La agenda del 2021 se perfila con una característica similar en cualquiera de sus áreas: todo es después del comienzo de la pandemia. Hace un año, el coronavirus no había llegado a la Argentina. Mientras se escribe esta nota, ya se cobró 48539 vidas. El 2020 encontró en los cierres totales y parciales una forma de intentar apaciguar el contagio del virus mientras apareciera la cura, lo que, además, implicó la profundización de una crisis económica que, al menos en Argentina, ya venía con el impulso de cuatro años de neoliberalismo en el poder bajo el mandato de Mauricio Macri. En ese marco, los sindicatos que representan a trabajadores y trabajadoras del sector público comenzaron, la semana que pasó y ésta que comienza, a ocupar las mesas de negociación paritaria. El objetivo a conseguir para el año que está comenzando es conciso: que el salario le gane a la inflación. El gobierno provincial, por su parte, ya descartó las cláusulas gatillo. También busca dejar atrás las sumas fijas no remunerativas, apuntando a que los aumentos salariales sean porcentuales. Por el momento, no se habló de cifras concretas. Sin embargo, desde la Casa Gris no se deja de mirar a la Rosada, donde se toma como pauta para la discusión al Presupuesto 2021, que estima la inflación para este año en un 29 por ciento.
Cuánto cuesta vivir
Entre tantos porcentajes, cifras, rosca y cálculos de lo posible, queda preguntarse cuánto debería recibir cada trabajador y cada trabajadora para garantizar el acceso a los derechos reconocidos en la Constitución Nacional. Una medición del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (MATE) realizada con datos del Centro de Educación, Servicios y Asesoramiento al Consumidor de Rosario, arrojó que para el mes de diciembre de 2020 una familia necesitó 77680 pesos de ingreso neto para atender sus necesidades. Este ingreso neto se corresponde con un salario bruto para el trabajador a cargo del grupo familiar de 95901 pesos.“Cualquiera sea la metodología utilizada, el resultado dejaría claro que el valor vigente del salario mínimo, vital y móvil, esto es 21600 pesos para marzo de 2021, es una remuneración de miseria. La pregunta subyacente es: ¿la economía argentina puede soportar un salario sensiblemente mayor? La respuesta es sí. A pesar de la situación de crisis heredada más la derivada de la pandemia, es posible. El problema es la creciente e insoportable desigualdad alcanzada tanto en materia de ingresos como en materia de tenencia de bienes”, explicó el economista, docente y coordinador de MATE, Sergio Arelovich.
—¿En qué contexto llegan los trabajadores y trabajadoras del sector público a las paritarias?
—Durante los años del gobierno de Mauricio Macri, los salarios registrados, tanto estatales como privados, sufrieron severas caídas en términos de poder de compra, esto es en relación a la evolución de los precios al consumidor. En 2020, al agregarse el efecto de la pandemia, la situación no mejoró. Los salarios privados registrados crecieron uno por ciento menos que los precios en ese año y conservan la pérdida del 24 por ciento acumulada desde diciembre de 2015. Los salarios estatales lo hicieron en promedio muy por debajo de la inflación, algo más de 5 por ciento de caída en 2020 y una performance peor que los privados en los años del gobierno de Cambiemos, si bien con situaciones diferentes entre las agencias del Estado nacional y entre ellas versus las administraciones subnacionales. En un contexto de pandemia en el cual las administraciones nacionales y provinciales intentaron no reducir el gasto público, lo que quedó es un retroceso importante en el peso que los salarios estatales tienen sobre la totalidad del gasto corriente, registrando caídas récord. Una mirada retrospectiva no lejana, en años de gobierno del kirchnerismo, exhibe un peso de los salarios en relación al gasto corriente del Estado nacional de 15 por ciento, esto es 15 pesos para sueldos sobre 100 pesos de gasto corriente. En 2018 se redujo al 13,8 por ciento, en 2019 al 11,9 y en 2020 al 9. Podrá aducirse en 2020 que en parte se debe a la incorporación de un conjunto de programas orientados a atender la crisis heredada más la pandemia, pero lo cierto es que la masa de remuneraciones creció 29 por ciento respecto de 2019 mientras los precios lo hicieron por encima del 36.
—¿Cómo se debería encarar la paritaria para recomponer los salarios?
—Lo primero es ponerle número a las necesidades reconocidas constitucionalmente. A continuación, determinar las diferencias con los niveles de ingreso existentes y repasar el conjunto de instrumentos vigentes que constituyen salario indirecto para reforzarlos. El 2020 cerró con una inflación del 36,1 por ciento, casi 18 puntos menos que en 2019. De continuar con el aumento de precios promedio de los últimos 5 meses, en 2021 la inflación llegaría a 48 por ciento. Cuatro factores van a estimular la inflación en 2021: presiones para descongelar tarifas; tensiones devaluatorias; aumento del precio internacional de los alimentos; y la intensificación de la puja distributiva luego de cinco años de retraso salarial. Por lo tanto, tiene mayor relevancia actuar sobre los factores generadores, reproductores y amplificadores de la inflación y a continuación darse una política de recomposición del poder de compra. Si no se atacan los factores reproductores de desigualdades siempre será una carrera con hándicap para los eternos ganadores. Operar sobre el último eslabón de la cadena que es el precio, soslaya la revisión necesaria sobre cada cadena de valor.
—¿Qué análisis haces de cómo está encarando la negociación salarial el gobierno provincial?
—El gobierno de Santa Fe está convencido de una postura fiscalista consistente en la administración de un fondo de reserva importante para atender eventuales situaciones de desajustes o crisis. Ello puede verse en el crecimiento de los ingresos corrientes de 2020 respecto de 2019 en 34 por ciento (septiembre a septiembre), mientras los gastos corrientes lo hicieron sólo en 28, guarismo al que también varió la masa salarial y contribuciones. El gobierno provincial cree que es necesaria una especie de ahorro forzoso pisando o difiriendo el gasto, lo cual –en esta coyuntura– es claramente procíclico. El gobierno gasta menos, los salarios y beneficios previsionales caen en su poder de compra, la recaudación de origen provincial recibirá más temprano que tarde el impacto.
Fuente: El Eslabón