Trabajadores de la economía popular se preparan para brindar la primera feria del 2020 en el Parque de la Bandera. El año de un sector desafiado por la pandemia que está dispuesto a exigirle al Estado políticas que acompañen el cooperativismo.

Desde hace unos meses la situación cambió para la economía popular. Los trabajadores y trabajadoras de los polos productivos organizados en cooperativas recibieron el impacto de la pandemia de covid-19 con los mismos miedos y preocupaciones que la mayoría, pero también con la seguridad de que para ellos y ellas el teletrabajo no era una opción viable y que el hashtag #QuedateEnCasa implicaba que los que dependían de la changa no puedan salir a ganarse su sustento diario.

Pablo Basso, referente de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular de Rosario (Utep), explicó que la situación de los trabajadores y trabajadoras durante la primera etapa de la pandemia (en la que regía el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio), se tornó “difícil” en tanto “no podían salir a trabajar y con esto no podían llevar el pan a la mesa”.

La mayor complicación de los sectores populares estuvo ligada a la comida: desde el inicio de la cuarentena, el número de asistentes a los comedores de los barrios aumentó de manera exponencial, de modo que en algunos sectores –como es el caso de Barrio Moderno– hubo que comprar ollas nuevas para poder alimentar a todos y todas. Así, movimientos y organizaciones sociales debieron pensar nuevas maneras de hacer y actuar. “La primera tarea que adoptaron todas las organizaciones sociales es la de la asistencia alimentaria, porque era lo urgente”, indicó el militante de la Utep. Y agregó: “Salieron comedores uno por cuadra en cada barrio y en muchos de ellos estaban nuestros compañeros sosteniéndolos. Era esa, la imposibilidad de salir a laburar para ganarse el mango, lo que hizo que esos compañeros se abocaran a los merenderos de los comedores que se organizaron medio espontáneamente, intentando darse una mano entre los mismos vecinos”.

En ese sentido, uno de los desafíos que se plantearon desde la Utep fue hacer valer “el rol de estos compañeros” que se encargaron de “garantizar el alimento a millones de pibes y pibas, de familias” a partir de solicitarle al gobierno nacional un reconocimiento de estos actores como trabajadores esenciales, que “parecería que se va a concretar” según estimó Basso.
Para Pablo, la economía popular cuenta con desafíos que son “permanentes”. Entre ellos, se encuentra la tarea de construir “estrategias de comercialización y circuitos de ventas”.

“Que el Estado reconozca también a la economía popular como un sector productivo, es decir, no sólo como un sector al que hay que garantizarle ciertos niveles de consumo con un subsidio o con un plan social, sino que en esta etapa donde el gobierno y la Argentina tienen que reconstruir su economía. Lo que planteamos es «bueno, este sector no debe ser visto solamente como un sector que hay que sostener con un subsidio y un plan» sino que son millones de trabajadores de la Argentina que producen y que comercializan fuera del comercio capitalista o de las grandes empresas, pero que tienen capacidad para hacerlo”, resaltó Basso.

Entre las políticas públicas demandadas al gobierno Nacional aparece la necesidad de recibir “crédito para maquinarias, herramientas y logística” con el fin de que sus producciones “puedan empezar a ocupar un rol más grande en la economía”.

Así, para Pablo, en la tarea de planificar una economía tras cuatro años de gobierno macrista los funcionarios deben pensar “no sólo en los índices de exportación e importación, sino también en el nivel de vida de la gente”. “Lo que se le viene planteando al nuevo gobierno de Alberto es que se deje la concepción de la asistencia social como un subsidio y que se empiece a entender eso relacionado con trabajo y como un índice económico. Algo que dignifica a cualquier compañero, si eso va acompañado con trabajo también garantiza un nivel de vida más digno”, sintetizó el referente de la Utep.

En ese marco, Basso celebró el programa PotenciAR Trabajo como una política que aspira a mejorar las condiciones de empleo de los más postergados. Según el Gobierno los objetivos de la iniciativa además de promover trabajo, son “generar nuevas propuestas productivas a través del desarrollo de proyectos socio-productivos, socio-comunitarios, socio-laborales y la terminalidad educativa, con el fin de posibilitar la inclusión social plena para personas que se encuentren en situación de vulnerabilidad social y económica”. “Lo que se está pensando es no sólo garantizar unos pesos en el bolsillo del compañero, sino en dignificar esos pesos con trabajo y empezar a pensar en las posibilidades de aumentar ese trabajo y de garantizarlo”, analizó Pablo.

Finalmente, Basso resumió la propuesta: “Lo que le planteamos al gobierno es que tiene que ser por abajo, que tiene que ser por el compañero que más lo necesita”. E insistió en que después del PotenciAR Trabajo los desafíos serán otros, como “pensar circuitos de comercialización” y, sobre todo, llevar adelante una organización cooperativa de estas unidades productivas que tenga “una gran logística en su producción y que le habilite a posicionarse como un sector productivo dentro de la economía argentina”. Todo esto, con la unidad de los trabajadores y trabajadoras y con la implementación de redes de cuidado colectivo que contribuyan a avanzar hacia una Argentina con tierra para quien la trabaja, un techo para cada familia y trabajo digno para todxs.

La vuelta de la feria

Después de casi un año sin ferias, este sábado 19 los trabajadores de la economía popular vuelven a salir a la calle: de 16 a 20 hs, el Parque de la Bandera (ubicado frente al Monumento Nacional a la Bandera) será copado por más de 25 unidades productivas que exhibirán y comercializarán su mercadería, que cuenta con la marca que sólo el trabajo cooperativo puede dar: dignidad. 

El evento organizado por la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (Utep) contará con sorteos y ofrecerá una lista variada de productos como marroquinería, carpintería, herrería, indumentaria textil, alimentos y panificados cuyo valor podrá percibirse en la producción independiente y autogestiva.

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