejemplo para los efectores privados y la difusión nos sirve porque si una mujer lee esto, y desea un embarazo o está embarazada, puede saber que puede pasar de otra manera, que no es algo que pasa de onda, sino que es la ley. No hay mucho para elegir”, señala Vidal.

El director del hospital cuenta que apenas abrió la maternidad, se acercaron referentes de sanatorios para conocer cómo estaba pensado lo edilicio, cómo estaba armado. Para él, el problema radica en que “los objetivos son diferentes”: en uno es un derecho y en otro es la recaudación. “A mí me parece que al vector lo van a torcer las mujeres, la sociedad. No creo que salga directamente de los organismos privados. Porque los tiempos son otros y el parto también puede ser una cadena de prestaciones a facturar”.

Escuchar y parir

Flavia también tuvo a su hija durante la pandemia. Sin embargo, y más allá de la cuarentena, ella ya había decidido parir en su casa. Hace 8 años, cuando nació su primera hija, Flavia fue víctima de violencia obstétrica. “Tuve una cesárea casi obligada y sin fundamento. Yo lo sabía y no podía defenderme, eso es lo más duro de todo, no saber abordar al profesional. Pero la mujer que yo era al principio tuvo un recorrido enorme para llegar a este parto domiciliario y en casa, un recorrido de mucho trabajo personal y de militancia”, remarca.

Para Flavia, hablar del embarazo, del parto, de las posibilidades, las experiencias, las leyes y decisiones es fundamental. “No hay una forma de parir y nacer, cada una tiene una que es propia y personal, de una y su hije. Escuchar te ayuda a empoderar”.

 

Fuente: El Eslabón

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