Cacerola en mano, sin barbijo y amontonándose en festicholas o en clases, la muerte resiste. Alentada por quienes no acatan las medidas y siguen los dictámenes de la oposición y los medios.

“En el curso de esta pandemia con frecuencia podemos observar como personas o grupos se empeñan en transmitir una posición de negación de la gravedad de la situación que se está viviendo”, indica Nilde Cambiaso, presidenta del Colegio de Psicólogos de Santa Fe de la Segunda Circunscripción Rosario.

Explica que “esa posición, que a muchos que tratamos de extremar los cuidados como modo de mitigar los eventuales daños, nos produce, al menos, cierto extrañamiento”.

Y se pregunta: “¿Cómo tratar de entender esta actitud desafiante que intenta desconocer lo que parece tan evidente? La negación es un recurso subjetivo habitual, que opera como protección frente a cosas o situaciones que nos resultan amenazantes y nos angustian demasiado, que nos enfrentan con cierta fragilidad y con ciertos límites. Ese mecanismo nos lleva a desconocer o a negar un peligro inminente o una situación que nos angustia. Por eso, muchas veces, nos deja expuestos al peligro”.

“Esto que nos preserva del sufrimiento que causa enfrentarse a situaciones muy amenazantes, bajo ciertas condiciones sociales, puede devenir en negacionismo”, resalta Nilde, quien también es secretaria general de la Federación de Psicólogos de la República Argentina (FePRA).

“Como efecto de este negacionismo –agrega– hemos observado, por ejemplo, un deslizamiento de sentidos entre cuarentena y pandemia. No hay que dejar de recordarlo. La pandemia es la causa de la actual situación y el aislamiento o distanciamiento son recursos ante la pandemia”.

La psicóloga sostiene que “en el negacionismo, ciertos intereses políticos hacen un uso oportunista de los temores y las fragilidades singulares. Son otros los que convocan con mezquinos intereses sectoriales o partidarios intentando obtener un rédito de esto, atacando el lazo social”, y remarca: “En este contexto, es necesario insistir en que la salida, la solución es colectiva, que nadie se salva solo. Por eso hay que propiciar el fortalecimiento de los lazos sociales, una ética del cuidado y solidaridad”.

La desmentida

“Les trabajadores están agotades, enojades y algunes desauciades”, admite la psicóloga y psiquiatra, Andrea Lavartete. Pero también advierte que “estamos muy atentos y conectados a la situación crítica y desastrosa que vivimos”. Sobre el fenómeno de los negadores de la pésima situación sanitaria, la también ex jefa del Servicio de Salud Mental del Hospital Vilela, explica que “Los mecanismos son varios y complejos. Lo que no hay que olvidar es que la operatoria clave del discurso del capitalismo es «la desmentida». Es lo único que mantiene adormilada a la humanidad. Lo tolera bajo la promesa de una prometida felicidad que en el fondo se sabe que es ilusoria, pero el precio que se paga es con la vida misma”.

Y resalta que “está invertido el orden singular, particular y universal. El orden universal y particular se ha revelado en su paradoja siniestra. Los seres hacen de su espacio singular su único universo válido, haciéndonos entrar en el laberinto del individualismo más destructivo que pueda imaginarse”.

Al ser consultada sobre la dirigencia, señala que “parece que algunos no entendieran nada”, y argumenta: “Hablamos de la batalla cultural y esa es la batalla perdida. No podemos seguir peleando contra la Bullrich”.

Vacuna o cacerola

El sector de la población que no acepta los cuidados, ha sido alentado por miserables que toman a la salud y la muerte como herramienta de la oposición. Agarran una cacerola, desechan los argumentos científicos y afirman convencidos que no pasa nada. Y hasta promovieron al dióxido de claro en marchas por calles rosarinas.

Negación, angustia, responsabilizar al gobierno actual por la compra de vacunas comunistas y a la vez por no adquirir las necesarias, son motorizadas por quienes antes volaron al mismísimo Ministerio de Salud, recortaron presupuestos y desmantelaron la estructura de la Salud Pública en beneficio de la privada. 

Los responsables de la catástrofe

La diputada provincial Matilde Bruera, en tanto, asegura “hay que seguir vacunando, y quienes no tomen las medidas para evitar una catástrofe van a ser responsables de la catástrofe”. “Se apela a la responsabilidad individual pero esa responsabilidad hay que fomentarla desde las decisiones políticas porque si no, las personas que están cansadas de estas restricciones no asumen la seriedad que esto tiene, y desde la política se relativiza”, resaltó la abogada.

Y sobre la cuestión de la educación, afirmó: “La presencialidad se cae sola”. La decisión del gobierno de CABA de ir a la Justicia tras el DNU presidencial que suspendía las clases en las aulas, “fue un desastre”, indicó quien durante diez años fue defensora en los Tribunales Federales de Rosario, y abundó: “Primero, porque estuvo mal judicializada, con jueces amigos, y segundo porque de hecho un tribunal municipal no puede detener un DNU del Poder Ejecutivo Nacional”.

Como advirtió el morocho filósofo Alejandro Dolina: “No se está muriendo nadie por no ir al colegio. A los niños les hace mal no ir al colegio, pero mucho peor les hace contagiarse.

Usted se puede recibir de ingeniero este año o el próximo. Puede esperar un poco, pero en cambio el virus no espera. Regalo todas las cervezas de mi vida con tal de que no se muera nadie”.

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